Capítulo 1: El Inicio.

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El destino se lleva siempre su parte y no se retira hasta obtener lo que le corresponde.

Haruki Murakami.

Las noches en Nueva York parecían ser siempre un completo frenesí, o al menos en los locales más concurridos de la ciudad que se abarrotaban de gente con sus deseos más egoístas por complacer su propio ego. La música inundando cada rincón de ese establecimiento, ensordeciendo a las masas y moviéndolas al unísono para por unos instantes, dejar de pensar en todas aquellas preocupaciones y solo disfrutar. Pero Dimitri no estaba en ese pub para formar parte de todo ese ganado que necesitaba pertenecer a un grupo, estaba de caza y no pararía hasta encontrar a su objetivo. Así era su trabajo.

Caminó entre la multitud, apartando como podía a toda esa gente que saltaba y cantaba. Percatándose que en más de una ocasión, la gente se apartaba al verle y no importándole. Sabía que su aspecto imponía, sabía que su forma de observar a los demás intimidaba pero en su trabajo, todo eso, era una nimiedad. Haciéndole una señal a dos de sus hombres para que se mantuvieran a una distancia prudencial mientras se adentraba en ese maldito local que apestaba a alcohol, echándole un rápido vistazo a la fotografía que tenía en sus manos y guardándola de nuevo.

Clay Davis.

Ese chico pelirrojo se había metido en un lío, uno de bien gordo que acabaría por matarle. Y no le importaba, no le conocía pero la persona que estaba en medio de toda esa mierda, les unía y podía ocasionar un problema a su jefe. Saliendo de sus pensamientos cuando pudo ver a lo lejos esa cabellera pelirroja, en la barra.

"Te tengo ryzhaya*." Dimitri se pasó las manos por el cabello, dejándolo como siempre bien peinado hacia atrás e intentando controlar sus instintos más bajos, o acabaría por empujar a todos esos idiotas borrachos que le entorpecían. Acercándose a su objetivo, por él directamente iría al grano pero no quería un escándalo público, así que respiró profundamente y se sentó al lado del chico. "Dos cervezas, una para mi y la otra para el chico."

Dimitri sintiendo una especie de corriente eléctrica cuando ese maldito pelirrojo se giró a mirarle fijamente. Los ojos de un color miel se clavaron en él de una forma mordaz, haciendo que vacilara por unos segundos y eso no era realmente fácil. Viendo como ese cuerpo atlético se echaba ligeramente hacia atrás para observarle de arriba a abajo y notando como le picaban hasta las yemas de los dedos.

¿Qué coño le había pasado?

Volviendo a la realidad cuando esa voz aterciopelada salió de esa garganta delgada.

"¿Ahora quiere seducirme un miembro de la hermandad?" Clay cínico, miró con ironía a esa bestia. Cabellos oscuros retirados hacia atrás, al más estilo mafioso, piel tatuada por doquier y más de un metro noventa de músculo, bien proporcionado debía añadir. "Pensaba que había ligado esta noche pero veo que como mucho... han venido a sepultarme."

"Solo vengo a por información." Dimitri intentando volver a la normalidad, se acomodó en ese maldito taburete, agarrando la cerveza que le había tendido la camarera y dándole un trago. Por unos momentos había sentido una especie de impulso que jamás había reconocido y no entendía una maldita mierda. Miró de nuevo al chico, que apoyado sobre sus codos le observaba con una media sonrisa. "No eres idiota, o eso aparentas."

"Mm.. depende de a quién le preguntes, debo ser el más grande de los idiotas." Clay suspirando ligeramente, se quedó observando a ese hombre que parecía algo sorprendido con sus contestaciones, aunque era casi imperceptible en ese rostro estoico. Ya que estaba al borde del abismo, se divertiría en compañía de un hombre atractivo. "¿Vienes por Viktor?"

Across the line.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora