Por fortuna los empleados de ecomoda habían llegado a sus puestos de trabajo a su horario regular como ya era su costumbre, con algunos minutos de retraso en el caso de Aura María, quien fue corriendo con su actual jefa para enumerar el centenar de excusas por las cuales justificaría su retraso. Aunque poco importaba a estas alturas, en cualquiera de los casos, había una decisión importante que debía tomarse.
Beatriz le dejó instrucciones a su secretaria sobre el cáterin y el servicio que debía llevarse a cabo en tiempo y forma durante la junta. Por fortuna no sería el primer rodeo de la coqueta y despistada Aura María, pues ya lo había hecho meses anteriores desde que había comenzado la gestión de la Doctora. A decir verdad, aquella que había comenzado como recepcionista, fue capacitada de una manera eficaz por su misma jefa.
--Aura María, ¿Sería mucha molestia si me llevaras un té de menta a la sala de juntas?—Preguntaba Beatriz con las carpetas del balance en mano.
--Claro que si mijita, perdón... Doctora.
--Ya te he dicho que no necesitas ser tan formal conmigo Aura María—Respondió la pelinegra con anteojos con su ya típica risa ahogada, lo más parecido a tener leves arcadas.
--De eso nada mija, usted ya es juiciosa, bueno siempre ha sido juiciosa, bueno, usted ya sabe
--Anda, ve por mi té y coordina por favor el servicio de meseros.
Beatriz observó a su alrededor y se dio cuenta como siempre que sus otras compañeras llegaban a sus puestos como era costumbre. Mariana esculcando su bolsa para sacar algunos lapiceros, Sandra encendiendo su computadora y observando los adhesivos del día, Inesita caminando detrás del ya tan exigente Hugo Lombardi, y con quien a decir verdad no le gustaba tratar mucho a pesar de hacer una tregua en el desfile de modas anterior cuando vistió y renovó al cuartel de las feas como clara muestra de que toda mujer colombiana podía llevar orgullosa uno de sus diseños.
Por alguna razón observó el escritorio de Patricia Fernandez, quien como ya era costumbre tenía más retardos que sus deudas bancarias. Sin embargo, la oficina de Marcela Valencia estaba encendida seguramente preparándose para la junta que se llevaría a cabo en unos veinte minutos, y a pesar que aquella mujer se había sincerado con ella respecto al tema de Armando, prefería que las cosas tomaran su curso y respetar sus respectivas distancias.
No había conflicto entre ellas, de hecho, cualquier idea que tuviese Marcela al respecto de los puntos de venta era totalmente respetado por Beatriz. Con esto se había logrado una relación laboral armoniosa haciendo que todo fluyera como era debido.
"Él no me ama Beatriz, la ama a usted"
"Estuve ahí cuando curé sus heridas, y en ese momento me di cuenta que lo había perdido"
A pesar de la charla incomoda, pudo ver una faceta de Marcela totalmente opuesta a la que durante mucho tiempo estuvo acostumbrada. Esa mujer que la odió desde su llegada a la empresa, esa misma mujer a la cual le había robado el amor de su vida con el pretexto de vivir su propio sueño. Uno de sus pesares, una de sus culpas, era el saberse merecedora de su odio, de su desprecio. La detestaba con justa razón, pues bien dicen que el final no es lo que mata, sino la incertidumbre.
Marcela Valencia, vivió en la incertidumbre por mucho tiempo.
--Hágame un favor Aura María, si usted ve que el doctor Armando Mendoza se mete a la sala de Juntas vaya inmediatamente e interrúmpame con algo, pero solamente si no entra nadie mas.
La secretaria de presidencia asintió sin preguntar alguna cosa, pues ya sabía todo el turbio pasado que sostuvieron juntos cuando en lugar de su jefa, era una compañera más de trabajo. Se dispuso a ir al sitio donde se tomaban las decisiones cruciales, y por fortuna se encontraba sola, así que aprovechó ese tiempo para repartir adecuadamente las carpetas en color azul que contenían los estados de resultados que se llevaban hasta su actual gestión.
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El Viento Bajo Mis Alas
FanficEcomoda por fin está a salvo, Beatriz Pinzón Solano logró cumplir su gestión como Presidente de la renombrada casa de modas. Pero es hora de liberarse de lo que la aprisiona, sus miedos, sus verdaderas inseguridades. Daniel Valencia, un hombre acost...