3 - Un Dragón Para Daemon.

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Daemon tenía cinco días del nombre recién cumplidos cuando el compromiso de su tía Viserra con el Señor de la Roca se concretó. Este compromiso había sido una sorpresa para muchos, pues era bien conocida la ambición de la princesa Viserra en cuanto a su matrimonio y su deseo por la corona de su madre.

Para sorpresa de muchos, incluida la familia real, Viserra había pedido el compromiso ante sus padres, los reyes. Según los rumores de la corte, la joven princesa había visto al también joven señor en los jardines de la Fortaleza Roja cuando este visitaba la corte durante un breve tiempo por un asunto urgente que requería la atención del Rey. La joven princesa había estado dando un paseo por los jardines junto a su pequeño sobrino cuando el señor de la Roca también paseaba por los jardines.

Según los chismes, el pequeño príncipe se había acercado entusiasmado al ver la espada de acero valyrio de la casa Lannister. Le había pedido al joven señor que por favor se la mostrara, y este aceptó gustoso. Se dice que la princesa Viserra también escuchó atentamente mientras Lorean Lannister le explicaba al príncipe la historia de la espada ancestral de su casa. Este primer encuentro, aparentemente fortuito, sembró la semilla de un romance inesperado.

Tras aquel encuentro, la princesa y el joven señor continuaron manteniendo correspondencia durante varios meses, bajo la excusa de que el pequeño príncipe Daemon quería saber sobre su nuevo amigo. Las cartas entre ellos eran frecuentes y, a menudo, apasionadas, cargadas de un lenguaje florido y alusiones románticas que sólo los más perspicaces de la corte lograban entrever.

Finalmente, el señor de la Roca se presentó frente a los reyes para pedir la mano de su hija. Al principio, los reyes se mostraron renuentes, pero cuando la joven princesa manifestó su deseo de casarse, poco pudieron objetar ante aquel buen partido. La Reina, en particular, estaba frustrada, pues tenía pensado casar a su hija Viserra con el señor Manderly del Norte y se había molestado con el Rey al concretarse aquel matrimonio.

A pesar de todo, las festividades se llevaban a cabo con gran pompa, y ese año se celebraba el compromiso del señor de la Roca, Lorean Lannister, con la princesa Viserra Targaryen. El Rey había organizado un banquete y un torneo en honor al compromiso de su hija. No se escatimó en gastos y todos los señores fueron invitados, desde los Velaryon hasta los Stark del lejano Norte, y todos asistieron con gran entusiasmo. Muchos querían presenciar un matrimonio real, pero también había otra razón que despertaba su curiosidad: el siguiente en la línea de sucesión al trono, el primogénito de Aemon Targaryen.

De este joven príncipe se decía que era un niño muy vivaz y precoz. Había aprendido las letras a la edad de tres años y ya podía hablar correctamente. Además, la sorprendente noticia de que el joven príncipe ya había comenzado su entrenamiento a tan solo cinco días del nombre recorrió todo el reino. La anticipación por ver cómo era realmente el tan aclamado príncipe Daemon Targaryen crecía día a día.

Daemon, sin embargo, no estaba preocupado por la atención. Sabía que los ojos de todo el reino habían estado sobre él desde el momento en que dio su primer respiro, demostrando que tenía lo necesario para ser un verdadero príncipe Targaryen. Sus padres, por otro lado, no querían exponer tan joven a su hijo a las intrigas y el juego de la corte, pero poco podían hacer. Daemon era un príncipe impecable y no tenían una excusa para mantener su presencia fuera de la corte, especialmente cuando la misma futura señora de la Roca había solicitado la asistencia especial de su sobrino. Según sus palabras: "No habría conocido al hombre tan maravilloso que es Lorean si mi sobrino Daemon no me hubiera obligado a ir tras él cuando le pidió información sobre su espada".

Así, con poco margen de maniobra, Aemon no quería arruinar la felicidad de su hermana, sabiendo que ella realmente estaba emocionada por su matrimonio. Entonces, para su gran dolor y el de su esposa, su hijo fue presentado formalmente ante la corte durante el compromiso, todos querían ver al niño prodigio que algún día podría gobernar los Siete Reinos.

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