Bakugo
—Fue genial, ¿Verdad? Ni siquiera sé cómo lo hice, —Dijo, a la vez que sacaba la cabeza por la ventana, concentrada en sentir su cabello escurrir sobre la brisa.— seguro fue mí instinto de héroe o algo así.
Era verdaderamente patético enorgullecerse de un guijarro. Se había acostumbrado tanto a ser inútil para todo que su mediocridad la convencía de que cualquier cosa, por más pequeña que fuera, era lo más asombroso que podía ingeniar.
—Esto me sumará muchos puntos en la agencia.
—Eres masoquista si sigues con ese plan para unirte a los lame botas favoritos de Japón.
—No es solo eso, hoy demostré que puedo ser competente para cualquier misión.
—¡Ja! —Reí con ironía.— Te recuerdo que no has hecho más que estorbar desde que llegamos. La única razón por la que decidí apiadarme un poco de ti fue porque te ofreciste para aspirar mis quejas.
—Oh, verdad. —Metió la cabeza a dentro del auto.— ¿Quieres hablar de eso ahora?
—Ni loco, seguro acabas diciendo algo tan estúpido que termine chocando el auto.
—Puedo ser seria a veces, —Cruzó una pierna encima de la otra.— Vamos, ¿Que oculta ese rasposo caparazón?
Estacioné frente a una casa de colores llamativos, parecía cualquier hogar empobrecido en una novela mexicana. El césped estaba seco y amarillento, un olor a muerto venía desde las grietas en la fachada, o tal vez era la madera de la entrada que estaba podrida.
—Baja.
Cubrí mis ojos del arrasador golpe de sol, con unos lentes oscuros. La rubia parecía toda una turista con su enorme sombrero de heno y su vestido campestre era parte del disfraz, me hacía recordar a un mantel de cocina.
Volteé a verla, ella torcía los ojos muy desencantada con las figuras de arcilla en el patio. Una versión vudoo rara de nomos sobre el jardín, con rasgos parecidos a diablillos y otras creaturas.
Las ventanas tenían pequeños golpes en el cristal, chuecos entre sí. La puerta estaba más remendada que la de mí oficina; Al caminar hacia ella, casi nos caemos en un escalón roto. Tocamos el timbre, pero francamente no esperaba algo más que silencio.
—¿Quién es? —Una voz lejana se escuchó del otro lado.
—¿Ésta es la casa de Neji Akagi? —Preguntó mi compañera, pero no hubo respuesta.
Dejé el timbre de lado y di tres golpes en la puerta, pero no sé escuchó más que un susurro de la dueña. —Mira, vieja. Vinimos a hablar sobre su hijo. Puede abrirnos o podemos entrar por nuestra cuenta.
Tal vez no valía la pena venir, esta anciana se ve deschavetada.
—¿Que están haciendo? —Una segunda voz vino de mis espaldas.
Ambos giramos para encontrar a un anciano, cargando un carro de mercado lleno de cachivaches.— Dejamos de rentar a los turistas, váyanse a otro lado.Él se acercaba lentamente, alzando las manos en posición de gancho. La rubia me tomó por el brazo y yo estaba listo para sacarle la dentadura de un golpe, hasta que la puerta se abrió a nuestras espaldas.
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Se Dice De Mí (Kiribaku🧡❤️)
Romance23 capitulos cortos y largos Kirishima y Bakugo son dos héroes profesionales que llevan una relación secreta desde sus tiempos en la Academia U.A. Nadie parecía sospechar hasta la llegada de un villano que pondrá su secreto en riesgo y ellos harán d...