A Chiara le había bastado visitar Málaga para enamorarse de Andalucía. La playa, la gente, el ambiente, el sol... todos eran factores bastante favorables para que terminase más que encantada. Violeta, por su parte, estaba muy ilusionada con que su novia disfrutase de su tierra aunque aún no hubiera visto la ciudad más bonita de España, su ciudad natal, Granada.
-Vas a flipar, Kiki. Nunca vas a ver algo más espectacular que Granada. Y Motril... Motril, paraíso tropical-comentó Violeta con una sonrisa radiante mientras recreaba en su cabeza escenas de esos paisajes maravillosos.
Por eso, tras el concierto de Málaga, Violeta se la llevó para su casa. Chiara por fin conoció a los padres de Violeta y a su hermana pequeña, Tana. Al principio estaba muy nerviosa, pero se desenvolvió maravillosamente con la familia de la pelirroja, especialmente con la pequeña de los Hodar, que parecía amar más su single que el de su propia hermana. En conclusión, terminó adoptadísima por la familia en menos de veinticuatro horas aunque tampoco era sorpresa de nadie que Chiara era un rayito de sol imposible de odiar.
A la inglesa le encantó Motril, era un sitio pequeñito y encantador con unas playas maravillosas, además de que compartieron tiempo con los amigos más íntimos de Violeta y eso le permitió conocer el círculo mas cercano de su persona favorita, pero Granada fue lo que realmente le dejó sin palabras. Esa ciudad de ciudad de influencia árabe, numerosas cuestas y rincones mágicos le conquistó el corazón. Sus ojos se iluminaban admirando sus calles y sus gentes. Violeta tenía razón cuando dijo que era lo más bonito de Andalucía, e incluso de España.
—¡Qué bonitos!–exclamó al ver un puestecillo de joyas de colores. Sus ojos se fueron automáticamente a los pendientes, que fácilmente podian ser una de sus cosas favoritas en el mundo.
Violeta rió y se colocó a su lado pasando un brazo por su espalda para acurrucarla a su cuerpo.
–Elige los pendientes que quieras. Te los regalo–dijo la pelirroja sonriente antes de darle un beso cariñoso en la cabeza.
Su cara se iluminó mirando con ilusión a su novia.
–¿En serio? ¡Gracias, Vivi!–exclamó poniéndose a mirarlos todos emocionada. Aunque de repente se detuvo, teniendo una idea mejor–Quiero que me los escojas tú. Ya que me los vas a comprar.–pidió con una sonrisa tímida.
Violeta sonrió mirándola con la mayor ternura del mundo. No pudo evitar darle un ligero abrazo antes de ponerse a mirar hasta que sus ojos se detuvieron en unos. Eran perfectos.
—Estos.–dijo cogiéndolos y colocándoselos a la altura de la oreja. Unos pendientes que colgaban y de forma redondeada de color dorado con adornos color pastel—Te van a quedar de escándalo.
Chiara sonrió y tragó saliva al notar la mirada intensa de Violeta puesta en su rostro. Llevaban meses juntas pero aún su cuerpo no se acostumbraba a ciertas cosas. Violeta sonrió, notando el efecto que tenía en su chica, y le guiñó un ojo. Luego se dirigió al mostrador y los compró.
–Para mi princesa–dijo dándoselos en una bolsita que Chiara cogió ilusionada.
No fue sorpresa para Violeta que su novia se los pusiese ya, no pudiendo esperar para estrenarlos. Chiara quería presumir del regalo de su novia allá donde fuera, eso era algo que ambas estaban acostumbradas a hacer.
Estuvieron paseando todo el día hasta que llegó la hora del atardecer. Violeta, entonces, la llevó hacia uno de los miradores más famosos de Granada, el mirador de San Nicolás. Había que subir bastante, pero el esfuerzo valía la pena una vez vieron lo que las esperaba al llegar, la ciudad de Granada iluminada ante ellas.
Violeta nunca se cansaba de presenciar estas vistas pero esta vez sus ojos solo estaban pendientes de Chiara, no queriendo perderse ni una sola reacción de su novia. Por su parte, la más pequeña no tenía palabras para describir lo que sus ojos presenciban. Se sentía como si viviese en un cuento realmente. Estaba tan emocionada que hasta sentía ganas de llorar. Llorar de felicidad.
–Mi amor...–murmuró Violeta con ternura al notar los ojos de Chiara acuosos.
–Es... es de las cosas más preciosas que he visto, Violeta–dijo Chiara con voz temblorosa. Realmente aquellas vistas le habían quitado la respiración.
–Desde luego–corroboró Violeta, su voz también estaba cargada de emoción ahora. Sin embargo, sus ojos no abandonaban el rostro de Chiara.
La más pequeña se volvió por fin hacia ella y se estremeció al darse cuenta de la mirada que la motrileña le dirigía, estaba cargada de amor, del amor más profundo que había presenciado nunca. Por eso, y aunque hubiese gente a su alrededor, no pudo evitar agarrarla de las manos para tirar de ella y plantarle un beso cargado de emoción, descargando en esos labios todo lo que sentía en aquellos momentos. Quería transmitirle todo el amor que sentía por ella.
Se separaron cuando ya no pudieron respirar. Chiara estaba sonrojada y Violeta sonreía como una tonta.
–Te quiero, Vivi–murmuró la morena.
–Te quiero, Kiki–respondió la pelirroja en el mismo tono. Acarició las mejillas de su morena con delicadeza–Te voy a llevar a mi sitio más especial, es nuestra última parada.
No dejaron de tocarse durante todo el trayecto, una mano en la cintura, un roce en el brazo, una caricia en el cuello... cualquier cosa que las mantuviese unidas. Es como si después de lo vivido aquellos días de viaje, algo hubiese cambiado o más bien consolidado. Se sentían más conectadas que nunca.
Finalmente, llegaron al sitio. La Alhambra, tan hermosa e imponente. Un poco como Violeta, pensó Chiara sonriendo. La pelirroja le había llevado a una de las esquinas de la parte trasera. Como era de noche estaba iluminada, y un hombre tocaba el acordeón con una sonrisa contagiosa. La gente pasaba, se detenía y admiraba la música y la atmósfera que se generaba.
–Y por esto Granada es el lugar más bonito del mundo–dijo Violeta en un tono suave mientras observaba al hombre tocar.
Chiara estuvo de acuerdo, pero sus razones eran distintas, para ella Granada era el lugar más precioso porque era el sitio que había visto a Violeta nacer, crecer y convertirse en lo que era ahora. Apoyó su cabeza en el hombro de la pelirroja mientras se abrazaba a su cintura.
–Gracias, Violeta.
La pelirroja la miró algo confusa. Chiara aumentó el tamaño de su sonrisa mientras miraba sus ojos castaños.
–Gracias por enseñarme las partes más especiales de ti. Ahora siento que te quiero más, y pensaba que eso era imposible.
En honor a este día increible, 2 de julio mejor día del fandom. Por cierto, muchas gracias por el apoyo, estoy flipando jeje.