- #1: 𝗣𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗱í𝗮, 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗮𝘀 𝗶𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 -

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- 𝗨𝗿𝘀𝘂𝗹𝗮 𝗦𝗰𝗼𝘁𝘁 -

Después de ducharme, me dirigí a mi habitación para arreglarme. Me vestí sin prestar mucha atención a lo que había sacado de mis cajones, y metí mis instrumentos y libretas en la mochila. Me añadí algo de vida en el rostro con un delineado apenas perceptible. Luego de revisar el contenido de mi mochila tres veces para asegurarme de no haber olvidado nada, salí de mi habitación y bajé rápidamente las escaleras. Mi madre ya estaba en el pasillo, preparándose para salir.


-Buenos días, mamá -dije, intentando sonar más despierta de lo que realmente estaba.

-Buenos días, Ursula. ¿Ya estás lista? -respondió sin mirarme, en un tono firme que intentaba ocultar la preocupación detrás de sus palabras.

-Sí, lista -mentí en voz alta desde la cocina, tomando una manzana del refrigerador. Sabía que ella valoraba la puntualidad y la disciplina por encima de todo, dado que había levantado un negocio, y no quería darle razones para preocuparse.

-Espero que no te retrases hoy; te recuerdo que en tu carrera es importante aprovechar cada oportunidad -dijo ella, ahora en su tono serio de siempre.

Salí de la cocina y la despedí con un beso rápido en la mejilla.


-Lo sé, mamá. Haré mi mejor esfuerzo -respondí, forzando una sonrisa.

Me dirigí rápidamente hacia la puerta, pero justo antes de salir, mi madre me lanzó una última mirada crítica.


-¿Vas a llevar eso otra vez? Siempre estás con esa sudadera negra y esos pantalones blancos. ¿No tienes otra cosa que ponerte? -suspiré, sabiendo que la pregunta llegaría eventualmente.

-Es lo único que me queda bien de todo lo que tengo -respondí en un tono ligeramente defensivo.

-Deberías considerar renovar tu guardarropa -comentó ella, casi como una orden.

-Sí, mamá -respondí, rodando los ojos mientras abría la puerta. - Te quiero.

Salí de la casa, agradecida de estar fuera de la vista de mi madre, aunque no podía evitar sentir una mezcla de ternura y exasperación por su constante preocupación. Caminé a trote lento hacia la parada de autobuses que quedaba a dos cuadras de mi casa, lista para enfrentar la universidad.

Al llegar, vi a mi mejor amiga, Molly Wallace, esperándome con su característica sonrisa de buenos días. Molly y yo conectamos desde el primer año de la carrera; ambas compartimos la pasión por el diseño y la ilustración, aunque siempre he considerado su trabajo muy superior al mío.

- ¡Hey! Qué puntual, señorita -dijo sarcásticamente en cuanto me vio.

- ¿Cómo estuvieron las vacaciones? -pregunté, evadiendo su comentario mientras ajustaba mi mochila en el hombro.

- Algo ocupada con un montón de encargos de ilustración -respondió ella con entusiasmo-. No me puedo quejar, aunque apenas tuve tiempo para disfrutar de los pagos.

- Fanfarrona. ¿Hubo algún proyecto interesante? -le pregunté, intrigada.

- Pues, estuve trabajando en una serie de ilustraciones para un libro infantil. Fue todo un reto, aunque disfruté trabajar en ello. Incluso, uno de los editores me ofreció una comisión extra para ilustrar la portada de su próximo libro -respondió Molly, con una sonrisa orgullosa.

- Ya veo comprándote una mansión con tus millones de ilustraciones para niños. Solo no te olvides de los pobres arquitectos cuando seas famosa, ¿vale?- le dije, con una mezcla entre cariño y sarcasmo.

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⏰ Última actualización: Jun 23 ⏰

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