Extra 1

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La vida no era fácil, pero al menos se tenían el uno al otro, y eso les ayudaba a apaciguar la cruda realidad. La dura verdad era que la raza humana casi había desaparecido, y solo quedaban sobrevivientes que, día tras día, luchaban por seguir adelante en un mundo desolado.

Afortunadamente, su pequeño refugio, un búnker bien abastecido, les proporcionaba seguridad y comodidad. Dentro de sus paredes, no tenían que preocuparse por la escasez de comida ni por la falta de recursos. Tenían todo lo necesario: alimentos enlatados, agua filtrada y medicinas, lo que les permitía enfocarse en sobrevivir sin el miedo constante de la hambruna o la desesperación.

Su relación, aunque no era perfecta, había mejorado con el tiempo. Sasuke, antes tan hostil y cerrado, había comenzado a abrirse, mientras que Naruto había dejado de actuar de forma tan despreocupada. Era un cambio sutil, pero palpable. La tensión entre ellos se había suavizado, permitiendo que una nueva forma de camaradería floreciera en medio del caos.

Sin embargo, había cosas que Naruto aún no entendía. La inocencia del rubio era palpable; no sabía qué era el sexo ni los aspectos más complicados de la vida, ya que había crecido aislado, rodeado solo de ramas y recuerdos de su infancia. Desde la desaparición de sus padres, cuando tenía apenas diez años, había vivido en un mundo de soledad, sin nadie que le enseñara las verdades de la vida. Ya no recordaba claramente cómo eran los días antes del brote, y se preguntaba si la infección había arrasado con todo el mundo o si había algunos lugares que se habían mantenido a salvo.

A pesar de la incertidumbre del mundo exterior, Naruto sentía que tenía todo lo que necesitaba en el búnker, y no cambiaría su vida por nada.

—Sasuke, ¿pasa algo? No has comido nada —preguntó, mirando con preocupación a su amigo.

—No es nada... —respondió Sasuke, su voz era un susurro lleno de timidez—. Es solo que me gustaría salir... ¿Lo harías por mí?

Naruto sintió un escalofrío recorrer su espalda. No podía permitir que su amigo se arriesgara a salir al peligroso mundo de arriba.

—No puedo permitir que salgas —contestó con firmeza, su tono marcado por el temor.

—He recordado todo —dijo Sasuke, dejando su plato de comida a un lado, su mirada intensa—.

—¿Qué? —Naruto frunció el ceño, su corazón latía más rápido.

—Lo he recordado. Me gustaría salir y ver cómo ha cambiado todo —replicó, un destello de determinación en sus ojos.

—¡No! Sasuke, me alegra y me preocupa que hayas recordado, porque tengo miedo de que vuelvas a atentar contra tu vida. Sé que tu prótesis es buena, ya no necesitas muletas, pero no puedes salir. Arriba es peligroso —dijo, la angustia apoderándose de su voz.

—Por favor, Naruto... —tomo su mano con una fuerza inesperada—. Necesito ver cómo está el mundo. Prometo que ya no me volveré a hacer daño.

El rubio pareció pensarlo, sus pensamientos se reflejaban en su rostro.

—¿Necesitas? ¿Qué es lo que quieres hacer exactamente? —preguntó, intentando comprender la urgencia de su amigo.

—Ir a la casa de mis padres. Nunca pude volver. No queda en el centro de la ciudad ni en un sector poblado, su casa era muy alejada de la gente. ¿Me llevarás? —su voz se llenó de esperanza.

Naruto suspiró profundamente, una batalla interna surgiendo en su mente.

—... —parecía dudar—. Está bien, tú ganas. Pero no te alejes de mí. No podemos salir en vano hacia arriba; primero iremos a un supermercado a ver si podemos recolectar comida rica o cosas interesantes.

Habitaciones sin ventanas (Narusasu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora