CAPITULO 2

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Azul, llena de emoción, se lanzó a abrazar a Juan, quien recibió el abrazo con alegría y calidez. Después de un momento de conexión, se separaron y Azul propuso: "Vayamos a mi apartamento, cariño". Juan asintió con entusiasmo, y juntos recogieron el picnic y se encaminaron hacia el departamento de Azul, disfrutando de la cercanía y complicidad entre ellos durante el corto trayecto de cinco cuadras.

Al llegar a su hogar, Azul tomó una venda y cubrió suavemente los ojos de Juan. Con cuidado, lo guió hasta la habitación principal. Al encender la luz y destapar los ojos vendados de Juan, este quedó fascinado al descubrir una habitación decorada con tiernos dibujos infantiles, una acogedora cuna y una variedad de accesorios de bebé. "¡Es asombroso! Parece verdaderamente una habitación de bebé", expresó Juan, maravillado. Azul, con una risueña mirada, respondió: "En efecto, mi amor. Esta es una habitación para un bebé... y es tuya".

A pesar de sentirse un poco apenado por la situación inusual, Juan inquirió con curiosidad: "¿Y ahora, qué se supone que debo hacer?". Con tranquilidad y una chispa de travesura en sus ojos, Azul le indicó: "Ahora, simplemente desvístete". Sorprendido por la petición, Juan, un tanto incómodo, preguntó con cierta timidez: "¿¿Aquí mismo??". Con una sonrisa cómplice, Azul respondió con suavidad: "¿Dónde más, mi vida? Además, esa ropa que llevas puesta es para un niño grande, y tú eres mi bebé". Ante la aclaración de Azul, Juan, sintiéndose un poco cohibido, balbuceó: "Pero..." Sin embargo, fue interrumpido por Azul, quien afirmó: "Sin peros".

Con paso lento y tranquilo, Juan comenzó a desvestirse, dejándose únicamente con la ropa interior. Al concluir, Azul, con una leve risa juguetona, señaló: "También la ropa interior, cariño". A pesar de sentirse cada vez más ruborizado, Juan obedeció las indicaciones de Azul y se deshizo de la prenda restante. Una vez más, avergonzado, preguntó con una mezcla de nerviosismo y curiosidad: "¿¿Y ahora qué sigue??".

Con una mirada cálida y una tranquilidad reconfortante, Azul le indicó a Juan que se acostara en la cuna preparada con sumo cuidado. Sin titubear, Juan siguió la indicación y se tendió en la cuna, sintiendo una extraña pero reconfortante sensación de tranquilidad. Azul le pidió que levantara las piernas mientras colocaba una almohadilla debajo, y con delicadeza esparció un poco de talco sobre su piel.

"¿Cómo se siente mi bebé? ¿Estás cómodo?", preguntó Azul con ternura y complicidad, acercando su rostro al de Juan. Con un tono suave, Juan respondió con una mezcla de emoción y vergüenza: "Sí, me siento cómodo...". Azul lo miró con una dulzura infinita y añadió con cariño: "Eso es maravilloso, mi pequeño. Ahora, cierra los ojos y descansa... Ha sido un día largo". Con suaves gestos, le dio un dulce beso en la frente, transmitiéndole tranquilidad y afecto.

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Cuidando a Mi Novio como un Pequeño TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora