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—Capitulo Nueve—

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—Capitulo Nueve—

La joven de cabellos achocolatados admiraba con tranquilidad y seriedad la forma en la que su compañera observaba con curiosidad y ojos brillantes la botella de jugo de durazno que ese día le había llevado, sin embargo su vista fue retirada al percibir que la pelinegra giraba su rostro hacia donde ella se encontraba.

—¿Por qué haces esto?— Murmuró con voz baja, señalando con su dedo de forma vaga la botella sobre su escritorio y sin dejar de mirarla.

—Me ayudaste con los apuntes, y gracias a eso pude pintar mi parte del lienzo sin sentir dolor o incomodidad. — Harin musitó, tensando su mandíbula después de haber dicho eso. —

—Es curioso que aún lo recuerdes. —

El tono de Sooji había dejado ver que su gesto le había provocado algo más que sorpresa, solo que la castaña no sabía con certeza que le pudo haber provocado y no estaba segura de querer averiguarlo.

—Claro que lo recuerdo, es tu favorito, además, no había día que no pidieras uno en la cafetería de la primaria a la que asistíamos. —Confesó, sintiéndose arrepentida de haber sacado a colación ese tema.

El silencio les rodeó abruptamente, dejando que la tensión habitual entre ellas se instalase, impidiéndoles siquiera respirar con normalidad. La incomodidad era palpable, tan fuerte y nítida que incluso el murmullo de las demás chicas a su alrededor había cesado por completo.

Su atención fue rápidamente desplazada hacia la figura de su profesora, la cual había entrado al salón. La mujer de cabellos cobrizos dirigió su mirada hacia las alumnas, las cuales se encontraban en completo silencio, aparentemente esperando sus indicaciones para ese día.

—Como mencioné el día de ayer. —Comenzó a hablar dejándose caer con suavidad en su asiento. —Hoy se llevará a cabo la inspección de sus pulseras. — Las adolescentes asintieron, dándole a entender que lo recordaban. —Empecemos. —

Una a una, cada alumna se adentraba al salón contiguo;algunas salían en cuestión de pocos minutos y otras se tardaban más, aquellas distinciones en el tiempo hacía que las adolescentes que esperaban su turno murmuraran especulando sobre lo que podría estar sucediendo dentro de esa habitación.

—Sung Sooji. — Dijo la profesora Im con un tono de voz un poco elevado por el bullicio de que sus menores mantenían en el salón principal.

La pelinegra se levantó de su lugar, sintiendo abruptamente las miradas de sus compañeras posarse sobre su figura, ¿Aquello siempre pasaría?, era lo uno en lo que podía pensar mientras se dirigía con paso tenso hacia su profesora.

Llevó su mano derecha hacia la parte trasera de su cuello, donde apretó ligeramente en un intento por apaciguar el nerviosismo que empezaba a dominar cada pequeña célula de su cuerpo y que hacía a su corazón bombear con desesperación.

—¿Te encuentras bien, Sooji-yah? —

El tono preocupado en la voz de la docente frente a ella le hizo dejar de mirar el suelo, para después observar que ya se encontraban dentro del aula donde se hacía la inspección, trago con fuerza al no recordar cuándo es que llegaron y en que momento fue en que tomó asiento en la silla habitual.

—¿Sooji-yah? —

—Estoy bien. — Susurró al tiempo en que dirigía su mirada hacia la profesora,

—¿Segura? — La pelinegra asintió. — Bien, empecemos, ¿Cómo te has sentido respecto a tu relación con la señorita Baek? —

Apretó la mandíbula con fuerza, sintiendo como sus dientes chocaban, repitiendo el proceso un par de veces antes de dignarse a hablar. —Es…es confuso. — Confesó, su mirada se desplazó hacia la libreta donde su mayor apuntaba todo.

—¿Es extraño el que te de esas botellas? — La adolescente negó, gesto que hizo a la profesora fruncir su ceño.

—Es confuso que se tome la molestia de dejar esas botellas para mi. — Dijo sin dejar de mirar la libreta. —Es incluso más confuso lo que estoy sintiendo. —

La profesora observó con curiosidad como es que el rostro de la menor se dorio ro en una mueca llena de arrepentimiento, algo que atribuyó al último comentario dicho, y en el que indagaria después.

—Por favor ignore lo que he dicho. — Pidió Sooji, obteniendo un asentimiento por parte de la mujer, quien claramente no mencionará el tema pero tampoco lo olvidará.

Con cuidado la docente sacó cinco bolsas transparentes, cada una con una pulsera de un color diferente, cuatro de ellas eran familiares para la joven de cabellos azabaches, sin embargo su atención se desvió hacia la quinta pulsera, la cual era de color blanco, y la cual jamás había visto.

—He decidido integrar una nueva pulsera. —Habló la de cabellos cobrizos. —Esta pulsera representa un nuevo comienzo, una hoja en blanco, significa que estás dispuesta a dejar el resentimiento y empezar de nuevo, aunque eso no significa que serán amigas. —

Para sorpresa de la mujer, Sooji tardó solo un par de segundos en tomar la pulsera de color blanco. Observó como la adolescente se quitaba la de color negro para cambiarla por la nueva. Sonrió levemente, sintiendo que el proyecto empezaba a cambiar la forma de convivencia entre sus alumnas, incluso en las más problemáticas.

—Puedes irte. —

El turno de Harin fue, por decir lo menos, un poco caótico. La chica había estado a la defensiva desde el instante en que la docente le preguntó la razón del porqué es que había estado dejando las botellas de jugo de durazno en la butaca de Sooji, sin embargo el modo defensivo de la castaña se había quebrado al momento de darle a conocer la nueva pulsera.

Harin, al igual que su compañera pelinegra, había elegido cambiar de pulsera, sin embargo la profesora fue consciente de que la menor observó por un par de minutos la manilla de color gris, lo que le hizo sentir un más curiosidad por la historia que sus alumnas, aparentemente, compartían del pasado.

Harin, al igual que su compañera pelinegra, había elegido cambiar de pulsera, sin embargo la profesora fue consciente de que la menor observó por un par de minutos la manilla de color gris, lo que le hizo sentir un más curiosidad por la historia q...

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𝑇ℎ𝑒 𝐺𝑎𝑚𝑒 𝑂𝑓 𝐿𝑜𝑣𝑒 / 𝐻𝑎𝑟𝑖𝑛 - 𝑆𝑜𝑜𝑗𝑖 /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora