Lucia
Ver la cara de mi amigo no tenía precio, sabía cuanto esperaba este momento.
Solo vi sus lágrimas caer, y una sonrisa que no desaparecía de su rostro.- dime qué no estoy soñando - apretó mi mano
- no amigo, esto es muy real - lo pellizque y me miró mal - para que veas que no es un sueño - reímos
- bueno, y por si no te ha quedado claro ángel - lo miro y comenzó a cantar de nuevo.
Esa canción era hermosa!!!!.
- lucia me va dar algo, me va dar algo - dijo tomándose el pecho.
- hey no te mueras, esto apenas comienza - le di una sonrisa.
Todo continuo normal, ellos bajaron y Edgardo volvió a subir.
Octavio vino con nosotros y le dio unas llaves a ángel fue muy lindo.
- para que vengas cada que quieras...Novio - le dijo con una sonrisa y angel solo lo abrazo.
Cuando volvi mi vista al escenario ví a César distraído, se equivocaba en acordes, era raro.
Algo le pasaba, mire mi teléfono porque tenía un mensaje.Sorpresa la gorda!
Neta pensé que ya había desaparecido, entre a mirar el mensaje, y casi me da algo cuando lo ví.
Ahora sabía que tenía César.- amiga estás bien - me dijo ángel y negué
- cuida a Sam, necesito hablar ahora con cesar - el asintió, pero sabía la angustia que vio en mi, lo ví alzar a Sam.
•••Narrador
César bajó del escenario con el corazón latiéndole con fuerza. La noticia que la gorda le había soltado como un puñetazo en el estómago aún resonaba en su cabeza. Sam, su propio hijo, fruto de aquellos días locos con Lucía. Y ella, Lucía, la mujer que había buscado vengarse de él todo este tiempo. Todo encajaba de repente, como piezas de un rompecabezas cruelmente diseñado para destrozarle, como si había algo que me escondía.
Lucía se acercó a él con esos ojos que siempre parecían conocerlo mejor que él mismo. ¿Cómo había sido tan ciego? ¿Cómo no había visto las señales? La rabia bullía en su interior, amenazando con desbordarse en palabras que no podría retractar.
- Lo sabías todo el tiempo, ¿verdad? - sus palabras salieron cortantes, llenas de una amargura que nunca había sentido antes.
Lucía se detuvo frente a él, sus labios temblando ligeramente antes de que pudiera decir algo. César no la dejó hablar.
-¿Te divertía jugar conmigo, Lucía? ¿Era tu plan desde el principio? - su voz resonó con un tono que ni él reconocía, cargado de dolor y traición.
Ella intentó acercarse más, pero él retrocedió un paso, apartándose de su alcance como si temiera quemarse con su contacto.
- No es lo que piensas, César, por favor, déjame explicarte - sus ojos imploraban comprensión, pero él ya había decidido lo que creía saber.
- No me toques!!- gritó, sintiendo cómo la ira lo invadía por completo. Las palabras horribles seguían saliendo de su boca antes de que pudiera detenerlas - Eres patética. Jugaste conmigo como si fuera un idiota, ¿verdad? No te importó nada más que tu venganza.
Lucía retrocedió, sus ojos llenos de lágrimas que él no pudo soportar ver. Por un momento, dudó. ¿Podría ser cierto que había entendido mal? Pero la voz de la gorda resonaba en su mente, confirmando lo que tanto había temido.
- No quiero verte nunca más, Lucía - susurró finalmente, apartando la mirada antes de que la duda pudiera hacerle ceder.
Caminó lejos de ella, dejándola allí, sola con sus lágrimas y sus explicaciones que nunca llegarían a ser escuchadas.
•••
César
Las palabras de la Gorda resonaban en mi cabeza como un martillo implacable: "Sam es tu hijo, César. Lucía te lo ha estado ocultando todos estos años."
No podía creerlo. Sam, el chico que había criado estos meses como si fuera propio, el que me llenaba de orgullo con sus logros, el que me abrazaba con cariño cada noche... ¿era mi hijo?
La imagen de Lucía, con su sonrisa angelical y sus ojos llenos de mentiras, me revolvió el estómago. Me había jugado, me había engañado, me había robado la posibilidad de ser padre de verdad.
Todo lo que había querido siempre, y ahora todo era mentira, solo miraba la prueba de paternidad en mis manos y ahora ¿que iba hacer?
•••
Lucia
Me encontraba sola, vagando por la carretera después del concierto de César. Habíamos discutido, sabía la verdad, todo se había acabado, sabía que le había perdido sus palabras aún resonaban en mi cabeza, mezclándose con el eco de la música. Las luces de los coches pasaban de vez en cuando, iluminando brevemente el asfalto antes de desaparecer en la oscuridad.
Era una noche oscura y fría, la luna apenas se asomaba entre las nubes que cubrían el cielo. El concierto había terminado y la adrenalina del evento aún palpitaba en mis venas, aunque de una forma amarga.con lágrimas de frustración y rabia surcando mis mejillas.
Caminaba sola por la carretera, las luces de los coches pasaban como destellos borrosos a mi alrededor. El eco de mis pasos era el único sonido que me acompañaba en la oscuridad. No quería volver a casa, no quería enfrentarme a la realidad de nuestra relación rota. Estaba perdida en mis pensamientos cuando, de repente, sentí un fuerte golpe en la cabeza. Todo se volvió negro.
Me sentí como un objeto, una cosa sin valor. La violencia y el abuso que siguieron fueron un borrón de dolor y humillación. Me quedé inmóvil, esperando que todo terminara. Mi mente se refugió en un rincón oscuro, lejos del horror que estaba viviendo. Sentí que mi alma se rompía en mil pedazos, y supe que nunca volvería a ser la misma.
Cuando todo terminó, me tiraron en la carretera como si fuera basura. El asfalto frío contra mi piel era lo único que sentía. Cerré los ojos, deseando desaparecer.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que alguien me encontró. Solo recuerdo la voz suave de una mujer y la calidez de una manta envolviéndome. Los faros del coche iluminaron mi rostro, y sus manos temblorosas me levantaron con cuidado. Susurraba palabras de consuelo que apenas podía entender.
Mientras las luces del hospital me cegaban y el bullicio de la sala de emergencias me envolvía, sólo podía pensar en una cosa: nunca volvería a ser la misma. La vida que conocía había terminado, y yo era una extraña en mi propio cuerpo. Sentía que me habían usado, que mi identidad se había desvanecido. Pero aún estaba viva, y eso significaba que tenía que encontrar una forma de seguir adelante, aunque no supiera cómo.
Mientras yacía en la cama, intentando comprender lo que había pasado, solo podía pensar en César y en cómo había terminado en este lugar. Mi mente luchaba por encontrar paz en medio del tormento, pero en ese momento, todo lo que importaba era que estaba a salvo, y que alguien, un extraño bondadoso, había decidido no dejarme sola en la oscuridad.
Feliz cumpleaños a mi - dije al ver la hora en el reloj.
FIN
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•Con esto cerramos volver amar, se que no es el final que muchos esperaban, pero no todo siempre termina bien.
Esperen volver a creer.
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volver a amar
Fiksi PenggemarQue pasa cuando una mamá soltera, se encuentra con un niño caprichoso que solo sale de fiesta, y se la pasa con una y otra mujer... Cosas de la vida, el destino los une una y otra vez?