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Lucia
Mientras nos besábamos apasionadamente en el salón, sentí cómo el deseo crecía dentro de mí. César me levantó con facilidad, y yo envolví mis piernas alrededor de su cintura. Mi corazón latía con fuerza, y podía sentir su respiración acelerada contra mi piel. Nos dirigimos a la habitación, nuestros labios sin separarse, nuestras manos explorando cada rincón del otro.
-Te deseo tanto, Lucía - murmuró César con una voz ronca, cargada de deseo.
-Yo también, César - susurré de vuelta, mi voz temblando de anticipación.
Entramos en la habitación, y él me depositó con cuidado sobre la cama. La suave luz creaba un ambiente íntimo y acogedor. Mi respiración se hizo más rápida mientras él se inclinaba sobre mí, sus ojos llenos de una mezcla de pasión y ternura.
Empezó a besarme de nuevo, sus labios recorriendo mi cuello y mis hombros, mientras sus manos se movían con destreza, quitándome la ropa pieza por pieza. Sentía que mi cuerpo ardía bajo su toque, cada caricia encendiendo un fuego más intenso dentro de mí.
Desnudé a César con la misma urgencia, mis manos temblando ligeramente mientras desabrochaba su camisa y bajaba su pantalón. Nuestros cuerpos finalmente se encontraron sin barreras, piel contra piel, y el contacto fue eléctrico.
Cuando César se inclinó sobre mí, preparándose para la unión que ambos habíamos deseado tanto, de repente se detuvo. Sus ojos se abrieron con una mezcla de sorpresa y consternación.
-El condón - dijo, su voz llena de frustración.
Me reí suavemente, acariciando su rostro.
- Está bien, César. Tenemos tiempo - respondí, tratando de calmar la tensión en su expresión.
César se levantó rápidamente y comenzó a buscar frenéticamente por la habitación. Lo vi rebuscar en sus bolsillos y luego dirigirse al baño. Suspiré, tratando de mantener la calma, aunque el deseo dentro de mí seguía ardiendo intensamente.
Finalmente, lo encontré en la cómoda. Lo tomé y regresé a la cama, encontrando a César sonriendo con alivio.
-Lo tengo - dije, entregándoselo.
César lo tomó, y nuestras miradas se encontraron, llenas de una complicidad y un amor profundo. Él volvió a inclinarse sobre mí.
-Te deseo tanto, Lucía - murmuró, su voz ronca y cargada de pasión.
-Yo también, César. Te quiero - respondí, sintiendo cómo mi cuerpo respondía a sus palabras.
Los besos de César recorrieron mi cuerpo, encendiendo cada fibra de mi ser. Sus manos exploraban con destreza, arrancándome suspiros y gemidos. Mis propias manos no se quedaban quietas, recorriendo su espalda, sintiendo la firmeza de sus músculos bajo mis dedos.
-Eres increíble - susurró contra mi piel, haciéndome estremecer.
Cuando llegó el momento de la unión, César se detuvo un instante, su mirada fija en la mía, buscando confirmación. Asentí, mi corazón desbordándose de amor y deseo. Con una ternura infinita, comenzó a entrar en mí, y un gemido de placer escapó de mis labios. El mundo se desvaneció, dejándonos solo a nosotros dos en un mar de sensaciones.
El ritmo que encontramos fue lento al principio, cada movimiento meticulosamente sincronizado con nuestras respiraciones entrecortadas. Podía sentir cómo la presión dentro de mí crecía con cada embate, un calor que se acumulaba en mi vientre, preparándose para explotar.
-Lucía, eres todo lo que siempre he querido - susurró César, sus palabras enviando un escalofrío de placer por mi espina dorsal.
-César, no te detengas - gemí, mi voz apenas un susurro cargado de necesidad.
Aumentó el ritmo, y nuestras respiraciones se volvieron más erráticas, nuestros cuerpos moviéndose al unísono en una danza perfecta de deseo. Sentía que cada vez estaba más cerca del clímax, mis músculos tensándose con anticipación.
-César, estoy... - comencé, pero las palabras se ahogaron en un gemido cuando la ola de placer finalmente me alcanzó.
Mi cuerpo se arqueó bajo él, mi mente en blanco mientras el orgasmo me sacudía con una intensidad abrumadora. Sentí cómo César también llegaba al clímax, su cuerpo temblando mientras gemía mi nombre. Nos aferramos el uno al otro, dejándonos llevar por el éxtasis compartido.
Finalmente, nos desplomamos en la cama, nuestros cuerpos aún entrelazados, nuestras respiraciones entrecortadas. César me miró con una sonrisa de satisfacción y ternura, y yo le devolví la sonrisa, sintiendo una conexión más profunda que nunca.
-Te amo, Lucía - dijo suavemente, besando mi frente.
-Te amo, César - respondí, mi corazón lleno de una felicidad indescriptible.
Nos quedamos así, abrazados, dejando que la calidez de nuestro amor nos envolviera, sabiendo que este momento sería solo el primero de muchos en nuestra vida juntos.
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Disculpen no subir de inmediato es que estaba ocupada🥲.Espero les guste, me costó un poco escribir jajaja.
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volver a amar
FanfictionQue pasa cuando una mamá soltera, se encuentra con un niño caprichoso que solo sale de fiesta, y se la pasa con una y otra mujer... Cosas de la vida, el destino los une una y otra vez?