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Habían pasado cinco días desde que Yoongi se había encontrado con Kina en ese supermercado. Cinco días en los que no había dejado de pensar en ella. Esa chica le hacía perder la cabeza. Y si le quedaba alguna duda a ese respecto, esta se había disipado después de intentar enrollarse con ella entre las cajas de cereales y los botes de café.

Aún le costaba entender cómo habían pasado de un simple «hola» a casi fundirse el uno con el otro. Ella no se había resistido en absoluto. Sus palabras decían una cosa y su cuerpo otra. Y puesto a elegir, se había quedado con la opinión del segundo.

Sonrió al recordar la cara que había puesto cuando le envió la fotografía. Su mirada de asombro y la risa incontenible que había brotado de su cuerpo. En ese instante se le había pasado por la cabeza que podía hacerlo, que podía tener algo especial con Kina. Pero al llegar a la camioneta, la realidad se impuso de nuevo. Entre ellos no podía haber nada porque él jamás podría darle nada. Por ese motivo no la había llamado, ni tampoco le había dicho a su madre nada sobre el vestido. Mejor no volver a verla y evitar la tentación. Porque con Kina era imposible no pensar en una vez más. Solo una vez más.

¡Joder, todo sería más sencillo si los últimos días no hubieran existido!

—¿Te ha llamado el dueño del Camaro? —preguntó Namjoon.

Yoongi abandonó sus pensamientos. Dijo que no con la cabeza y tiró con fuerza de la cadena de la que pendía un motor. Gruñó por el esfuerzo y volvió a tirar. Izó el motor otro poco, hasta que quedó fuera de la GMC. Namjoon y Jimin se apresuraron a cogerlo.

—¡A la madre, cómo pesa! —exclamó Jimin.

—Eres una nena —se burló Namjoon. Miró a Yoongi mientras los brazos le temblaban por el esfuerzo—. ¿Dónde lo quieres?

—Dejenlo sobre ese soporte. Tengo que desmontarlo entero —respondió.

—Deberías llamar tú —sugirió Jackson. Estaba recostado contra una pared, lanzando sabritas al aire y atrapándolas con la boca—. Al cabrón del Camaro —aclaró al ver la mirada inquisitiva que le lanzó Yoongi.

—No voy a llamarlo. Si lo hago se dará cuenta de que estoy desesperado por quedarme con el puto carro y entonces subirá el precio. —Inspiró hondo y se limpió el sudor que le empapaba la frente. Y añadió para sí mismo—: Llamará. Tiene que llamar.

—¿Y si no lo hace? —insistió Jackson.

—Lo hará, chingaa.

—Pero...

—Sin peros, ese coche va a ser mío y punto.

—Debiste subir un poco más el precio —comentó Namjoon y se rascó la coronilla—. El coche lo vale. Yo creo que se sintió insultado por lo que le ofreciste.

—¿Cuánto le ofreció? —se interesó Jimin.

—Cuatro quinientos —respondió Namjoon con tono de resignación.

Yoongi puso los ojos en blanco y se acercó a la GMC para bajar el capó. Jimin hizo un ruido raro con la garganta.

—¿Le ofreciste esa mierda? —le soltó a Yoongi con los ojos muy abiertos—. Hermano, ya puedes olvidarte del coche.

Breaking the Rules- Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora