Capitulo 3: Distancia

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Izuku había ido a una joyería hace un par de meses, mucho antes de que Bakugo se fuera de Japón para comprar los anillos, fácilmente llevaba unas 3 horas ahí inspeccionando todos los diseños, sin poder encontrar lo que tenia en mente para Uraraka, se la paso de un lado a otro en los aparadores, sujetando su mentón con los dedos en medio de murmullos que ya tenían un poco incomoda a la empleada que hacia todo lo posible por ayudar al chico "Esto es demasiado extravagante" "No, esto se ve incomodo" "¿Eso es un unicornio? ¿a Uraraka le gustara?" "Ese se ve lindo, pero quizás es muy grande ¿seria difícil de llevar?" "¿Debería llamarle a mama? quizás ella sepa mejor sobre esto" La dependiente se coloco a un costado de Izuku, le toco suavemente el hombro para llamar su atención.

-¿Quieres ver algún modelo, muchacho? Si te lo muestro mas de cerca, seria mucho mejor.

-Ah ¡Si! solo... que son muchos, no se bien cual quiero ver... ¿podría, recomendarme algo?

-Por supuesto, quiero decirte, antes de eso, que no encontraras algo "perfecto"

Los ojos de Izuku se abrieron mas, curiosos por ese comentario, la dependienta le sonrió de manera comprensiva e incluso dulce antes de seguir con su explicación.

-Tengo 15 años trabajando en este local, he visto muchos hombres buscar anillos para la persona que aman... ¿sabes que aprendí en estos años? que todos los anillos que elegían eran perfectos e imperfectos al mismo tiempo, como el amor mismo. Lo que destaca es la historia que hay detrás de cada par de anillos, por eso, siempre les aconsejo que se dejen llevar por el instinto.

La mujer lo miro con una sonrisa mas amplia, no tenia mas de 50 años y el porte era de una persona amable, incluso amorosa, algo que Izuku necesitaba con urgencia en esta ardua búsqueda; ya había ido a otras tiendas pero en todas los empleados se desesperaron (aunque al inicio eran amables, claro, estaban atendiendo a un héroe) pero después de 80 preguntas y muchos murmullos se rindieron. No existía mucha gente que soportara eso de el, solo unas pocas... como Kacchan, que después de trabajar tanto con el se mostro incluso atento a las palabras del otro, tal parecía que el rubio entendía que en muchos de esos murmullos siempre se encontraba algo que rescatar y usar a favor de la situación, además estaba directamente implicado en parte de la organización, lo que agudizo su manera de escuchar al muchacho.

Esta mujer, en poco tiempo, parecía haberlo entendido todo y el lenguaje corporal de Izuku se relajo considerablemente.

Los ojos verdes exploraron la vitrina una vez mas, hasta que se detuvieron en un par que resaltaban bastante, se trataba de una edición especial por el florecimiento de los arboles de sakura, un par de anillos de oro rosa, con un suave grabado en el interior simulando finos pétalos; en cuando los vio, sus ojos se iluminaron y pensó en la primera vez que habían ido juntos a ver los pétalos, que caían tan lentamente sobre el cabello café de Uraraka, sirviendo de adornos sutiles que destacaban sus mejillas rosadas. Su primera cita. Supo, después de ese recuerdo, que eran los indicados.

Ni siquiera tuvo que hablar, la mujer saco la caja que contenía las argollas para el.

-Algo me dice, que estos serian perfectos ¿Qué te parecen?

-Son perfectos, me los llevare

La dependienta sonrió, estaba feliz por la venta y también por que por fin, podía deshacerse de ese muchacho que solo murmuraba demasiado en su tienda; aunque estaba acostumbrada a la indecisión de sus clientes, en este caso solo necesitaba un suave empujón.

Le entrego a Izuku las argollas en una pequeña bolsa rosa de tela, el chico le agradeció muchas veces por sus atenciones y cuando se disponía a salir de la joyería, sus ojos verdes se enfocaron en un accesorio, destacaba en una de las vitrinas que daba hacia la calle, se trataba de un colgante muy familiar en forma de granada, ahí recordó que ese local fue en donde Kacchan se había detenido una ocasión que hacían patrullaje, el no quiso ser demasiado entrometido pero darse cuenta de lo que observaba el rubio era bastante fácil, los ojos de su amigo de la infancia no eran precisamente difíciles de interpretar, siempre habían sido muy expresivos y ahora que ambos tenían una relacion mas cercana, sabia identificar lo que esos ojos rubí querían decirle la mayoría de las veces... En todo caso, le gustaba pensar que era así y hasta donde sabia, Kacchan no era muy afecto a comprar mercancía suya e Izuku lo entendió una ocasión, en la que su pequeña madre había llegado a casa, con lagrimas de alegría en los ojos y una figura de un mini Deku de plástico. Era una sensación difícil de explicar, pero en esa mezcla la "vergüenza" destacaba.

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