Chiara miraba sus propios pies avanzar por el asfalto mientras su cabeza iba a mil por hora.
–Cariño, ¿estás bien?.–Su madre le acarició el brazo.
–Abrumada. Pero sí.–dijo sonriéndole.
Acababa de salir de la Academia y de estar en OT al día. Todavía no había entrado en ninguna red social y mentiría si dijera que no tenía miedo de ver lo que podía encontrarse. Ahora era cuando realmente tenía que procesar todo lo que había pasado porque además sabía que su vida no sería igual a la que conocía antes de entrar en Operación Triunfo.
Una mano se entrelazó con la suya provocando de manera instantánea un cosquilleo en su estómago. Una sonrisa volvió a instalarse en su cara mientras se encontraba con ese marron chocolate que tanta tranquilidad y paz le daba.
–Todo va a estar bien, Kiki.–dijo Violeta.
Solo bastaban esas simples palabras por parte de la pelirroja para que Chiara tuviese la certeza de que así sería. Incapaz de manejar la intensidad de esa mirada castaña, centró su atención nuevamente en el suelo mientras se mordía el labio inferior. Le parecía surrealista que Violeta le hubiera dado la sorpresa de ir a OT al día, había sido la mayor alegría de todas para ella. Tener a la persona más importante de su concurso con ella en aquellos momentos era algo inexplicable.
–¿Queréis dormir las dos juntas?
La pregunta de su madre hizo que levantase la vista mirándola con sorpresa. No es como si fuera nada descabellado lo que proponía, su última semana nominadas juntas habían dormido literalmente en la misma cama. Sin embargo, un cosquilleo se formó en el estómago de Chiara ante el solo pensamiento de compatir habitación con Violeta, porque ahora todo era distinto. Ahora ya no había OT de por medio.
Violeta apretó su mano, esperando que fuese ella la que tomase la decisión.
–Por mi sí.–contestó sonriendo. Notaba sus mejillas arder y esperaba que la oscuridad de la noche ocultase el rojo que con certeza se había instalado en su cara.
Cogieron un uber para ir al hotel. Emma se colocó en el asiento delantero así que Chiara y Violeta se quedaron atrás. La mayor, para mantenerse cerca, se puso en el asiento de en medio, lo que hizo que la morena apoyase la cabeza en su hombro casi por inercia. Violeta le dio un beso en la cabellera y se puso a acariciar su pierna.
Hicieron el camino en silencio, lo cual agradeció enormemente. Necesitaba tener su momento de disociación mientras recorrían las callas de Barcelona y el juego de luces de las farolas pasaba ante sus ojos. Tenía sueño pero a la vez la idea de irse a dormir le generaba mucha ansiedad.
–Kiki, hemos llegado.
Levantó la cabeza sobresaltada, estaba tan sumida en sus pensamientos que había perdido la noción del tiempo. Salió del coche y empezó a andar hacia el hotel, su madre y Violeta siguiéndola automáticamente.
–La vuestra es la habitación 404. Nos vemos mañana. Descansa, cariño.–dijo su madre dándole un beso en la cabeza. Acto seguido le dio un pequeño abrazo a Violeta, le resultaba rarisimo ver a su amiga y a su madre interactuar con esa naturalidad.–Cuídamela, Violeta.
–Lo haré.–dijo ella, acto seguido volvió a agarrar la mano de Chiara.–¿Vamos, chiqui?
Simplemente dejó que Violeta la arrastrara hasta la habitación. Una vez allí, dejó escapar un suspiro y se lanzó rápidamente sobre la cama de matrimonio. Un momento, ¿cama de matrimonio? Se quedó paralizada cuando se dio cuenta, por suerte, al estar boca abajo no se notó. Inspiró el aroma a limpio y trató de dejar la mente en blanco aunque sabía que era misión imposible. No tardó en notar como la cama se hundía a su lado, luego una caricia en su espalda que la recorrió desde el cuello hasta la lumbar.
–¿Necesitas hablar o prefieres dormir? Estoy a tu disposición, Kiki.
