16. Fiesta (parte 1)

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¿Se puede morir por ser tan dramática? 

Era una pregunta que Luna se repetía una y otra vez, más en aquellos momentos en el que sentía que por dentro colapsaba. 

Fue al baño para tratar de respirar más tranquilamente. Cerró la puerta tras de sí y apoyó su espalda sobre ella. Su gata, Molly, comenzó a raspar la puerta con la intención de entrar también, pero el ruido de sus uñas lo escuchaba tan lejano porque en su mente sus pensamientos se escuchaban muchísimo más fuertes.  

Estaba enfadada consigo misma porque su corazón estaba ilusionado, otra vez, y no quería que la volvieran a lastimar. Le molestaba ser tan sensible, sentir demasiado le parecía doloroso.

-¡Ya sé que te dije que no quería estar sola pero estos sentimientos, otra vez, me aterran, Dios!- Dijo a la nada, pero esa vez lo dijo con más certeza de que aquel ser superior podría escucharla. Sin embargo, no lo entendía y necesitaba que le respondiera más claramente porque en ese momento no podía controlar ninguna de sus emociones. 

Tenía el corazón acelerado, estaba nerviosa por los acontecimientos que esa noche se le habían presentado. Sin saber qué hacer, ya que, su ayudadora personal de esos momentos era Any y seguro estaba muy dormida en ese horario. 

Eran cómo las cuatro de la mañana. 

Hayden le había prometido quedarse despierto con ella hasta que su amiga llegara de la fiesta para que no estuviera tan preocupada y pudiera distraerse. Sin embargo, Emily no había llegado a la hora acordada, ni tampoco había dado señales de vida.  Además, el chico no la estaba ayudando a calmarse como lo era su objetivo. Ella sabía que él no tenía la culpa, ni que esas eran sus intenciones, de que ella se sintiera así, pero no podía controlar su corazón en ese momento. 

No lo admitiría pero se estaba enamorando de él. Todo su ser interior gritaba emocionado porque él la estuviera acompañando en ese momento aunque  solo fuera por mensajes. Pensaba que él podría estar durmiendo tranquilo en su cama o tal vez estaría haciendo otra cosa, pero decidió quedarse conversando para que ella estuviera bien. Decidió quedarse con ella y pensar en eso hacía que sus ojos verdes chispearan de alegría con cada uno de sus mensajitos.

Pero con aquel último mensaje que él le había mandado, la sonrisa se le borró. Su corazón pareció haberse detenido por un segundo y su cuerpo comenzó a temblar por culpa de la ansiedad que padecía. 

Su mente se dio cuenta de que lo que alguna vez imaginó se estaba haciendo real y no pudo parar de sobre pensar. Esperaba tanto un amor que la hiciera sentir completa, que fuera solo para ella y que no la decepcione, un amor que la llenara.

Si seguían hablando, ¿Qué pasaría?  

Pensaba que las conversaciones de madrugada siempre fueron peligrosas, y ese mensaje solo podía marcar el principio de algo. 

¿Hasta dónde llegarían?

¿Su corazón saldría lastimado?

¿Cómo podía evitarlo si le gustaba?

Quería que Hayden no se detuviera en decirle esas cosas, no quería dejar de sentirse querida por él, ni que sus ojos perdieran el brillo que solo él causaba. Porque de esa manera se sentía esperanzada. Le gustaría que el tiempo se congelara y sus sentimientos se desvanecieran. Porque aunque todo eso le gustaba, también la asustaba...

¿A él le brillarían los ojos por ella?  

¿Hayden se sentiría atraído por ella? 

Solo había una forma de saberlo y aunque tuviera mucho miedo solo ella podía decidir qué hacer. Miró hacia el techo, en una forma de mirar hacia el cielo y aunque no expresó palabra alguna Dios supo sus intenciones porque la conocía. Él sabía que ella no podía hacerlo sola y ahí estaría para acompañarla, aun cuando su corazón estuviera roto en mil pedazos para recoger cada una de las piezas.

Hasta que te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora