Tus inseguridades me vuelven loca

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Violeta dejó escapar una sonrisa satisfecha cuando sacó la lasaña del horno y el olor invadió sus fosas nasales. Tenía buenísima pinta y teniendo en cuenta sus nulas cualidades culinarias, no podía negarse el mérito. Levantó la vista hacia el reloj, aún quedaban diez minutos para que Chiara llegase al apartamento así que se permitió relajarse en el sofá con una copa de vino blanco en la mano.

Pero el tiempo pasaba, los minutos corrían y las agujas del reloj avanzaban. Violeta empezó a preocuparse, lo primero que hizo fue mandarle un mensaje a su novia, y cinco minutos después, hizo dos llamadas fallidas. Fue entonces cuando supo que algo definitivamente no iba bien, así que cogió el juego de llaves que tenía del piso de su novia, y salió de allí.

Nada más bajó del Uber, corrió hacia el portal de Chiara con el corazón desbocado. Por supuesto, no siguió la cortesía de llamar al timbre dadas las circunstancias, y abrió con llave. Así hizo también con la puerta principal. El piso estaba totalmente a oscuras pero la ventana entreabierta dejaba que la luz de la luna se escapase de entre los resquicios.

-¿Chiara?-llamó con voz suave, tanteando el terreno.

Ante la ausencia de respuesta, avanzó por el piso haciendo notar sus pisadas y llegó al cuarto de la pelinegra. Cuando abrió la puerta, la visión la dejó atontada durante unos segundos. A pesar de la oscuridad casi completa de la habitación, Violeta percibió la pequeña silueta encogida de Chiara. Su novia yacía casi desnuda en la cama, solo cubierta por un sujetador y un tanga que a Violeta le volvía loca. Estaba hecha un ovillo y su cuerpo hacía espasmos dejando ver que se encontraba en un lloro silencioso aunque se encontrase de espaldas a ella.

-Mi amor...-murmuró Violeta con la voz quebrada mientras dejaba sus zapatos caer en el suelo y avanzaba rápidamente a la cama de su novia para tumbarse junto a ella.

-Vivi...-respondió Chiara, su tono sonaba débil y ahogado.

Violeta, instintivamente, la abrazó por la espalda. Estaban entrando en el invierno y, como consecuencia, el cuerpo de su novia estaba frío como el hielo.

-Estás congelada, mi vida-murmuró la pelirroja en shock mientras acariciaba su cuerpo para tratar de brindarle algo de calor. Chiara solo se encogió más en si misma y el corazón de Violeta se rompió un poquito más aún-¿Qué ocurre, preciosa?

Notó el cuerpo de la menor tensarse, así que esperó. Violeta sabía que Chiara necesitaba sus tiempos así que dejó que la joven permaneciera unos minutos en esa posición, luego se dio la vuelta encarando a Violeta. Sus ojos verdes brillaban gracias a la luz de la luna y a la pelirroja se le cortó al respiración ante esa visión pero también le destruyó ver tanto dolor y vulnerabilidad reflejado en ellos.

-Lo siento...-susurró la morena con la voz temblorosa-Siento no haber podido ir a la cena.

Violeta se enterneció, no comprendía cómo su novia podía ser tan sumamente buena, que se preocupaba antes de haberle podido arruinar la noche que de su propio estado. Alzó una mano y le acarició suavemente la mejilla para retirar las lágrimas que recorrían sus mejillas enrojecidas por el llanto. Le dio una sonrisa de cariño y seguidamente un beso en la frente.

-No te preocupes, mi amor. Eso es lo de menos, ¿vale?-dijo suavemente, como quien le habla a un niño pequeño.

Chiara le devolvió una sonrisa amarga.

-Me había comprado hasta un vestido para la ocasión-respondió señalando a una zona de la habitación. Violeta miró y distinguió un bulto de ropa en el suelo-Está así porque me lo he probado y... no sé, no me gustaba cómo quedaba.

