Capítulo final-parte 1

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Después de hablar con Begoña y Fina, me decidí a tener esa conversación con mi hermano. Era importante que lo supiera si el día de mañana necesitábamos algo, para evitar malentendidos o situaciones incómodas. 

El desayuno transcurrió cómo siempre, con silencios incómodos, algún comentario sobre la fábrica y la salida de tono típica de Jesús. Por mi parte, permanecía más callada de lo normal. Cada vez que me cruzaba con la mirada de Begoña, los nervios me comían más. Aunque mi capacidad para mantener la compostura era bien conocida, esta flaqueaba cuando tenía que ver con que alguien conociera mi relación con Fina.

Andrés, que no dejaba de prestarle atención a Begoña, se dio cuenta de la tensión entre nosotras. Asique, cuando todos se levantaron, se despidió de María con un beso y se acercó a mí.

—¿Va todo bien? —preguntó preocupado

—Tengo que hablar contigo—dije seria mirando hacia los lados

—Comprendo—dice haciéndome un gesto con la cabeza para que le siga. Ambos salimos de la casa y una vez alejados, nos sentamos en unos de los bancos de hierro blanco que bordeaban la finca—¿Ha pasado algo con Begoña? —me pregunta directamente.

—¿Te has dado cuenta? —digo algo sorprendida

—Me ha parecido que había algo de tensión en como os mirabais

—Verás Andrés...—cojo aire antes de proseguir—Begoña nos ha descubierto

—¿Cómo? —pregunta incrédulo abriendo mucho los ojos.

—Fue algo fortuito, estaba haciendo fotografías por los parajes cerca de la carretera y nos vio en actitud cariñosa—digo con la voz ligeramente tocada

—Entiendo...y la conversación no ha ido bien...o ¿Me equivoco?

—Nos reunió a Fina y a mí, y nos enseñó la fotografía, aún sin revelar, que hizo sin querer

—¿Una fotografía? —se lleva una mano a la cabeza—No puede ser... ¿La tienes tú?

—¿Bromeas? la quemamos Andrés, esa prueba no podía ser vista por nadie más—digo seria

—Si claro...—se remueve en el asiento inquieto—¿Quieres que hable con ella...?

—No es necesario—digo firme—el problema es que mi confianza se ha roto, aunque nos diera el trozo de carrete

—Begoña no hablaría, no es como los demás

—Sabía que me dirías eso

—Porque realmente lo pienso, pondría la mano en el fuego por ella—dice con mucha seguridad

—Andrés...—suspiro—necesito creerte, cada vez que alguien lo descubre todo se revuelve y está siendo muy complicado

—Mira el lado bueno, ahora nos tenéis a los dos, os ayudaremos—dice mirándome con cariño

—¿De dónde sacas esa positividad?

—No la saco, solo la busco—dice con su habitual sonrisa ladeada

—Gracias—digo poniendo la mano sobre la suya—no sabes lo que significa que me apoyes y me escuches—la emoción me embarga—me siento muy sola...

—Pero no lo estás Marta—da un ligero apretón a mi mano—Tienes a Fina y ahora me tienes a mí y a Begoña cuando las aguas se calmen—dice sonriendo de nuevo—nunca vas a estar sola, te lo prometo

Empezaban a gustarme las conversaciones con mi hermano. Su comprensión y apoyo inesperado, me estaba dando una seguridad, una red que no había tenido hasta entonces, y que realmente necesitaba.

Luces en el caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora