Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮3 」

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«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗍𝗋𝖾𝗌»

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«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗍𝗋𝖾𝗌»... [𝖮3]

❝𝗢𝗯𝘀𝗲𝗿𝘃𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘁𝘂 𝗺𝗶𝘀𝗲𝗿𝗶𝗮❞

La oscuridad del lugar envolvía la escena como si fuera la misma noche, pero aun así, cada detalle de lo que ocurría en aquella cueva era claramente visible gracias a la tenue luz amarillenta que se filtraba por una pequeña ventana en lo alto

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La oscuridad del lugar envolvía la escena como si fuera la misma noche, pero aun así, cada detalle de lo que ocurría en aquella cueva era claramente visible gracias a la tenue luz amarillenta que se filtraba por una pequeña ventana en lo alto.

A su lado, un hombre completamente desnudo lo contemplaba con una intensidad que hacía que su respiración se entrecortara. El cuerpo del desconocido, esculpido como una obra maestra, se movía con una sensualidad que resultaba casi irreal. Las manos del hombre, grandes y fuertes, recorrían sus muslos con una lentitud tortuosa, despertando en él una excitación tan palpable que sentía su piel arder bajo aquel toque. Sus piernas comenzaron a temblar incontrolablemente al sentir cómo una de esas manos se cerraba alrededor de su miembro endurecido, acariciándolo con precisión devastadora.

El placer lo consumió de inmediato, robándole el aliento y haciendo que sus ojos se reviraran en una expresión de éxtasis puro. Nunca en su vida había experimentado algo tan intenso, tan profundamente embriagador. Sentía cada movimiento de aquellos dedos largos y huesudos sobre su glande, sobre sus testículos, cada roce enviando oleadas de calor por su cuerpo. Con la otra mano, el hombre le tocaba un pezón, apretándolo con fuerza, arrancándole un gemido involuntario.

Su respiración era errática, y el sudor comenzaba a escurrir por su frente, empapando su cabello desordenado. Kim se dio cuenta, en ese instante, de que era un desastre, un ser completamente entregado a la lujuria y a la perversión.

Pero nada de eso le importaba ya.

Su mente estaba nublada, sumida en una niebla espesa de deseo. Había abandonado toda pretensión de moralidad, dispuesto únicamente a disfrutar del toque maravilloso y excitante de aquel hombre que lo estaba masturbando con una maestría inigualable. El olor a sexo impregnaba el aire, llenando sus fosas nasales y provocando que su miembro se endureciera aún más, casi dolorosamente. Sus piernas temblorosas intentaron cerrarse por la intensidad de las sensaciones, pero su amante se lo impidió.

𝖯𝖺𝗌𝗂𝗈́𝗇 𝖲𝖺𝗀𝗋𝖺𝖽𝖺       «𝖪𝗈𝗈𝗄𝖳𝖺𝖾»          Ⓒ︎𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂09✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora