Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 16 」

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«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗂𝖾𝖼𝗂𝗌𝖾𝗂𝗌»

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«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗂𝖾𝖼𝗂𝗌𝖾𝗂𝗌»... [16]

❝𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗼 𝗣𝗲𝗰𝗮𝗱𝗼❞

El amanecer llegó con una suavidad engañosa, la luz del sol filtrándose a través del dosel de hojas y ramas que formaban un manto protector sobre el campamento

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El amanecer llegó con una suavidad engañosa, la luz del sol filtrándose a través del dosel de hojas y ramas que formaban un manto protector sobre el campamento. Kim abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la claridad matutina que inundaba su refugio improvisado. Por un momento, se permitió disfrutar de la quietud del amanecer, el canto lejano de los pájaros y el suave murmullo del viento entre los árboles. Pero esa paz momentánea se desvaneció rápidamente cuando su mente volvió a la realidad de la noche anterior.

Se movió ligeramente, sus músculos protestando por la dureza del suelo, y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba solo. El lugar que Jeon había ocupado la noche anterior estaba vacío, la manta desordenada y abandonada. Un sentimiento de inquietud se apoderó de él. ¿Dónde estaba Jeon? Miró a su alrededor, esperando verlo cerca, tal vez preparándose para el día o simplemente tomando un poco de aire fresco. Pero no había rastro de él.

Una punzada de tristeza lo atravesó. La ausencia de Jeon era como un vacío tangible, un agujero en el tejido de la mañana que no podía ignorar. Se sentó lentamente, frotándose los ojos mientras intentaba despejar la bruma del sueño. En su mente, la pregunta de dónde estaba Jeon se mezclaba con una preocupación más profunda y personal: ¿por qué le importaba tanto? Se sentía abrumado por una mezcla de emociones contradictorias, una lucha interna que no podía resolver.

Mientras se levantaba y empezaba a recoger sus pertenencias, no pudo evitar que su mente vagara por caminos oscuros. ¿Se había ido Jeon porque estaba aburrido del viaje? ¿O había algo más detrás de su desaparición? La idea de que Jeon pudiera haberse ido porque no encontraba nada interesante en el campamento lo llenaba de una tristeza inexplicable. Pero al mismo tiempo, una voz en su interior le decía que esto era lo mejor. La presencia de Jeon solo complicaba su vida, introduciendo tentaciones y deseos que no podía permitirse tener.

Se juzgó a sí mismo por sentirse triste. Debería estar aliviado, no apesadumbrado. Sin Jeon cerca, podría concentrarse en su propósito, en sus deberes religiosos y en guiar a los jóvenes en su viaje espiritual. Sin embargo, esa lógica fría no lograba disipar el vacío que sentía. La ausencia de Jeon era como una sombra persistente, una presencia ausente que no podía ignorar.

𝖯𝖺𝗌𝗂𝗈́𝗇 𝖲𝖺𝗀𝗋𝖺𝖽𝖺       «𝖪𝗈𝗈𝗄𝖳𝖺𝖾»          Ⓒ︎𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂09✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora