Cap VII

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—¿Qué hacemos ahora?— preguntó Chishiya al pelinegro, que seguía enganchado a su cuerpo como un perezoso, ahora en una posición más natural.

—No sé, deberíamos volver— propuso, recostándose en el hombro contrario.

—Quedémonos por si acaso, quizás y vuelve— dijo Chishiya.

—Por cierto, ¿te incomoda que esté así? Tengo frío.

—¿Eh...? No— respondió el teñido con indiferencia, sin apartar su mirada del lago— Te puedo prestar mi sudadera si quieres.

—Sí, está bien, supongo. Después te la devuelvo.

—Bien, toma— lo apartó un poco y se quitó la chaqueta, bajó a Niragi de su regazo y le entregó el buzo.

—Gracias— sonrió y se la puso, algo asustado por lo que acababa de pasar y por parecerle raro el tipo en frente suya.

—No es nada, ¿quieres alguna otra cosa?— dijo tranquilo, sin quitar el semblante frío que tenía.

—No, no hace falta.

—Bien— dijo, con la voz temblorosa del frío. Cuando apareció la cosa, todo empezó a volverse como si escarlatas de hielo se hundieran en sus pieles.

Niragi pudo verlo, Chishiya tenía frío también. Decidió darle su chaqueta, no quería hacerle caer enfermo, mucho menos en borderland.

—Toma, estás temblando.

Parecería estúpido, él estaba que se sacaba los huesos y los dejaba en el horno para agarrar algo de calor. Pero no podía, no le salía quedarse la chaqueta.

—Tú también tienes frío, yo puedo aguantar— dijo Chishiya, él solía hacerlo con sus amigos cuando Tokyo era habitable, y no dejaría esa costumbre.

—Da igual, no me puedo quedar la chaqueta si sé que tú también estás congelado. Después en los sacos me calentare— dijo el pelinegro, y el más bajo lo mal pensó, así que, ¿por qué no hacer algún chiste sobre eso? Pensó.

—Te puedo calentar yo— dijo en un tono entre burlón y coqueto, el contrario no era mal partido según él.

—Sería un placer— dijo, respondiendo al coqueteo con un guiño y empezando a caminar.

Chishiya suspiró, sonriendo, y empezó a caminar junto al pelinegro. Ambos llegaron al claro principal, dónde allí, Chishiya culminó su "broma", no tan broma.

—Ey, ven aquí. Se suponía que te calentaría, ¿no?— dijo sonriendo mientras se tumbaba en el saco, aún sin meterse ni taparse, esperando a que le respondiera.

Niragi, no muy convencido, se sentó al lado del pelogris y se acercó, lamiéndose los labios.

—¿Cómo piensas hacerlo, Chishiya?— preguntó cada vez más cerca de su rostro, el peligris estaba que veía las estrellas sólo con su suposición.

—Como tú quieras.

Niragi, una vez más, sonrió con aires de grandeza y lujuria. Se abalanzó sobre el otro, meciéndose contra su cuerpo. Empezó a besarlo, acariciar su cuerpo, y sobre todo, la erección que había provocado en el hombre debajo suya. Jadeando, suspirando y gimiendo empezó a desvestir a Chishiya, después, con algo de esfuerzo, recuperó el aire.

—¿No quieres algo en específico, cariño?— le preguntó mientras acariciaba su torso con una sonrisa de oreja a oreja.

—Empieza a saltar— dijo el contrario con la respiración entrecortada, su mente se había nublado ya y cada vez iba a más.

"Es tan caliente, mierda."  Pensó cuando el de tez blanca le quitó los pantalones y empezó a acariciar su bulto por la tela de los boxers.

De un momento para otro, su ropa por completo desapareció. Gimió del frío en el aire, pero él estaba completamente caliente. Quería más.

Niragi se quitó a sí mismo la ropa y con cuidado introdujo el miembro ajeno en su entrada. Con un suspiro de placer, terminó de mecerse contra el regazo del otro y comenzó a ir de delante hacía atrás con sus caderas, sus manos apoyadas en los hombros del contrario.

Chishiya, en un intento de calmar los sonidos que hacía el otro, le besó y cuando se separó del beso, dijo;

—No hagas tanto ruido, ¿eh? Nos van a pillar— dijo con diversión, una expresión de satisfacción recorría su cara, su cuerpo totalmente relajado ante los brincos del contrario, cada vez más fuertes.

—Oh, claro— dijo en un tono juguetón y volvió a lo suyo, esta vez besándolo e introduciendo su lengua en la cavidad bucal del otro.

El piercing de Niragi se notaba como algo frío entre miles de sensaciones húmedas y calientes, perfecto para hacer llegar al climax con tan sólo ese metal. Ambos se corrieron, cayendo exhaustos ante el gasto de energía.

Al día siguiente.

Ambos yacían juntos, tumbados y arropados mínimamente junto a las brasas. Cuando despertaron, se les hizo las 11 p.m, algo tarde para ellos.

Se levantaron y vistieron, intentando no atrapar la atención de los demás a su alrededor y poder separarse con cautela.

—Hasta que despertais— dijo Aguni, mirándolos unos metros adelante de ellos y calzándose.

Aguni no se quería meter mucho, realmente no le importaba lo que tuvieran entre ellos los cadetes; eran sus cosas, sus asuntos. No merecía la pena meterse, según él. Pero... ¿Ver a esos dos juntos, compartiendo cama y posiblemente fluidos, no era lo suficientemente interesante?

Sí, claro que lo era.

—Ah... Hola Aguni— respondió Niragi ante el silencio del peligris.

—Preparaos, hoy buscaremos algunas cosas.

Ambos asintieron y vieron a Kuina y Ann a lo lejos; ambas llevaban material para acampar como madera, agua, comida y sacos de dormir.

Les pasó la mañana cuando se movieron hacía el centro de Tokyo, allí encontraron varias personas, pero ninguna dispuesta a ayudarles o brindarles información.

Al anochecer, volvieron a la ubicación inicial u fueron a dormirse.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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