2 - Presagios

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Daemon tenía dos años y medio cuando el príncipe Baelon anunció el embarazo de su esposa

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Daemon tenía dos años y medio cuando el príncipe Baelon anunció el embarazo de su esposa. El joven príncipe sintió que le faltaba el aire al escuchar la noticia. Sabía que su tía, anteriormente su madre, no sobreviviría al parto y que el bebé no viviría más de seis lunas.

Desde muy pequeño, Daemon había desarrollado una sensibilidad inusual hacia las tragedias de su familia. Los murmullos en los pasillos, las miradas furtivas y los susurros de los sirvientes siempre parecían anticipar un destino sombrío.

Quiso advertir de lo que estaba por venir, pero su pequeña lengua se enredaba cuando intentaba hablar sobre la inminente muerte de la pobre princesa. Sentía una mezcla de frustración y desesperación, como si los dioses le hubieran fallado nuevamente, enviándolo al pasado solo para revivir el mismo dolor. Lloró durante días sin que nadie pudiera consolarlo, sus sollozos resonando en los fríos muros del castillo como un eco interminable de su sufrimiento.

El padre del pequeño príncipe, quien se encontraba fuera de la capital, ocupado con asuntos en Rocadragón, no pudo ayudar a detener el llanto de su hijo. Aemon era un hombre fuerte y decidido, pero incluso él se sentía impotente frente a las premoniciones de su hijo. Joselyn, no sabía qué más hacer para consolar a su amado primogénito. Ella lo mecía, le cantaba suaves nanas y susurraba palabras de consuelo, pero nada parecía aliviar la angustia del niño.

La misma reina, en su infinita bondad y preocupación por su familia, tuvo que intervenir para ayudar a su buena hija (Hermana) con el cuidado del pequeño infante. La reina, a pesar de sus responsabilidades y cargas, se dedicó a consolar a Daemon, quien no dejó de llorar hasta que su padre regresó a la capital. Su llegada fue como un bálsamo para el alma atormentada del pequeño, quien finalmente encontró paz en los brazos de su progenitor.

Aemon sostuvo al pequeño príncipe entre sus brazos y lo consoló mientras sollozaba. Escuchó pequeñas frases entrecortadas del niño, pero no les dio mucha importancia en ese momento. Sin embargo, recordó las palabras de su hijo unos meses después, cuando su hermana Alyssa murió en el parto y, pocos meses después, el bebé también falleció. Las palabras de Daemon resonaban en su mente, llenas de un oscuro presagio que había pasado desapercibido. Aemon se dio cuenta de que su hijo poseía una intuición que escapaba a la comprensión de los adultos, una conexión inexplicable con los caprichosos destinos dictados por los dioses y eso lo asusto, no miedo de su hijo, si no por su futuro.

 Aemon se dio cuenta de que su hijo poseía una intuición que escapaba a la comprensión de los adultos, una conexión inexplicable con los caprichosos destinos dictados por los dioses y eso lo asusto, no miedo de su hijo, si no por su futuro

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