10. Trabajo policial

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Para Padura, en agradecimiento por sus novelas

El pitido del comunicador telepático sacó de sus elucubraciones al Sargento de la policía.

—El detective ya está aquí, Sargento —escuchó.

—Déjenlo entrar y díganle que estoy en el piso 7 —transmitió.

—De hecho, señor…

—¿Quién está a cargo aquí? —se escuchó la voz a espaldas del Sargento mientras terminaba la comunicación desde el lobby.

—Buenos días, detective. Soy el Sargento…

—Conde. Detective Ricardo Conde, pero llámame Conde como todo el mundo.

—Ah, es usted el famoso detective.

—Sí, Sargento, ese mismo. Ahora, espero que haya una buena razón para que me sacaran de mi casa a estas horas. Dígame qué pasó y nos ponemos a trabajar ya.

El Sargento se dispuso a enviarle a su nuevo compañero el informe preliminar del caso por vía extrasensorial, usada normalmente por los agentes de policía, cuando el detective le interrumpió.

—Mejor use las palabras, Sargento, que a esta hora y con esta resaca mi cerebro no puede descifrar esos códigos.

—Disculpe, detective, es que las normas…

—No te preocupes, a mí me gustan las cosas hechas a la vieja usanza. Y te repito que me llames Conde.

—Bueno, Conde, el dueño del edificio reportó un incidente con un robot doméstico que al parecer violó el Triple Código. El hombre se extrañó que la anciana del tercer piso no había llamado para gritarle ni quejarse por cualquier tontería como era su costumbre, así que sospechó que algo no andaba bien y fue a investigar. La señora, de 80 años, paralítica, con pésimo carácter, sin antecedentes penales y con un largo historial de ingresos hospitalarios, además de una peligrosa dependencia de los nuevos fármacos sintéticos, estaba acostada en su cama, bien arropada y… bien muerta, también.

—Y supongo que después del asesinato el robot doméstico criminal se haya dado a la fuga. —conjeturó el detective.

—No, nada de eso. Al robot lo encontraron en el callejón trasero del inmueble con toda la estructura intacta salvo por una pequeña fisura en el casco producto de la caída desde el tercer piso, y lo más extraño, con todos los circuitos pseudosinápticos totalmente quemados.

—¿Que estaban qué?

—Quemados. Derretidos por completo —repitió el otro.

—Vaya, eso sí que no lo había escuchado nunca —dijo el detective— Aunque claro, eso sólo puede haber sido obra de otro robot asesino, que ha matado a ambos e inculpado al robot doméstico.

—Conde, me parece que…

—Que soy un genio y acabo de resolver este caso, por supuesto. Y eso que tengo resaca —se tocó la sien con un dedo y prosiguió— Ahora nos falta el motivo. ¡Ya! ¡Ya lo tengo! Una vendetta temporal que de seguro la vieja no esperaba… No, mejor, un ajuste de cuentas o un ritual de iniciación de un oscuro clan dirigido por un capo criminal del futuro.

—Señor, me parece que está sacando conclusiones…

—Sí, sí, eso mismo es. Mira, ve y consígueme unas píldoras de Crudakiller1000 con el café más fuerte que encuentres y nos vemos en media hora en la Central.

—Pero, a ver, Conde, que no he terminado…

—Tú haz lo que te digo, que esto ya lo tengo resuelto y vamos a darle parte al Jefe —concluyó el detective mientras se alejaba.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2024 ⏰

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