Se dio la vuelta para poder mirar mejor a su acompañante. La cara de Violeta reflejaba su habitual dulzura, esa dulzura que Chiara sentía que tenía reservada exclusivamente para ella o, al menos, así lo quería creer. La incitó a tumbarse a su lado y, acto seguido, se echó encima suya ocultando su rostro en el cuello de la granadina.
–Necesito mimos.–dijo con voz pequeña, esa que solía emplear cuando necesitaba conseguir algo. Con Violeta siempre funcionaba y esta vez no fue la excepción.
La mayor empezó a recorrer sus manos por su espalda nuevamente con una delicadeza que hizo que quisiera derretirse allí mismo, en los brazos de la pelirroja. Una sonrisa involuntaria apareció en su rostro y, por unos segundos, se permitió estar en paz en ese lugar seguro.
–No quiero volver a la vida real. No estoy preparada.–soltó minutos después con los ojos cerrados para no ver de lleno la expresión de Violeta.
–Lo sé, pequeña. Yo tampoco lo estaba. Pero permíteme decirte algo, la gente te adora, hay mucho cariño y amor para ti. Y aunque al principio te cueste asimilarlo, se que te vas a emocionar.–dijo la pelirroja sin parar sus caricias.–Anda, hazme feliz y abre esos ojitos verdes.
Chiara dejó escapar un suspiro tembloroso antes de obedecer y encontrarse con los orbes color chocolate fijos en ella. Sintió ese amor y ese cuidado de manera tan directa que, durante unos segundos, el aire abandonó sus pulmones.
–Voy a estar contigo, pase lo que pase, da igual lo que necesites. Y no lo digo por decir, Chiara. Voy a estar aquí ahora, y lo voy a estar en cualquier momento.
–Quiero ver algún vídeo.–soltó de repente sin parar de mirar esos ojos tan intensos.–Mío, digo.–aclaró–Algo que los fans me hayan hecho.
Violeta sonrió con ternura y se incorporó para coger el móvil. Cuando iba a volver a su posición incial, Chiara le indicó que se quedase sentada apoyada sobre el cabecero de la cama y luego ella misma se arrastró para quedar sentada entre las piernas de Violeta.
–¿Te importa?.–preguntó aún sabiendo la respuesta.
–No preguntes tonterías.–dijo Violeta, su aliento chocando contra el cuello de Chiara y generándole un cosquilleo.–¿Me dejas elegirlo a mí?
–Sí.–dijo Chiara automáticamente. Confiaba en Violeta más que en ella misma.
Violeta buscó en su móvil, y al encontrar lo que buscaba, sonrió. Puso el dispositivo frente a Chiara y esta lo cogió con sus manos por lo que los brazos de la pelirroja quedaron libres para enredarse en su cintura. Chiara retuvo el aire en sus pulmones y le dio al play. Lo primero que apareció fue una secuencia en la sala de Abril y entonces Chiara lo supo: Mía. En el vídeo se mostraba la evolución personal de Chiara haciendo referencia a su canción más personal de la academia. El vídeo no duraba más de cuarenta segundos pero fue suficiente para que las lágrimas se le saltaran.
Los brazos alrededor de su cintura le apretaron y notó un beso en su hombro, en su luna, para ser exactos.
–¿Has visto lo que te quieren? Casi tanto como yo te quiero a ti.
Chiara sonrió y giró un poco la cabeza para mirarla. Violeta había elegido el vídeo perfecto, le había dado justo lo que necesitaba para dar el siguiente paso.
–Gracias, Violeta. Gracias por estar conmigo. Y no me refiero a ahora mismo, sino a acompañarme durante toda mi transición–dijo con voz temblorosa pero sin dejar de mirarla queriendo transmitirle todo lo que sentía.–Aunque aún queda mucho por avanzar.
–Y ahí estaré yo.
Una sonrisa cómplice apareció en el rostro de ambas mientras el silencio invadía la sala ocultando mensajes a voces. No era el momento ahora, pero lo sería.
–Aunque tengo una pregunta, Vio...
–Dime.
–Since when are you my mom's bestie?
Por cierto, la invitada is out :)