Eso explicaba que estuviera malamente tirado. Aunque tampoco el orden era lo más habitual en Chiara. Violeta frunció el ceño pero no perdió el gesto tierno de su rostro en ningún momento.

-Kiki, ¿es por eso qué estás así?-inquirió Violeta con cuidado. La pregunta no era un reproche ni nada por el estilo. Más bien al revés, quería suavizar aquello que estuviese atormentando a su novia.

La pelinegra apretó los labios y bajó la mirada privándole a Violeta de su verde favorito.

-Sí... osea... últimamente me siento insegura con mi físico. He leído algunos comentarios en Twitter algo feos, y tú sabes que yo intento que no me pesen Vio, pero me he puesto a pensar y es cierto que...-se cortó mordiéndose el labio inferior mientras su mirada se ensombrecía cada vez más.

Violeta tenía mucho que decir, pero prefería que Chiara siguiese plasmando lo que sentía.

-¿Es cierto que qué?-dijo con suavidad, sus mano izquierda acariciando la espalda de la más pequeña para proporcionarle algo de calma.

-Que no tengo buen físico... mírate a tí, estas en forma, no tienes barriga, tienes unos brazos impresionantes y unas curvas de campeonato-murmuró apretando con una mano insegura el brazo de la pelirroja-Te mereces más que yo.

Violeta la escuchó, su rostro endureciéndose con cada palabra. No podía soportar que Chiara se hablase así a sí misma, sobre todo, porque lo que decía no podía estar más alejado de la realidad. Dejó escapar un suspiro para evitar hablar con las emociones alteradas y la acercó suavemente a ella.

-Kiki... eres preciosa-afirmó mirándola directamente a los ojos para que las palabras le calasen como un puñal-Eres literalmente la mujer más bonita que he visto en toda mi vida. Por favor, no te atrevas a hablarte así nunca más. Me duele mucho ver lo que sueltas por esa preciosa boca tuya.

Chiara la miró sonrojada, aún tenía el rostro contraido pero se suavizó ligeramente ante las palabras de la pelirroja, quien aprovechando el momento, siguió hablando.

-Y tu cuerpo... tienes un cuerpo espectacular-murmuró pasando sus manos por las curvas-Un cuello excelente-.lo acarició ligeramente.-unos pechos maravillosos-apretó el izquierdo de Chiara a través del sujetador haciéndola gemir-Un estómago suave-.lo acarició ligeramente.-Tus piernas... de mis partes favoritas, son hermosas-.siguió, su mano haciendo patrones aleatorios en ellas.-Y este culo redondito, que me encanta apretar y devorar a mi antojo.-murmuró con una voz más ronca subiendo sus manos para apretar las nalgas de Chiara, provocándole un gemido más prolongado que el anterior.

Violeta quería demostrarle a Chiara que era deseable y que tenía un físico envidiable y solo se le ocurría una manera de hacérselo ver más allá de las palabras. La pelinegra lo leyó en su rostro y sus pupilas se dilataron a la par que su respiración se agitó muchísimo.

-Violeta...-murmuró Chiara en una petición silenciosa.

-Mi vida-respondió Violeta con una voz cargada de ternura, cariño y deseo a la vez. En un ligero movimiento se colocó encima de Chiara, entre sus piernas-Déjame hacerte el amor durante toda la noche. Déjame hacerte ver que a mi tus inseguridades me vuelven loca.

La grave voz cargada de emoción de Vioelta sorprendió a ambas. La oelirroja podía contar las veces que se había sentido desbordada por sus emociones con los dedos de las manos, y prácticamente todas habían sido con Chiara.

Esa noche fue quizás, la más íntima de todas las que habían pasado juntas durantes meses. Chiara entregó su cuerpo lleno de inseguridades a Violeta, y esta se encargó de que no quedase sin una sola parte sin ser adorada, cuidada y mimada. Fue tierno, fue pasional, fue curativo y fue amor en su estado más puro.

Ññññññ. Volví. ¿Desapareceré? Espero que no, o al menos no tanto tiempo. Besis de fresi.

kivi (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora