XXXIV.

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El tiempo en el hospital se sintió como unas vacaciones.

Me gustaba un poco, es decir, acostarme en la cama, que las enfermeras trajeran la comida (aunque era una mierda), que se enfadaran y hablaran con la abuelita, la que tenía Alzheimer que pensaba que su hijo todavía estaba en preescolar y no tener que pensar constantemente en cómo me iban a torturar hasta la muerte.

Era un buen sentimiento.

Pero, como dicen, todo lo bueno llega a su fin y mis divertidas vacaciones de seis días en el hospital también terminaron.

El tiempo se estaba acabando y por mucho que me hubiera encantado dormir en esta deprimente pero bonita cama y tomar un sorbo de mi inexistente piña colada,
necesitábamos sacar el culo de aquí y además, estábamos bien. Ya no había necesidad de atención médica.

Había comprado algunos teléfonos desechables en una tienda departamental cercana que había estado usando para contactar a Sung. Nuestros teléfonos celulares ya se habían convertido en polvo en el accidente, y si quería hacerme la muerta, era conveniente no usar nuestros teléfonos celulares.

Le dije a Sung dónde quería que se
entregara el efectivo porque no era posible obtener una transferencia bancaria. Tampoco
necesitaba rastrear sus tarjetas, lo que solo
causaría más problemas y revelaría nuestra ubicación.

Byungho era inteligente y sería una estupidez
subestimarlo. Lo había hecho bien
asegurándose de que no sobreviviéramos, y si no fuera por mi decisión de saltar de un auto a toda velocidad, Byungho habría obtenido lo que quería.

Me aseguré de que la enfermera no estuviera a la vista y le pasé a Jimin algo de ropa que había comprado en la tienda. No eran sus cosas caras de diseñador habituales, era una camiseta barata y unos vaqueros del tipo que conseguirías en una rebaja, pero tenia que arreglárselas con esto.
No tuvimos el lujo de interpretar a Richie Rich, definitivamente no cuando necesitaba el dinero si planeábamos huir. Sin embargo, debo mencionar que Jimin se veía extremadamente sexy con una bata de hospital. Me aparté de la nube de lujuria que intentaba cegarme mientras la veía desvestirse y luego ponerse la ropa frente a mi.

Me puse un vestido. Y aunque era halagador y se sentía bien, no estaba tratando exactamente de impresionar a nadie. Puse una gorra de béisbol en la cabeza de Jimin y la bajé.

Mirando sus sexys ojos, le dije. - Tenemos que ser discretas sobre esto tanto como sea posible. No pueden atraparnos, ¿de acuerdo? -

De repente, quería que esas vacaciones en Francia fueran reales. Qué bonito habría sido sentarme en un café de París y llenarme la cara de éclairs. Ni siquiera tenía pasaporte hasta hace unos días, y estaba a punto de morir sin tener un sello.
Es gracioso lo lejos que había llegado
Byungho para hacer que esta artimaña de vacaciones pareciera creible.

Jimin asintió y me encantó eso de ella.
Confiaba en mí por completo.

Me puse de puntillas y la besé una vez antes de avisarle de lo que se suponía que debíamos hacer. Me escuchó con atención y me dejó tomar las decisiones.

- ¿Por qué nos llaman señor... - reflexionó por un momento - señoras Carter? - Preguntó.

- No tengo ni idea. Cuando desperté, así nos llamaban Winter y Karina Carter, y no los corrigí porque me di cuenta de que era mejor que tomáramos un alias. Si decimos... - miré afuera asegurándome de que nadie estuviera al alcance del oído, y bajé la voz. - si decimos Yoo, nos rastrearán fácilmente y no podemos permitir que eso suceda -

El nombre tenia poder y no seria muy complicado que alguien sumara dos y dos y nos descubrieran.

- ¿A dónde vamos, Jeongie? -

Blind Mind (Winrina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora