Prólogo

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Rhaenyra se encontraba en el gran salón junto a Rhaenys, Corlys y demás lords y comandantes, escuchando y maquinando estrategias para el siguiente movimiento a seguir debido a la usurpación de los verdes a su derecho legítimo de reinar

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Rhaenyra se encontraba en el gran salón junto a Rhaenys, Corlys y demás lords y comandantes, escuchando y maquinando estrategias para el siguiente movimiento a seguir debido a la usurpación de los verdes a su derecho legítimo de reinar. Rhaenyra seguía sin poder creer que Aegon, su primer niño, había conspirado en su contra junto a Alicent y Otto, y tomar el trono de su padre. Sin embargo, no podía prestar tanta atención a aquello, pues ella tenía corazón de madre, amaba a sus pequeños, y aunque la mayoría de ellos ya eran adultos, aún se seguía preocupando por ellos, en especial Lucerys, quién se veía atemorizado al escuchar la propuesta de Jace de ir en dragones en vez de mandar cuervos. No le había agradado nada el mandar a sus hijos mayores a convencer y llamar a lores para servirle en la guerra que se avecinaba. Eran sus dulces niños, y aunque insistió en que por lo menos Visenya se quedará, ella muy en el fondo sabía que sería inútil, era hija suya y de Daemon, en su sangre estaba el fuego inquieto, además ella tenía experiencia en el tema de conquista y batalla, sola se había encargado de conquistar todo Essos, sabía que, con la ayuda de sus hijos, y en especial de su hija, el infierno en que Alicent había iniciado, llegaría a su término muy pronto.

Alicent, su mejor amiga desde la infancia, su amante y primer amor, la madre de sus 4 hijos, aún recordaba como la vida de Alicent peligró al momento del parto de Heleana, Rhaenyra destrozada y presa del pánico de que su amante tuviera el mismo final que su madre, le rogó a Daemon que la ayudará de alguna forma, fue cuando llego junto a la hechicera de Asshai, y a cambio por la vida de la mujer la anciana mujer desató una maldición, que desestabilizó al reino, no se necesitaban hombres para concebir, ni mujeres para engendrar, y fue así que a escondidas, ambas tuvieron 3 hijos, ¿pero de que servía aquello?, ¿de que servía?, ella al igual que Otto, manipuló a la dulce Heleana, convirtió al valiente Aemond en un ser oscuro y a su primer niño, a su dulce Aegon en un ser deprimente, que rara vez sonreía.

Rhaenyra aún sentía lastima por ella, de alguna manera seguía excusándola, defendiéndola, sin embargo, ya no había amor para ella, ya no, no después de susurrar blasfemias a espaldas de ella, de las humillaciones, de los maltratos, a ella y a sus hijos, de que en su cara le dijera que sería una gran reina para luego ocultarle la muerte de su padre y aprovechar de coronar a Aegon. No, ya no había amor, Alicent se encargó de eso, ella sola se encargó de alejar a todo quien quería ayudarla y amarla sinceramente.

Rhaenyra alzó la vista al ver que un mensajero aparecía en el gran salón, intercambió miradas con Daemon y éste fue a recibir el mensaje, más, sin embargo, cuando el mensajero le dio la carta a Daemon, éste la leyó y se puso tenso. Rhaenyra miró atenta a Daemon, este bajo la carta y se acercó a Rhaenyra con quietud, al estar frente a ella la tomo de la mano y se alejaron un tanto de la gente, fue ahí que Daemon le dijo.

- ¿Daemon?, ¿qué sucede?, ¿qué pasó? -preguntó levemente asustada, temiendo lo que ya suponía.

-Rhaenyra...es Lucerys..lo siento...-

-No, no Daemon...por favor..dioses no...Estas mintiendo, por favor dime que esto es mentira...- suplicó la reina negra, mientras sus ojos se cristalizaban.

-Rhaenyra, él no volverá...lo asesinaron...

- ¿Lo asesinaron...asesinaron...a mi dulce pequeño? ... ¿Quién...quien fue? - preguntó la mujer con su voz quebrada.

-La serpiente verde de un ojo lo asesinó. -respondió Daemon, reteniendo su evidente ira.

- ¿Aemond?, ¿mi..mi hijo asesino a su hermano?, Aemond...Aemond mató a mi niño, mi dulce niño... -Respondió Rhaenyra, con aberración al nombre de su quinto hijo.

-Si, él lo hizo, pero te prometo mi amor, pagará por habernos arrebatado a nuestro hijo, nuestro hijo será vengado... hijo por hijo, lo prometo...- juró Daemon, mientras sostenía la mano de Rhaenyra, apoyándola. Cuando la mujer se zafó del agarre con violencia, dando la espalda a todos, acercándose con lentitud a la chimenea, en donde se encorva, aguantando su dolor en silencio, para luego lentamente enderezarse y darse vuelta, mostrando un rostro completamente desconocido para los presentes. La amable y amorosa Rhaenyra, la dulce madre, esposa, sobrina, se había ido, ahora estaba la reina negra, la mujer que haría quemar los 7 reinos enteros por la muerte de su dulce niño.

-Quiero la cabeza de Aemond..


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Queen Of The King'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora