Me das alas

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Hacía ya dos semanas que Violeta actuaba raro con Chiara. Tras el viaje a Miami, la pelirroja la esquivaba e incluso acortaba sus encuentros, sin permitir que el contacto entre ambas fuera más allá de un simple beso.

La morena estaba ciertamente frustrada. No entendía qué pasaba y Violeta parecía no querer comunicarse, pues ante cualquier intento por parte de la menor de iniciar una conversación, ponía cualquier excusa. La ojiverde no quería presionarla, y entendía que era mejor darle espacio, pero pasaba el tiempo y la situación permanecia igual, por lo que estaba empezando a frustrase.

-No sé, Rus, estoy muy rayada. ¿Y si el viaje a Miami y conocer a gente nueva le ha hecho darse cuenta que hay un mundo lleno de posibilidades y yo le quedo corta?

-¿Estás loca? Violeta se desvive por ti, literalmente. Que la tía te sigue a todas partes como un perrito, Kiki. Si está así tiene que haber una explicación lógica-.Ruslana la miraba incrédula. Como si realmente no hubiera una mínima posibilidad de que Violeta hubiera podido dejar de sentir lo que sentía por su mejor amiga.

Chiara sabía que Ruslana era sincera y que si realmente pensaba algo era porque así lo veía. Sin embargo, ella seguía sintiéndose insegura con la situación, cuando Violeta solía ser evitativa cuando había algo que la atormentaba pero siempre terminaba recurriendo a Chiara cuando ya no podía más. Sin embargo, esta vez era diferente, esta vez parecía que había algo más fuerte de lo habitual.

Tenía que ensayar "Escriurem", así que, resignada, tuvo que dejar su conversación con Ruslana para ir al escenario con Martin. Aún no había ensayado IKAG y estaba temiendo el resultado, dado que Violeta estaba más fría aún de lo que había estado los días anteriores. Una vez terminó de ensayar con el vasco, este le dio un abrazo como si quisiera aliviarle el dolor que le generaba la situación que estaba viviendo. No funcionó. Aun asi le agradeció el apoyo con una sonrisa silenciosa.

Hoy no se sentía con energías para fingir que todo estaba bien. Quería llorar, patalear y gritar de la frustración pero tenía que guardarse todo para sí misma porque tenían un concierto que hacer en Sevilla y ante todo era una profesional. Iba caminando con el móvil, dispuesta a hacer una llamada rápida a su mejor amiga Paula cuando chocó con alguien y sus piernas fallaron. Unas manos hábiles agarraron su cintura antes de la inminente caída.

Lo primero que reconoció fue el olor. Alzó la vista y se encontró con esos ojos marrones que muchas veces habían sido su bálsamo de calma pero que ahora le quitaban el sueño por las noches. Chiara se apartó de forma automática, ese día no tenía energias para soportar las actitudes raras de Violeta y, antes de presenciar como huía de ella, prefería hacerlo ella misma.

Iba a seguir su camino sin mediar palabra cuando la mano de la pelirroja agarró su brazo con fuerza.

-Chiara, ¿podemos hablar?-.Chiara. Le había llamado Chiara. De alguna manera, sintió como si lanzaran una flecha directa a su corazón. Se sintió tan mal que ni siquiera pudo alegrarse un poco de que Violeta por fin quisiera dar explicaciones.

Asintió débilmente y siguió a Violeta hasta llegar a una salita apartada. La pelirroja cerró la puerta tras ella y se sentó en uno de los bancos de IKAG. Qué irónico, pensó Chiara para sus adentros. Decidió no sentarse ya que estaba demasiado nerviosa.

-Mira... lo primero de todo es que quiero pedirte perdón por haber estado así estos últimos días...

-Semanas-corrigió Chiara. Violeta la miró confusa.-Llevas así dos semanas, Violeta.

La pelirroja frunció el ceño pero negó con la cabeza.

-El caso es que, bueno, tenía muchas cosas en la cabeza con las que tenía que lidiar y necesitaba hacerlo sola y sin ningún tipo de estímulo externo-explicó Violeta jugando con sus manos mientras movía una pierna con tremenda rapidez.

kivi (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora