CAPÍTULO 4

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Un acogedor atardecer se asomaba por las ventanas de la cafetería en la que Shinsou había decidido venir con Monoma, persona a la que esperaba con ansias

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Un acogedor atardecer se asomaba por las ventanas de la cafetería en la que Shinsou había decidido venir con Monoma, persona a la que esperaba con ansias.

Dejando de divagar por la ventana que otorgaba una encantadora vista del cielo y la concurrida calle de enfrente, desvió su mirada al interior del lugar que estaba amoblado de mesas y sillas de madera con un pequeño acolchado color rosa como las paredes; tenía varios cuadros de pintura hermosos y algún que otro estante acompañado por verdes plantas que le brindaban más color a la cafetería; tenía vidrieras que dejaban a plena vista los apetitosos postres, dulces y panes que se vendían, más el riquísimo olor que emanaba la cocina en donde hacían todos esos manjares. Era hermoso y acogedor. Más tarde se encargaría de agradecerle adecuadamente a Midoriya, después de todo él le había recomendado el sitio.

Pocos segundos después, la campanilla de la puerta sonó dando a entender la entrada de una persona al establecimiento. Shinsou elevó la mirada y se topó con los ojos plateados y ligeramente azules que lo habían encantado por completo aquella noche; observó su rubia melena que era muy similar a la luz que emanaban los rayos del sol y que parecía brillar aún más con la luz de las lámparas del lugar; como si fuese ilegal, bajó cauteloso a los finos y rosados labios que esbozaban una sonrisa coqueta que ya había probado; y de la misma forma deslizó sus ojos a su silueta, delgada pero lo suficientemente resistente por si algún día quisiese estropear ese divino cuerpo.

Hitoshi tragó saliva. La presencia del rubio era mala, muy mala para él y más aún con esos atrevidos pensamientos que lo eran todo menos oportunos.

-¿Ya haz dejado de admirarme?-rió divertido el más bajo de los dos, a la vez que tomaba asiento. El de pelos morados se avergonzó y sus mejillas lo hicieron evidente. Monoma, al notarlo, simplemente sonrió-Y dime...¿Cómo has estado?

-Yo he estado bien- respondió Shinsou-. Aún así no sé si seas tú al que le corresponda preguntar eso después de bueno...eso.

-Oh.

Ahora los sonrojados eran dos.

El silencio tomó asiento en la mesa y optó por acompañarlos un rato. Si la idea era incomodarlos, su plan había fallado. Tal vez las palabras no eran necesarias en ese preciso instante ya que ambos disfrutaban de la presencia del otro y tener sus rostros frente a frente bastaba para que sus corazones latieran a la par y así generar un calor que nunca antes habían sentido con nadie más.
De esa forma continuaron unos segundos más hasta la llegada de una simpática mesera que les ofrecía el menú de la cafetería.

Monoma miró a Shinsou de reojo y se sorprendió al ver que el otro ya estaba mirándolo, y en su expresión, una tierna sonrisa que aceleró los palpitos del rubio.

-Ésta vez va por mi cuenta. Elige lo que quieras.

Monoma, crédulo, le sonríe de vuelta y escoge su merienda al igual que el de cabellos alborotados. Una vez decidieron, llamaron a la mesera y ella lo anotó todo en su libreta para ir a llevar sus pedidos.

In The Night Club | ShinmonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora