Across the line.

Capitulo 6: Abismo.

Dimitri bajó del coche mientras observaba con calma esos imponentes muros, fijándose que habían intentado emular una especie de arco torii como entrada principal al recinto de Yamada. No era la primera vez que visitaba su hogar, lo había hecho en alguna ocasión acompañado de Yacob para mantener esa tregua y sobretodo por contentar al viejo kitsune que estaba cargado de formalismos y tradiciones. Lo respetaban por su organización, por todo lo que habían conseguido sin tener que atacarles de forma directa en ningún momento pero sus costumbres eran a su parecer, una tocada de huevos. Viendo como los hombres del viejo yakuza le hacían una reverencia a medida que iba avanzando por la casa y comparándolos con los que tenía a sus espaldas que trabajaban para él. No eran malos hombres pero si tuviera que asemejarlos con algún animal, sería con una pandilla de chacales hambrientos.

Llegando a la sala principal, sintiéndose realmente extraño por andar descalzo por esos tatamis y viendo a lo lejos al viejo Yamada con esa sonrisa completamente fingida.

"No esperaba verte Dimitri. ¿Yacob anda ausente?" Yamada mirando a ese hombre que con el rostro inquebrantable negaba con la cabeza, le hizo un gesto para que entrara en la habitación que habían preparado para verse. Viendo como el de cabellos negros en silencio se adentraba e intentaba tomar asiento, con esas proporciones se veía ridículo dentro de esa sala del té.

"Está fuera de viaje de negocios, debe arreglar unos asuntos y me ha dejado al mando. Nada importante." Dimitri intentando entablar más conversación de la que le gustaría y estaba acostumbrado, vio como el viejo tomaba asiento al otro lado de la mesa. Siempre sonreía de esa forma falsa, pareciendo inofensivo y agradable pero era de lo peor que había conocido. Su fama le predecía y que la yakuza estuviese subsistiendo en Nueva York sin problemas, era la señal de ello. "Tengo que hablar con usted y quiero que lo tome como un gesto de buena fe de la hermandad."

"¿Una especie de lealtad?" Yamada adrede, vio como ese concepto parecía crispar al de cabellos negros que resoplando ligeramente, se llevó la mano al rostro acariciándose la barba incipiente. Esos rusos eran unos cabezotas y unos mal educados, no tenían más lealtad que la de su propio ego.

"No, no debemos más lealtad que la de nuestro propio grupo." Dimitri espetando esas palabras, se quedó mirando el rostro de ese hombre que seguía con esa sonrisa pero notando que su posición corporal cambiaba, notándose la tensión en él. "Hemos descubierto que quieren atentar contra su organización."

"Oh, siento decirte que eso no es algo extraño." Yamada intrigado, se sirvió una taza de té bajo la atenta mirada de ese hombre de cabellos negros. Esos ojos oscuros no iban de farol, ni tampoco parecían ser los de un adulador sino más bien los de un soldado tras un objetivo. "Me extraña que seas tu el mensajero de algo, que en nuestro mundo es muy cotidiano. ¿O acaso me dirás que tu siendo el guardaespaldas y mano derecha de Yacob no impides constantemente que lo asesinen?"

"No pienso andarme con rodeos, quien quiere atentar contra su organización es uno de los nuestros." Dimitri pasándose la mano por la nuca, se colocó mejor en ese maldito cojín que le tenía harto, optando por simplemente dejar caer su peso. "No pertenece a la hermandad pero si que tiene nuestro visto bueno para operar en nuestros territorios."

"¿Y por qué me cuentas esto chico? ¿Acaso tu hermandad no se beneficiaría de mi caída?" Yamada enarcando una ceja vio como ese hombre sonreía de forma torcida.

"Si ese idiota puede hacerle caer... somos entonces unos gilipollas sin talento alguno." Dimitri llevándose un cigarrillo a los labios, se lo encendió con tranquilidad mientras observaba al viejo yakuza. No solía fumar, no era algo que le gustara pero en ciertas ocasiones servía de distracción para analizar al acompañante, sobretodo si este era alguien tan misterioso como Yamada. "Este hombre... Viktor, ha actuado con su libre albedrío sin tener el consenso de la hermandad por lo que a nuestros ojos, es un estorbo."