Capítulo 3: Miradas inquietantes.

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Elena continuó asistiendo a las clases particulares en la casa del profesor Mario, pero la incomodidad que sentía iba en aumento

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Elena continuó asistiendo a las clases particulares en la casa del profesor Mario, pero la incomodidad que sentía iba en aumento. Mario comenzaba a acercarse más de lo necesario, tocando su hombro mientras le explicaba un problema o susurrándole al oído.

Una tarde, después de una clase particularmente incómoda, Elena se reunió con Hanna y Oliver en la cafetería.

—No puedo seguir así —confesó Elena, con la voz temblorosa—. Mario está sobrepasando los límites y me siento atrapada.

Hanna, furiosa, apretó los puños.

—No dejaré que te siga haciendo eso. Vamos a encontrar una manera de detenerlo —dijo Hanna, su tono autoritario reflejando su determinación.

Oliver, quien siempre había tenido un ojo en Elena, también se mostró preocupado.

—No deberías ir sola a su casa, Elena. Esto es serio —dijo Oliver, con una seriedad poco común en él.

Esa noche, Elena recibió un mensaje de texto de Mario.

"Espero que estés lista para la próxima clase. No olvides lo que hablamos hoy. Mario."

Elena sintió un escalofrío y decidió contarle a sus amigos todo al día siguiente.

La siguiente clase en la casa de Mario fue aún más perturbadora. Cuando Elena llegó, Mario abrió la puerta en una toalla.

—Oh, Elena, pasa. Perdón, acabo de salir de la ducha —dijo Mario, sonriendo de una manera que hizo que Elena se sintiera aún más incómoda.

—¿No podemos posponer la clase? —preguntó Elena, intentando mantener la calma.

—No, no. Solo dame un minuto para vestirme. Puedes empezar a revisar los problemas mientras tanto —dijo Mario, caminando hacia su habitación.

Elena se sentó en la mesa, sintiendo un nudo en el estómago. Mario regresó unos minutos después, vestido, pero su comportamiento seguía siendo inquietante.

—Eres una chica muy especial, Elena. Es un placer tenerte aquí —dijo Mario, mirándola fijamente.

Elena trató de concentrarse en su libro, pero la cercanía de Mario la hacía sentir cada vez más incómoda. De repente, Mario se inclinó hacia ella y trató de besarla. Elena se apartó rápidamente, horrorizada.

—¡Profesor, no! —exclamó Elena, con el corazón acelerado.

—Lo siento, Elena. Me dejé llevar. No volverá a pasar —dijo Mario, retrocediendo, pero la incomodidad y el miedo en Elena no desaparecieron.

Al final de la clase, Elena salió de la casa rápidamente, casi corriendo. Al día siguiente, se reunió con Hanna y Oliver en la cafetería, buscando su apoyo.

𝖲𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗌 𝗂𝗇 𝗍𝗁𝖾 𝖥𝗈𝗋𝖾𝗌𝗍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora