03 - Postre

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San Valentín, la fecha más esperada del año por algunos, y la más odiada por otros tantos. Anya era una pequeña de 8 años que solo pensaba en jugar y seguir manteniendo la paz entre las naciones para que su familia fuera feliz, ni siquiera sabía que existía una fecha para celebrar el amor.

Supo de está maravillosa época gracias a su mejor amiga, Becky Blackbell, quién no dejaba de mencionar como era un buen regalo para la ocasión, aconsejando a Anya, o, más bien, obligando, a darle un detalle al segundo hijo de la familia Desmond.

Luego de pensarlo mucho tiempo, decidió que hacer un postre para el chico era la mejor opción, pues, ¿qué podría ser mejor que algo preparado por uno mismo?, por esto, la pelirrosa se encontraba en el "palacio" de su mejor amiga.

— Bien, Anya, después de revisar cada receta, he elegido el postre ideal. —Orgullosa de si misma la señorita castaña sonrió.— Haremos un Pávlola, mi chef privado nos ayudará y así tú, mi querida amiga, lograrás conquistarlo.

El pensamiento de aquella pequeña de 9 años era realmente maduro, la ojiverde se hallaba impresionada, aunque también aburrida, preparar un dulce para menor no era para nada divertido, prefería estar viendo Spy Wars o jugar con el señor Quimera.

— Si lo dice la señorita, lo haré. —Dió su mejor esfuerzo de verse animada pero solo logró bostezar al terminar su frase.

— No es momento de tener cansancio, vamos, actívate. —La mencionada agarro los hombros de su amiga, sacudiendo su cuerpo con suavidad.— Recuerda que mañana se lo entregaras con una bella sonrisa en tu rostro.

Y de nuevo, la pequeña castaña entraba a su ensoñación, imaginando la escena más adecuada y romántica en la que la menor podría brindar el pastel a Desmond. La ojiverde, leía los pensamientos de la presente mirándola con extrañeza, vaya que pensaba en cosas raras.

— Bien, señoritas, debemos empezar ahora. —El chef de la familia Blackbell entró a la conversación, guió a las niñas de forma paciente.

Les tomó alrededor de 2 horas culminar su trabajo, fue agotador, pero disfrutaron cada momento, ahora se encontraban en la habitación de la castaña planeando como la pelirrosa debía entregar el regalo.

— Entonces, te acercas, sonríes de forma adorable y luego le entregas el postre. —Imaginó la mayor, indicando a Anya lo que debía hacer.— Y terminas con “me gustas mucho, amor mío”.

La que recibía los consejos solo pudo poner una mueca de asco, que no disimuló ni un poco, no se imaginaba decirle eso a Damián, sería verdaderamente incoherente.

— Ajá, lo haré, lo haré. —Prometió a su amiga, tomando el postre que yacía en un bonito empaque con una dedicatoria.— Se lo entregaré mañana en cuanto llegué.

La chica Forger sonrió forzadamente, a su vez, pensaba en que no sería tan mala idea, pues, tal vez, la operación amiguitos podría renacer, y eso ayudaría mucho a su padre.

[...]

— Alteza, ya es el cuarto presente de hoy. —Comentó orgulloso el más bajito de sus dos amigos.— Que bueno que tenga tantas admiradoras.

El comentario era positivo, sin embargo, el mencionado, no se sentía feliz. Recibió cuatro regalos de chicas que había visto de vez en cuando, sin embargo, el de ella no había llegado aún.

— Ay, Anya, dijiste que se lo darías. —Una malhumorada Becky empujaba a su amiga.— Ahí está. —Susurraba sin disimular ni un poco.

La menor solo pudo empezar a sentirse apenada, se había arrepentido a último momento, pues, ver los regalos costosos que le daban no le hacía demasiada gracia, aún así el último empujón de su amiga la había llevado justo al frente del joven, quién la miró levantando una ceja.

— H-hola, segundo. —Intentó sonar serena.— Anya, ha traído un regalo para tí. —Extendió la cajita que contenía el postre frente a él manteniendo la mirada baja.

En su mente, escuchaba los murmullos de los amigos del Desmond, «Vaya, cree que se lo va recibir», «Que tonta», «Es obvio que la rechazará». Sus pensamientos daban vueltas y vueltas, mareandola un poco, pero fue sostenida por el chico que estaba en frente, que además, habia aceptado el detalle.

— Lo recibiré. —Soltó con fingido desagrado.— P-pero no creas que somos amigos. —Sus mejillas empezaban a volverse rojas.— Es solo que ya lo hiciste, es lo menos que puedo hacer.

La mirada de seriedad que fingió solo causó gracia a la ojiverde, quien sonrió victoriosa, con un único pensamiento en mente.
«La operación amiguitos, resurgió». Sonrió en grande notando como los tres chicos se alejaban y su amiga se acercaba a pasos rápidos.

— Por cierto, Segundo. —Llamó la atención del chico antes de que fuera inaudible su voz.— ¡Feliz San Valentín! —Mencionó orgullosa, retirándose del lugar junto a Becky.

No se dió cuenta de que había dejado a un castaño sonrojado, con miles de pensamientos en su mente. Al fin y al cabo, ella solo pensaba en que la paz entre las dos naciones seguiría existiendo.

Damianya Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora