ALEX
La luz de la mañana comenzaba a filtrarse suavemente a través de las cortinas, inundando la habitación con un cálido resplandor dorado. Parpadeé lentamente, ajustando mis ojos al brillo tenue que iluminaba el espacio. Una sensación de paz y calidez me envolvía, y tardé unos momentos en recordar por qué me sentía tan increíblemente feliz. Luego, la realidad me alcanzó, y una sonrisa suave se extendió por mi rostro.
Me giré ligeramente y ahí estaba Austin, dormido plácidamente a mi lado. Sus brazos estaban firmemente alrededor de mi cintura, manteniéndome cerca. Su respiración era profunda y rítmica, y sus rasgos relajados revelaban una serenidad que solo había visto unas pocas veces antes. Observé el rostro de Austin, estudiando cada detalle: sus pestañas oscuras descansando sobre sus mejillas, la ligera curva de sus labios, y la tranquilidad absoluta que emanaba de él en ese momento.
Sin querer moverme demasiado y romper la magia del momento, me permití disfrutar de la cercanía y el calor del cuerpo de Austin. Mi corazón latía con un ritmo constante, un recordatorio silencioso de la conexión profunda que compartíamos. Los pensamientos de la noche anterior, llenos de risas, susurros y promesas, pasaron por mi mente y me hicieron sonreír aún más.
¿De verdad hicimos todo eso?
Austin se movió ligeramente, ajustándose en el sueño, y su agarre se volvió más firme por un instante antes de relajarse de nuevo. No pude evitar sentir un torrente de emociones: amor, gratitud y una ternura abrumadora. Sentía que podría quedarme así para siempre, enredada en los brazos de Austin, sintiéndome segura y amada.
De repente, Austin se movió de nuevo, esta vez despertando lentamente. Sus párpados aún cerrados, pero sus labios formaron una media sonrisa.
Sin abrir los ojos, murmuró con voz ronca y adormilada-¿Te gusta lo que ves, princesa? Estoy seguro que una foto duraría más, ¿no crees?-
Solté una risita, mi risa suave y musical llenando el aire matutino.
-Eres un descarado, ¿lo sabías?- respondí, mi voz llena de cariño.
-Pero sí, me gusta mucho lo que veo. No hay nada más hermoso para despertar"Austin finalmente abrió los ojos, sus irises brillando con una mezcla de travesura y amor. Me subió sobre su regazo y me recosté en su pecho disfrutando el calor que me brindaba.
-Entonces me alegra que lo disfrutes, porque yo también estoy disfrutando mucho de esto-dijo, su tono juguetón pero sincero.-Y además, me gusta que seas tú la primera cosa que vea cada mañana.
Sentí una oleada de felicidad pura mientras lo miraba.
-Eres increíble, ¿lo sabías?-susurré, acercándome para darle un beso suave en los labios.
-Lo sé, pero me gusta más escuchar cuando tú lo dices- respondió Austin con una sonrisa, devolviendo el beso con ternura.
Nuestros labios se fundieron en un beso cálido y largo, sus manos acariciaron la piel de mi cintura y luego la derecha bajó a mi muslo izquierdo, no hicieron más, solo estuvieron allí, afirmandome.