Damianya Week 2024

04 - Melifluo

— Solo inténtelo, señorito. —Emile insistía a Damián para que le dijera palabras dulces a la chica pelirrosa.— Le estamos dando muchas ideas, no es tan difícil.

El mencionado solo podía pensar en cómo le diría a la chica que le gustaba todas esas palabras de golpe, sentía que decir todo eso no era correcto, o más bien, le apenaba, pero  él jamás lo aceptaría.

— A ver, otra vez. —Ewen retomó la conversación.— Debes decirle alguna de las frases que te enseñamos. —Aconsejaba sin darle mucha importancia.— Ya llevan 2 meses de relación, ¿cuál es el problema?

Y de nuevo, el Desmond solo podía negar, ¿cómo se tomaría la pelirrosa dichas palabras?, no era capaz de comunicarle tales cosas, aunque, él realmente quería tratarla con dulzura.

— Ya lo sé, lo he intentado. —Suspiró con cansancio.— Pero cuando voy a decirle, siempre hay algo que lo impide.

Sus mejillas se tornaron de un tono carmesí que intentó disimular sin éxito.

— Ooh, ya entiendo. —Volvió a hablar Emile.— ¿Le da vergüenza?, solo dígalo, Alteza. —Se burló un poco de su amigo, que se sonrojaba cada vez más.

— ¡Que no!, claro que no. —Su orgullo no le permitiría admitir aquello.— Ya verán como la próxima vez que la vea, le dire cada dulce palabra existente.

Cruzó sus brazos indignado sin esperar que la chica que lo traía en tantos conflictos aparecería de repente con su amiga castaña.

— Hola hola, Segundo. —La cálida sonrisa de Anya iluminó el día del Desmond.— ¿cómo estás? —Lo observó a detalle.— Estás rojo, ¿Tienes fiebre?

La Forger de manera curiosa posó su mano en la frente del chico, quién solo se alejo con rapidez.

— E-eh, estoy bien, estoy bien. —Nervioso se acerco a la Blackbell tomándola del brazo y alejándose un poco del sitio.

Ella frunció el ceño en señal de confusión y esperó que el castaño le brindara una explicación.

— Blackbell, sé que no hablamos mucho. —Aceptó el chico nervioso.— Pero necesito tu ayuda.

Fue así que Damián empezó a contarle todo, desde la conversación con sus amigos hasta la vergüenza que sentía al intentar decirle eso a Anya, ella solo pudo reír.

— ¿Es enserio?, tus amigos están mal de la cabeza. —Seguía risueña.— ¿“Mi pequeño maní”?, no creo que sea lo más romántico.

La más bajita decidió compartirle frases que sonaban dulces y no eran tan raras como las de los chicos, él la escuchó de manera atenta, sin perder ningún detalle.

— Lo último que debes tener en cuenta es que estas frases salen del corazón, así que dilo, no pasará nada malo. —Alentó sonriente y fue a buscar a los dos chicos para apartarlos de la pareja.

La ojiverde dirigió su mirada hacia su novio, quien se acercaba lentamente.

— ¿Pasó algo? —Preguntó confundida.

— No, solo necesitaba consultar algo con Blackbell. —Tranquilizó a la menor.

— Oh, bueno, ¿y qué era? —seguía con la curiosidad a flote la Forger.

— Nada importante, por ahora, mírame. —El más alto tomó a la chica de la cintura, acercándola a él.— Quería decirte que eres la melodía más dulce que alegra mis días, que por tí recorrería mar y tierra, que al estar contigo solo siento paz, que eres lo más especial magnífico para mí. —Las palabras que tanto le habían costado decir salían por si solas.— Te quiero mucho, linda, no dudes de eso. —Dicho todo aquello solo sonrió hacia la pequeña, quién sonreía de igual forma.

— Vaya, Damián, Becky es una excelente maestra. —Expresó encantada acercándose más a su pareja, mientras se sonrojaba.— Es muy lindo de tu parte, cariño, muchas gracias. —Culminó lo dicho con un tierno beso, que duró algunos minutos.— Deberías hablarme así  más seguido, te sale bien.

Rieron a la par mientras seguían mirándose como si no existiera nada más que aquel momento lleno de melifluo.

— ¿Escucharon, tontos? —Regañó la castaña a los dos chicos que se había llevado anteriormente.— Si le hubiera dicho, “eres mi pequeño maní”, no hubiera pasado nada de esto.

Ellos solo lograron mirar a la chica con reproche, las palabras dulces que ellos habían recomendado no estaban tan mal, no entendían porque la chica dramatizaba todo.