Capítulo 5: Fiesta gigante

182 16 0
                                    

Bakugo

7 horas antes


—No es eso Blasty, solo ....

—Claro que es eso. —Dije, abriendo la puerta del coche. —Es increíble hasta donde piensas llegar solo porque te avergüenzas de mí.

Caminé lejos de él, aguantando las ganas que tenía de armar mi mejor escándalo ahí mismo.

¿Acaso ni una amenaza chantajista era suficiente para terminar con esta farsa? ¿Acaso era el único que necesitaba más en nuestra relación que escabullirse y disfrazarse?

Después de la llamada del idiota ese que nos había hackeado, me pasé horas llorando en el hombro de Eijiro, pero no por haber sido descubiertos, sino por el miedo, el miedo a perderlo todo, a que mi novio fuera un cobarde que prefería venderse al mejor postor antes que amarme a la vista de los demás. Y al final esos temores se estaban haciendo realidad; Eijiro prefería vivir una mentira junto al estatus que una verdad junto a mí.

Me recliné sobre la cabecera de mi silla, pensando en una solución para tomar esta situación con calma.

—Dynamight, te estaba buscando. —La gigante había irrumpido en mi oficina.

—¿Qué haces aquí? Lárgate. —La tomé del brazo, encaminandola hacia la puerta.

—¡Solo venía a ofrecerte algo!, ¡Voy a hacer una fiesta hoy!

—¿Ah? ¡Y eso a mí no me importa! —La tiré del brazo hasta afuera y cerré la puerta en su cara.

—¡Si no me dejas entrar voy a ir con Rock Lock!

—¡Pues ve de una vez! ¡Si te abro la puerta ahora será para explotarte la cara!

No escuché respuesta de su parte, así que supuse que logré ahuyentarla. Me senté nuevamente en mi escritorio a sumergirme en mis pensamientos violentos sobre la imbecilidad de mi novio.

—Si no me abres tiraré a la basura lo que encontré en el cajón de tu escritorio.

Me quedé como un idiota viendo a la nada, mi reacción inmediata fue abrir el cajón, solo había algunos clips sueltos y una engrapadora.

Mi amuleto de la suerte... No lo veo..

—¡Maldita, estuviste husmeando entre mis cosas! ¡Que te llevaste! —Sentía como me raspaba la garganta de la fuerza en mi grito.

—Ábreme y averígualo.

Le hice caso y abrí la puerta, la tome por los hombros y estampé su culo en la silla de mi escritorio.

—¡Ay! ¡Se cuidadoso, pedazo de animal!

—Escúchame bien, sanguijuela asquerosa, tienes cinco minutos para soltar tu mejor discurso de mierda antes de que te haga volar por los aires.

—Bueno, como dije, tengo una fiesta hoy...

—¡Ya te dije que me no interesan tus estúpidos planes para hoy! —Levante la silla y empecé a sacudirla.— ¡Dime que demonios te llevaste!

Se Dice De Mí (Kiribaku🧡❤️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora