Hwang Hyunjin llegaba horriblemente tarde.
Jeongin siguió mirando el reloj en su muñeca, pero el tiempo no se detuvo y su, ahora supone, "prometido" ni se dignaba a mostrar su irresponsable cara. Su madre fue firme con respecto a su nuevo matrimonio concretado, con una sonrisa resplandeciente mientras le afirmaba que lo que estaba haciendo era "por el bien de su familia" y que todos "estaban muy orgullosos de él" por eso.
Jeongin estaba desconsolado. Su firme futuro, al que se había intentado agarrar con uñas y dientes. ahora era un simple recordatorio de que no importaba cuánto lo intenté, su futuro estaba controlado desde el momento en que nació. Ahora su cuerpo y su futuro le pertenecerían a alguien más, alguien que no hizo más que parecer su vida un infierno y que también despreció su género omega.
Los días después de la reunión con sus padres fueron, por decir menos, totalmente desoladores. Siguió con su rutina, yendo a trabajar a la firma de su familia, asistiendo a reuniones y fingiendo que sus palabras estaban siendo escuchadas en las reuniones. Siguió atendiendo clientes y resolviendo juicios sobre divorcios, un poco celoso de que al menos esas personas tuvieran la oportunidad de renunciar a "ese" contrato de por vida.
Al menos ellos tuvieron la oportunidad de amar antes de que todo se convirtiera en cenizas. Se preguntó sobre lo que podría esperar de un matrimonio así.
Hyunjin disfrutaba humillarlo. Reducirlo y cortar, cortar, de manera tan profunda. Con el paso de los años, él aprendió a lidiar con eso, a no dejarse arrastrar por un par de palabras de la boca de una víbora con cara bonita. Pero fue tan difícil al principio, tan desolador tener que enfrentarse a un alfa que presionaba todos sus botones, con la lucha interna de dejarse someter a él por parte de su omega y la irrefutable ira del propio Jeongin, criado para no dejarse aplastar por nadie.
Sería un desastre.
Pensó entonces en niños irremediablemente. No podría tenerlos. Se negaba a hacerlo y someter a alguien inocente a vivir la misma vida que se le impuso. Su propio corazón se negaba a hacer pasar a alguien la misma situación que él. Se preguntó qué pasaría en sus celos. Si Hyunjin estaría pensando en pasarlos con él. En sí lo despreciaba lo suficiente para evitar que eso sucediera. En si Hyunjin lo despreciara lo suficiente a él para negarse.
Se imaginó a sí mismo, de espaldas, con las piernas abiertas y Hyunjin intentando arrancarle los sesos. No podía negar que era un alfa hermoso y que incluso después de tantos años de sus disputas, él imbécil se volvió el doble de atractivo. Pensó en cómo sería tomar su nudo, en lo grande que podría ser o lo patético que se vería. Una injusticia enorme, pensó, si resulta ser directamente proporcional a su ego. ¿Lo trataría bien, cuidaría de él y le besaría por todas parte o simplemente lo obligaría a tomarlo hasta que estuviese lo suficientemente lle...?
"¿Jeongin?" una voz lo sacó su ensoñación.
Parpadeó lentamente para volver a su realidad. Hyunjin estaba ahí, mirándolo como si le hubiese salido una segunda cabeza. El sutil sonrojo presente en su rostro fue un indicador para decirle lo metido que había estado en sus pensamientos y cómo parte de su propio olor se estaba filtrando. Agradeció por pensar en reunirse en su propia oficina para discutir con Hyunjin y se mortificó brutalmente por haber sido atrapado.
"Llegas tarde" le dijo al alfa frente a él.
Estaba vestido con un traje de tres piezas, que obviamente sabía lucir. Algo que combinada perfectamente con su largo cabello negro. Todo en el gritaba riqueza y Jeongin levantó el mentón para no dejarse intimidar por este hombre. Su propio pantalón formal y camisa polo contrarrestaban con la formalidad del otro, incluso cuando informó que sería una reunión informal.
ESTÁS LEYENDO
vivir así (es morir de amor) /hyunin (ABO)
Romance"Será un buen trato" su padre menciona. Jeongin lo mira, pero ninguna emoción le surge del cuerpo. La felicidad se desborda a montones de sus padres, pero a él no termina de alcanzarlo. Asiente, mientras sus piernas tiemblan y reza para que la sonri...