ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ

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El transporte del campamento de verano nos habia dejado en la puerta de la casa, el aire frío amenazaba con una gran tormenta que a juzgar por las nubes, podria durar toda la noche. 

Tome mis maletas mientras Priscila tallaba sus ojos para obligarse a despertar bien del sueño tan profundo en el que habia caído de regreso a nuestras casas. Estaba felíz, despues de mes y medio por fin volvería a ver a mis papas, aunque las cosas en la casa no iban bien ultimamente. En el pueblo había rumores que la empresa de papá había quebrado y que esta vez no habia remedio, "ni si quiera un pacto con el diablo podria salvarlo".

Tocamos el timbre con la esperanza de que ambos corrieran felices a ayudarnos y cenaramos tan felices como en los viejos tiempos, pero nada.

Un eco escalofriante retumbo en la casa al momento de tocar nuevamente el timbre sin obtener resultado, gire mi vista hacia Priscila y podía ver lo pálida que se había puesto, estaba a punto de tocar nuevamente el timbre cuando un grito ensordecedor resonó en toda la casa, provocando que los cristales de las ventanas vibraran al mismo tiempo. 

Sin pensarlo dos veces solte las maletas y corrí a buscar la llave de seguridad que teníamos escodida a un lado del arbol a la entrada de la casa, las manos no me respondían, jamás me habían temblado de esta manera, Priscila sacaba a puños la tierra tratando de encontrar la maldita llave.   

-¡Aquí esta! —limpio sus lagrimas dejando tierra en sus mejillas, poco importaba realmente. 

Corrimos a la puerta  y era como si la llave no quisiera entrar, algo no nos permitía ni siquiera acercar la llave a la chapa, una fuerza inexplicable nos detenía. El llanto de Pris se hizo más fuerte y podía sentir la desesperación que irradiaba de ella. Volteé al arbol buscando una piedra para lanzarla a la ventana y entrar de esa manera, el viento cada vez era mas fuerte y las ramas de los arboles en toda la calle se movían tan violentamente. 

*** 

-Puedes correr, pero no esconderte —el tono juguetón de mi papá retumbaba en el salón de la casa, yo corría a todo lo que me daban mis piernas, podía escuchar como el venía detrás mío, un aire frío había inundado la casa, el olor a podredumbre no salía de mis fosas nasales.

-Priscila, mi amor, ya sé donde estas —gritó nuevamente mi padre, su voz era más rasposa, emanaba sonidos guturales incluso solo con respirar.

Mi corazón quería salir de mi pecho, no podía creer en nada de lo que mis ojos habían visto.

Mi mente era consciente de que en una persona sólo hay 5 litros de sangre, nunca imagine verlos salir a borbotones de alguien...

Una mano tomó mi escuálido brazo y tiro de mí con fuerza, el grito se quedó ahogado en mi pecho, creí me desmayaría antes de verle el rostro a mi cazador.

-K-am n-no grit-tes —una mano llena de sangre y fría cubría mi boca, el sabor a hierro invadió mis papilas mientras las lágrimas salían sin control, no me atrevía a abrir los ojos— p-papá volvió a subir —dijo Priscila en un siseo y sin pensarlo la abrace con todas mis fuerzas.

-Te-tenemos-s que irnos d-de aquí —susurré a su oído—  no hagas un solo ruido.

Un estruendoso ruido nos sorprendió antes de salir de nuestro escondite, la madera crujía como cuando se rompe y quedan pedazos colgando, en un movimiento cauteloso había puesto a Priscila detrás mío, miraba a todas partes tratando de buscar algún objeto que pudiera usar en defensa, no había nada.

‐¿Hay alguien aquí? —una voz familiar había lanzado un grito al interior de la casa, el eco resonaba en todo el interior de ésta, un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando Priscila apretó mi mano, su respiración se volvió más pesada y rápida.

-K-kam... —gire mi vista a su rostro, podía ver el terror en su expresión, su mano se levantó lentamente señalando al techo del pasillo— ¿E-es papá?

Lleve mis manos a mi boca para cubrir el grito que estaba por salir de mi garganta, papá estaba... estaba gateando por el techo, ¡Dios mío! ¿Que estaba pasando?

Los pasos se acercaban cada vez más a nosotras.

Un arma apuntaba al frente del pasillo, mis labios temblaban, quería decirle que algo caminaba en el techo, pero ni una palabra salía de mi boca, no podía articular ni siquiera una vocal, sentía como las manos de Priscila perdian su fuerza, su cuerpo había chocado con el piso de madera.

De pronto papa dio un brinco para caer frente a la persona que portaba el arma, mi vista se volvio borrosa, las fuerzas de mis piernas me abandonaban al mismo tiempo que sentía como mis latidos disminuian.

Un disparo.

Dos.

Ninguna bala lo atravesaba, nuevamente los sonidos guturales a modo de risa retumbaban en toda la casa, a la misma vez que se quebraban los cristales.

Todo se volvio negro... 

ʙᴀᴊᴏ ᴇʟ ʜᴇᴄʜɪᴢᴏ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora