Terror

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Los cambios me aterran y eso ya es cuento viejo, me aterran casi desde que tengo memoria y si fuese un poco más honesta conmigo misma lo admitiría en voz alta y dejaría de decir que no me molestan. También me aterra el futuro y también lo admitiría si fuese un poco más honesta conmigo misma.

Últimamente lo envuelta y atrapada que me encuentro en nostalgia supera los límites de lo normal. Extraño demasiado mi antigua escuela y extraño demasiado a mis antiguos compañeros, los extraño al punto de sentir que duele, el corazón me duele y mucho, duele como si alguien lo hubiese sacado de mi pecho y lo estuviera haciendo trizas, duele como si alguien me estuviera atravesando el pecho con una daga, duele, duele demasiado y no sé cómo pararlo.

Adoro mi vida justo ahora y no puedo pedir por nada mejor, pero no puedo evitar extrañar mi pasado a pesar de que no quiero volver a él, ya no al menos, aún así las memorias no dejan de correr por mi mente como películas que no tienen pausa y cada risa que alguna vez emití desde que era una pequeña de seis años hasta cuando tuve quince y fue mi último día de clases en mi antigua escuela no paran de repetirse en mi cabeza cual disco rayado y duele, en serio duele más de lo que cualquier golpe jamás lo hará.

Extraño además a mi chica de confianza, ahora en los recesos no importa si tengo mil amigos, cuando estoy mal y no quiero hablar con ellos no tengo con quién pasar y eso me hace sentirme sola, porque la única persona que me entiende, la única con la que quiero estar cuando socializar es demasiado trabajo no está y me siento bastante incompleta sin ella, como un rompecabezas al que le falta una pieza y sé que solo es una pieza, no es la gran cosa, pero es la pieza más importante de todo el rompecabezas y es por eso que su ausencia es tan notoria aunque solo sea una simple pieza y yo tenga a miles más que me complementan.

Los cambios me aterran a niveles que no puedo explicar y el futuro me aterroriza aún más. En algún momento tendré que enfrentar otra graduación así no lo quiera y entonces ¿luego qué? Aún me falta la universidad, pero mi vida escolar siendo una adolescente habrá terminado y yo me niego, me rehusó a aceptar que mi adolescencia acabará, porque ¿qué haré conmigo si no reír con mis amigas en las bancas del instituto, qué haré conmigo si no causar desastres en el parque, qué haré conmigo si no puedo hacer las cosas que hago ahora porque eso sería demasiado inmaduro de mi parte? Jamás había sentido que la adolescencia fuera tan buena como dicen, pasé años sintiéndome increíblemente triste y sintiendo que no había nada por lo que valiera la pena vivir, pero ahora lo veo, ahora entiendo por qué todos te resaltan la importancia de disfrutar tu adolescencia y ahora que al fin he conseguido sentir que estos son mis años dorados no quiero dejarlos ir, no quiero dejar ir mis años dorados, no quiero ser de esas personas con vidas frustrantes que viven envueltos en nostalgia extrañando su adolescencia, no quiero que hacer las cosas que hago ahora se vuelva algo inmaduro y jamás pensé decirlo pero no quiero dejar de ser una adolescente, porque no volveré a serlo jamás en la vida y yo adoro ser la adolescente que soy hoy, no quiero y no puedo ni siquiera pensar o aceptar que en algo punto todo lo que estoy viviendo ahora, todo lo que tanta alegría, enojo y tristeza me provoca no serán más que simples memorias, más que simples anécdotas y más que simples fotografías viejas en un álbum. ¿Cómo puedo, cómo se supone que debo aceptar que todo mi presente en un futuro no será más que simples recuerdos congelados en fotografías, donde es el único lugar donde el tiempo no pasa?

No quiero dejar ir esta etapa de mi vida porque luego no podré hacer guerras de papel en un salón de clases, ni dar vueltas en los columpios hasta vomitar, tampoco tocar puertas para luego salir corriendo y menos cometer errores sin que eso se vea inmaduro, pero quizá también, si fuese más honesta conmigo misma diría que me aterra pensar que no lograré ser la gran artista que quiero ser, dando conciertos alrededor del mundo, con libros que se agotan en segundos y miles de películas y pinturas famosas y quizá, si fuese más honesta conmigo misma admitiría que no solo me gusta mi adolescencia por todo lo que puedo hacer sin verme como una inmadura, sino también porque justo ahora no debo preocuparme por fracasar como artista, porque nada me dolería más que eso, porque si hay una razón por la que puedo dar todo un discurso en público, pero el solo pensar en cantar, actuar, tocar o dibujar en público me aterra es porque tengo miedo a que critiquen lo que tanto adoro, a que me juzguen y me hagan saber que no soy tan buena como yo pensaba.

Pensé que estaba superando mi miedo a crecer y que poco a poco estaba dejando de aferrarme tanto a las cosas y las personas, pero ahora veo que no es así y no sé por qué soltar me cuesta tanto o por qué los cambios me aterran tanto, pero si algo sé es que no puedo seguir así, necesito cambiar eso, porque tener miedo a crecer no hará que dejé de crecer, hará que me vuelva alguien que solo se acopla a que está creciendo porque no le queda de otra, alguien que solo se acopla a que está creciendo porque no puede parar el tiempo así en serio lo intente, pero que si pudiera lo haría sin dudarlo, tener miedo a los cambios no hará que dejen de suceder, hará que cada vez que haya uno en mi vida afrontarlo sea un infierno y finalmente aferrarme tanto a las cosas no hará que no se vayan, no importa cuánto me aferre a las caseteras y los vhs, la tecnología avanza y en algún punto todos los olvidaran y no importa cuánto me aferre a las personas, se irán si eso es lo que quieren, porque no importa si tratas de atar con cadenas a alguien para que no se vaya, no puedes forzar a las personas a estar en tu vida por más que tú lo quieras, nadie que no quiera estar se quedará así te aferres con manos y pies.

Escritos de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora