cap 9: No sientas

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Me refregué los ojos con las manos después de sacarme los lentes. El reloj de la pared demostraba que hace cinco horas que estaba sentada enfrente de la computadora. El trabajo me estaba matando. Tenia mil entregas para fin de mes y hace ya dos semanas que estoy trabajando mas de doce horas por día. Con Guido nos vemos casi todos los días, por suerte el tiene los mismos horarios locos que yo por lo tanto coordinamos bastante bien.
[guido: Me llego la maquina para hacer pastas que te conté. ¿Venís a casa a cenar así el estreno?]
Me sorprendió bastante el mensaje. Aunque nos veíamos casi todos los días ese nunca era nuestro plan.
El solía venir a casa a eso de las tres de la mañana y se iba a las seis. No dormimos juntos ni cenamos juntos. Solo sexo. Yo ni siquiera conocía su casa. Nuestra rutina era siempre igual. Cuando nos vemos solo cogemos, pero hablábamos todo el día por wassap. Nos contábamos nuestros secretos más profundos, pero solo atreves de la pantalla, porque cuando estamos en frente solo nos atrevemos a vernos desnudos.
[Nicole: Pásame tu dirección]
Decidí por primera vez en semanas salir un poco mas temprano del trabajo, si bien yo manejaba los horarios si no me quedaba hasta tarde no iba a llegar con mis obligaciones.
Me bañe y me arregle. El reflejo que me devolvía el espejo era un desastre. Podía ver a mi alrededor toda la ropa tirada y mi pelo ya se había desordenado después de haberme cambiado la remera mas de seis veces. Me arrepentí de haber dicho que sí. No tenia ropa y estaba horrible.
Estacione a una cuadra de la casa de Guido. Decidí ver por ultima ves mi reflejo en el espejo retrovisor antes de salir.
Mi piel se veía fea, mi pelo estaba descontrolado. Mis ojos se llenaron de lágrimas, me sentía abrumada. Me retoque el labial y limpie la lagrima que caía, tenia que salir del auto y afrontar esto. Nos conocíamos bastante bien ya, él no se iba a sorprender al verme, ¿Por qué me ponía tan nerviosa?
Toque el timbre y espere. Guido abrió la puerta. Su perfume fue lo primero que me golpeo. Tenía puesta una musculosa negra y un pantalón largo también negro. El pelo suelto y una sonrisa de oreja a oreja.
-Traje vino y helado- dije levantando mis brazos mostrando las bolsas.
-Entonces podés pasar- dijo moviéndose para el costado dándome espacio.
Su casa era grande. Había un recibidor y después un living, a la derecha se extendía una cocina completamente equipada, y se veía atreves de un ventanal un jardín. En el living se veía una escalera que suponía que daba a las habitaciones. Todo era blanco o negro, muy ordenado y minimalista.
-Podes dejar tus cosas ahí- dijo señalándome un armario que estaba en la entrada.
Me saqué la campera y la colgué al igual que la cartera. Cuando me di vuelta el ya no estaba.
-Estoy en la cocina, veni- Lo escucho gritar a lo lejos. Agarre las bolsas y fui por donde lo escuche gritar antes.
La cocina estaba llena de harina por todos lados.
-Te gano la máquina- Dije riendo, viendo el panorama.
-Al principio si pero la domine, mira- Dijo mientras me mostraba una bandeja con fideos cinta ancha.
Puso el agua a hervir y agarro dos copas.
-¿Como fue tu día?- Dijo extendiéndome una copa con vino tinto
-Abrumador, mucho trabajo. ¿El tuyo? - Dije mientras daba un trago largo.
-Yo estuve todo el día aprendiendo a usar una maquina de pastas- Dijo también dando un sorbo a su copa.
Comenzamos a charlar de la vida, de como nos gustaba comer y especulamos cuanto uso le podía dar a la máquina.
-Esto esta buenísimo- dije después del primer bocado.
El se rio y me limpio la boca con una servilleta.
-Tenias salsa por toda la cara- Dijo todavía riendo.
Me puse roja y lo vi. Mi corazón golpeo mas fuerte que lo habitual. Sus ojos brillosos a causa de la risa, sus pelos ahora en un rodete, harina en su remera negra y los labios bordos a causa del vino.
El no se dio cuenta, pero algo en mi cambio en ese momento. Lo que estaba tratando de que no pase estaba pasando.
Todo con guido era mejor, comer, tomar, coger, hablar, reír. Pero no podía pasar, tenia que retener mis emociones, no sentir.
-Tierra a Nicole- Dijo mientras pasaba su mano por enfrente de mis ojos.
-Perdón me tilde. Que me decías del show- Dije mientras me acomodaba bien en mi silla.
