CAPITULO 3

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Después de dejar a Juan descansando plácidamente en la cuna, Azul sintió el peso del día y decidió acostarse también. Se quedó profundamente dormida y cuando abrió los ojos, el reloj marcaba las 9 de la noche. Sorprendida por lo tarde que era, se levantó rápidamente y salió a ver a Juan.

Lo encontró aún durmiendo profundamente en la cuna. Azul, sintiéndose enternecida por la escena, sacó su celular del bolsillo y le tomó algunas fotos, murmurando para sí misma: "Qué lindo que se ve mí bebé."

Con suavidad, empezó a mover a Juan para despertarlo, pero él solo emitió algunas quejas y no abrió los ojos. Azul decidió verificar el estado del pañal y, al sentirlo mojado, Juan se despertó de repente y dijo, totalmente alterado: "¿Qué estás haciendo?"

"Verificando que tu pañal está mojado", respondió Azul con calma.

Juan se puso completamente rojo, la vergüenza reflejada en su rostro. Azul rápidamente lo acostó de una manera que estuviera cómodo y empezó a cambiarle el pañal. "¿Ves, bebé? Fue rápido", dijo, tratando de tranquilizarlo.

Juan, aún sonrojado, no supo qué responder. Azul, notando su incomodidad, intentó cambiar de tema. "Vayamos a cenar. ¿Qué te gustaría cenar?", preguntó con una sonrisa.

"Empanadas", respondió Juan, emocionado por la idea.

"Esa es una buena idea", dijo Azul. Sacó su celular y marcó el número de la pizzería, pidiendo unas empanadas.

Después de una hora, las empanadas llegaron. Azul salió rápidamente de la habitación, no sin antes avisarle a Juan que no tardaría. Recibió las empanadas y las puso en la mesa del comedor. Luego, fue a buscar a Juan, quien aún se encontraba en la cuna. Le agarró la mano y lo guió al comedor, donde ambos comenzaron a comer las empanadas.

Juan, notando que no había nada para tomar, le dijo a Azul: "Amor, ¿no podrías traerme algo para tomar?", mientras jugaba nerviosamente con sus manos.

Azul se levantó rápidamente y se dirigió a la cocina. Agarró un biberón, lo llenó de jugo y volvió al comedor. Le entregó el biberón a Juan, quien lo miró con sorpresa. "Yo no quiero biberón, quiero gaseosa", protestó.

"Los bebés no toman gaseosa", respondió Azul con firmeza pero con dulzura.

A regañadientes, Juan empezó a tomar el biberón con jugo. Aunque al principio se sintió un poco incómodo, la calidez del gesto de Azul lo hizo sentirse cuidado y querido.

Después de la cena, ambos se pusieron cómodos en el sofá y comenzaron a ver una película. Juan, acurrucado al lado de Azul, empezó a quedarse dormido. Azul, viendo lo cansado que estaba, le acarició suavemente la cabeza, lo que hizo que Juan se quedara completamente dormido.

Aprovechando el momento, Azul le puso un chupete en la boca, el cual Juan aceptó inconscientemente. Azul sonrió al ver cómo Juan se veía tan pacífico y relajado.

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Cuidando a Mi Novio como un Pequeño TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora