cap 12: El sacrificio

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Las puertas del ascensor se cerraron. El aire parecía más denso, y las paredes del ascensor parecían cerrarse sobre nosotros.
Veo mi reflejo lamentable en el espejo del ascensor. Tenía los ojos hinchados, la cara roja y el maquillaje corrido. Trataba de calmarme, enfocándose en los números que indicaban los pisos, pero mi respiración se volvía más agitada con cada segundo que pasaba. Las puertas se abrieron, liberándonos del encierro.
Fui directo al balcón y me prendí un cigarrillo para calmar los nervios.
-Fumar hace mal- Dijo el mientras se apoyaba en la baranda al lado mío
-si- dije y di una calada profunda.
-¿Como estuviste estos días?- pregunto para sacar charla.
-intensos, ¿vos? - respondí mientras me movía para verlo a los ojos.
-intensos- respondió mientras se acercaba de a poco tratando de eliminar la distancia que teníamos.
Nuestras manos en la baranda de hierro frío del balcón se iban deslizando de apoco. Cortando la distancia que las separaba. Los dos mirábamos al frente, haciéndonos los desentendidos de los movimientos de nuestras extremidades que se iban juntando de a poco.
Nuestros dedos finalmente se encuentran, se experimenta un chispazo de electricidad sutil, una especie de vibración que recorre el cuerpo. Es como si se abriera una puerta hacia un espacio compartido, donde el contacto físico se convierte en un lenguaje propio. Las manos simplemente se tocan, y en ese breve contacto se siente la presencia del otro de manera intensa y reconfortante.
La conexión va más allá de lo físico; es una simbiosis de emociones y energías que se entrelazan en ese pequeño gesto. En ese momento, el balcón y todo lo que lo rodea parecen desvanecerse, dejando solo la sensación de cercanía y entendimiento mutuo, como si dos almas se encontraran en perfecta armonía en el espacio entre sus manos.
-y ahora como seguimos- Dijo guido todavía viendo al frente, sin mover un solo musculo.
-Nose- respondí con la voz entrecortada.
-Perdón- dijo el mientras se volteaba al fin.
Cuando nuestras miradas se cruzaron supe en ese momento que no había vuelta atrás. No importaba el tiempo sin vernos y lo sufrido estos días los sentimientos seguían ahí, intactos.
Acorte la distancia y nuestros labios se unieron.
El primer roce es suave y tierno, como una caricia que despierta cada fibra de mi ser. Se sienten los latidos acelerados de nuestros corazones, el susurro de nuestros alientos entrecortados que se mezclan en un ritmo perfecto. Sus manos se aferran suavemente a mi cintura y las mías se entrelazan con ternura en su pelo ondulado, buscando estar aún más cerca, como si pudiéramos fusionarnos en uno solo.
El beso se profundiza lentamente, intensificando la conexión que compartimos. Cada movimiento es cuidadoso y deliberado, lleno de reverencia y pasión contenida. Podemos sentir el calor del cuerpo del otro, la suavidad de sus labios que exigen más.
Hay un intercambio de energía palpable, como si al besar compartiéramos secretos íntimos.
Nos separamos buscando aire. Mi cabeza daba tantas vueltas que me encontraba mareada. Volví a apoyarme en la baranda metálica para encontrar equilibrio.
-¿Tomamos un café?- dijo guido mirándome. Teníamos mucho de qué hablar.
-Yo necesito algo más fuerte- dije dándole la espalda y entrando.
Prendí una pequeña luz que se encontraba en la esquina de la habitación. Fui hacia la vitrina que estaba en el fondo. Entre discos de vinilo y cds buscaba dos vasos y un whisky a medio tomar.
-Porque esto termine bien- dije cuando choque mi vaso con el de él.
-Porque esto no termine- pidió el y tomo todo el contenido del vaso.
Atónita di un pequeño sorbo y dejé de nuevo el vaso en la mesita de enfrente. El relleno su vaso y ahora tomo un trago mucho más tranquilo. Se sentó justo enfrente mío con las piernas abiertas y me miro.
-¿Alguna vez estuviste de novio? - pregunte mientras cruzaba las piernas encima del sillón.
-Si, pero hace mucho- contesto guido mientras se ataba el pelo en un rodete.
-¿Porque terminaron? - pregunte yo, estaba dispuesta a preguntar todo hasta que el no quisiera responder.
El me miraba pensativo, tratando de decidir si contarlo o no.
-Le corte para poder estar con otras personas- soltó de repente
-Yo nunca estuve de novia- le confese
-¿porque? - cuestiono demasiado sorprendido para mi gusto.
-Nose ninguno valía la pena el sacrificio- respondí mientras subía los hombros sacándole importancia.
Él sonrió
-¿Pensas que yo valgo el sacrificio?- Dijo poniéndose cómodo en su sillón
-Nose es eso lo que estoy tratando de pensar- conteste sincera
Se puso serio y pude ver como tragaba saliva y se mojaba los labios con la lengua.
-No estoy dispuesta a sufrir- Le dije
- y porque pensas que yo te voy a hacer sufrir? - dijo guido mirándome fijo
-quería avisarte nomas, que no voy a soportar sufrir, a la primera de cambio de me voy- Le dije intentando ser lo más sincera posible. Era ahora o nunca.
-Bueno- dijo
-Yo no estoy lista para una relación que no sea monogámica-
-Yo tampoco- dijo el serio por el repentino cambio de conversación.
-Bueno- ya no sabía que más teníamos que hablar. La cabeza me daba vueltas a causa de la conversación y la bebida.
-¿Pase el cuestionario entonces?- pregunto
-Si- le dije
- Bueno entonces somos novios? - pregunto dubitativo
-No- respondí viéndolo
-Pero, no entiendo entonces- dijo mientras se levantaba de repente de su asiento.
-Me parece que tendríamos que conocernos bien, es muy apresurado esto, si te pones a pensar no nos conocemos- le dije ahora mucho más relajada con la situación
-Si nos conocemos- El no parecido nada relajado, cada vez se exaltaba más.
-Cual es mi comida favorita? -le pregunte
El no respondió, me miro mientras se mordía el labio inferior.
-Ves lo que te digo-
-Bueno si Nicole nose cuál es tu comida favorita, pero sé que siempre dormís del lado derecho de la cama, con dos almohadas, aunque en el medio de la noche siempre las tiras al piso, te gusta desayunar mate amargo y los cafés te gustan con leche y muy dulces, te levantas todas las mañanas como si tuvieras una pesadilla todas las noches, siempre tenes el celular en silencio. Tu pelo siempre tiene olor a tu shampo de jazmines. Te mordes los labios siempre que estas nerviosa y sos claustrofóbica. Siempre se te pierden las llaves y cada vez que las encontras decís que te tenes que comprar un llavero mas grande para que se te dejen de perder, y puedo seguir eh– dijo todo tan rápido que me costaba analizarlo.
Me levante y lo bese, sin pensarlo mucho. Había pensado todo este tiempo que él no me prestaba atención, que solo venia y se iba de casa. Que la única que estaba al pendiente era yo. Me cuestione desde la fiesta si me estaba mintiendo, si había decidido mejor decir que estaba enamorado antes de que se termine. Pensé que era imposible que él se allá enamorado de mí, nadie se había enamorado de mí.
El beso se volvió exigente, apasionado.
El me levanto haciendo que envuelva mis piernas en su cintura, chocamos contra una pared. Tiro de mis pelos para que moviera la cabeza y el tener vía libre a mi cuello. Me mordió, chupo, succionó y beso.
Me tiró al sillón y deslizó sus manos por mis piernas. Las abrió para tener mejor acceso y arranco mi tanga.
-no sabes lo mal que la pasé estos días - dijo justo antes de meterse entre mis piernas
-pensé que no íbamos a hablar más, que era tarde – se lamentaba guido
-después hablamos de eso guido- dije mientras cerraba mis ojos y me hundía en el placer
-no puedo creer que este sintiendo esto- cada vez que comentaba algo se apartaba y me deja expectante
-por favor no pares- le implore mientras agarraba su cabeza y lo obligaba a no apartarse
El orgasmo me llegó como un latigazo de electricidad.
-ay tengo un calambre - dije abriendo los ojos de repente y agarrando mi pantorrilla.
El dolor había arruinado mi momento de placer haciéndome volver a la realidad mucho antes de lo que quería.
Guido agarro mi pierna y la masajeo mientras reía
-pobrecita la señora- dijo sin parar de reír
Me levanté mientras trataba de disimular la sonrisa, me había contagiado la risa.
-me debes una nueva eh- dije reclamando cuando me di cuenta de que mi tanga la había terminado rompiendo en el momento de lujuria
-vamos a casa, no me dejaste hablar nada- me dijo mientras se levantaba y corregía su rodete el cual se había desarmado por mi culpa.
-te pusiste charlatán eh- le dije recordando lo desesperante que era que hablara y no siguiera chupándome.
-no me acordaba que eras tan quejosa- dijo cuando subimos al ascensor.
El espejo del ascensor que hace solo unas horas me mostraba desastrosa ahora estaba con el pelo revuelto, las mejillas rojas y sonriendo al reflejo de Guido que me sonreía devuelta
-ey yo no me quejo- dije fingiendo ofenderte mientras apretaba el botón de la planta baja.
-claro claro- dijo burlón.
Lo observe por el reflejo del espejo, una dulce condena.

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