-Que vamos a hacer otra fecha el luna, a fin de mes- Dijo mientras abría otra botella.
Realmente no escuche nada de lo que decía. Me había perdido en mi propia mente hace rato. No sientas, no sientas me repetía internamente cada vez que lo miraba hablar.
La cena avanzo gracias a que guido estaba muy emocionado hablando de la próxima gira. Yo solo sonreía y repreguntaba para que el siga hablando.
Después de la cena. Mientras ayudaba a Guido a recoger los platos, intentaba procesar lo que acababa de experimentar. Había sentido una conexión genuina con él, algo más allá de la intimidad física que compartíamos habitualmente.
-¿Queres conocer el jardín’- Dijo de repente sacándome de mi trance una vez más.
El patio era grande, cerré los ojos y aspiré en olor a pasto mojado que me envolvía.
-Gracias por invitarme esta noche- dije rompiendo el silencio.
Guido ascendió, mirando las estrellas.
-Quería mostrarte este lado también. No todo tiene que ser tan apresurado y casual- Dijo mirándome.
Nos interrumpió un perro chiquito como una pulga que vino corriendo a saludar a Guido el cual se agacho para alzarlo en brazos.
-Este es Batman- Dije mostrándome al pequeño perro.
- Ah, pero es una dulzura -dije y este me correspondió dando besos en toda la cara.
-No Batman, ya se que es imposible resistirse a besarla, pero no se puede hacer sin preguntar- Dijo Guido retando a su perro.
Jugamos con su perro un rato y seguimos tomando vino, la noche estaba hermosa, pero se hacía tarde.
-Hermosa noche Guido, pero me tengo que ir, mañana trabajo temprano-
Nos dirigimos despacio a la puerta, aunque los dos dilatábamos la despedida entre charla y charla nos íbamos acercando a la puerta.
-¿Nos vemos mañana? Puedo intentar hacer otro tipo de pasta- Dijo en la puerta.
-No creo que nos podamos ver en estos días, tengo mucho trabajo hasta fin de mes- le dije. También me iba a hacer bien alejarme un poco de él, capaz ver a otras personas.
-Pensaba que podía venir al ultimo luna antes d e la gira, va a estar bueno- dijo en respuesta.
- Si, re- Le dije. Mas de un mes hasta la fecha del show era más que suficiente para calmar mis emociones.
-Pero esta vez no podes trabajar eh- dijo en forma de chiste.
-Ni loca, pienso sentarme y disfrutar esta vez- Dije mientras salía por la puerta.
Nos miramos, no sabia como despedirnos. Él se acercó rompiendo el espacio personal para fundirnos en un beso suave y amoroso, muy poco común de nosotros. Nos separamos buscando aire. Yo estaba roja, esto no me hacía bien.
-Bueno nos vemos. Dijo el y termino cerrando la puerta.
Me que parada mirando la calle. ¿Por qué se despidió de manera tan brusca? ¿Acaso se había dado cuenta de que mi corazón late tan fuerte que se me estaba por escapar del pecho?
No sientas, no sientas me repetía mientras iba caminando al auto tratando de calmar las emociones que me estaban empezando a sobre pasar.
Durante el camino a casa, el caos de emociones me abrumaba. Por un lado, sentí una conexión genuina con Guido que había estado ausente en nuestros encuentros anteriores. Por otro lado, no paraba de pensar en las palabras de Guido cuando apenas nos estábamos conociendo “No te enamores”.
Al llegar a casa, me senté en silencio durante un largo rato, tratando de ordenar mis pensamientos. Recordaba cada detalle de la noche: la risa de Guido, el aroma de la comida, la sensación de sus labios contra los míos. Todo había sido tan diferente y especial.
Mi trabajo exigente me obligaba a mantener el foco, pero mi corazón y mente estaban ahora divididos entre el deber y la incertidumbre emocional.
Después de esa noche reveladora con Guido, me encontraba en un torbellino emocional.
Los siguientes días fueron difíciles. Intente concentrarse en mis entregas y en mantener una distancia emocional con Guido, pero mi mente seguía regresando a la noche en su casa. Había momentos en los que se sorprendía sonriendo al recordar algún chiste y en su risa que no lo dejaba terminarlo.
Las semanas pasaron, se terminó el trabajo pesado justo a tiempo antes de volverme loca. No había hablado con Guido más que para enviarnos algunos videos graciosos por Instagram.
Me había visto con otros hombres en ese tiempo, viejos chongos previos a conocer a Guido. Pero con ninguno sentí, con ninguno me reí. Pero cuando mi teléfono sonó con un video de dos gatitos jugando que me había mandado Guido me fue imposible seguir negándome lo que estaba sintiendo. Me había enamora de Guido.

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