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—No pensé que podría comer tanta pizza —Minji se tiró en la cama, riendo, y después sintió a Danielle acostarse a su lado, viéndola.

Sí, el día había llegado. La mayor se acercó a besarla y después suspiró, apoyándose en el pecho de la otra. Hizo un puchero.

—Me iré a bañar, sólo me enjuagaré el cuerpo —Minji asintió nerviosa mientras dejaba ir a la castaña al baño, y ella suspiró nerviosa.

Cerró sus ojos, respiró dos veces, y después vio sus figuras en el estante, parpadeando varias veces.

¿Las debería esconder? No sabía si Danielle se iba a sentir insegura si los funkos de DeadPool las veían fijo, si ese peluche, o todo, en su habitación. Tragó saliva nerviosa mientras carraspeaba, mentalizándose.

Sabía lo que iban a hacer, así que sólo respiró, exhaló, y vio la puerta del baño, donde había salido Danielle envuelta en una toalla. No era una imagen sana para ella, porque aunque ya tenía cierta y pequeña experiencia, el cuerpo de Danielle, Dios.

Abrió su boca ante la pequeña cintura, que se notaba por la apretada toalla, sus pechos, la forma en que la toalla dejaba ver el cuerpo de la otra, ese cuerpo.

Pero también su rostro, uno sonriente, lindo, esas mejillas, y Dios, volvió a bajar a esos muslos. Definitivamente, quería que esos muslos la asfixiaran.

Se levantó, carraspeando nerviosa, y se acercó a ella, temblando un poco. Volvió a respirar.

—¿Te sientes bien?

—Me siento perfecta, Minji— ytambién amada. La manera en que la menor la miró sólo con una toalla en su cuerpo la hizo sentir admirada, amada, apreciada. Danielle acunó su mejilla mientras se acercaba a besarla, sintiendo los tímidos labios de la otra corresponderla.

Dejó su capa tímida, para volver a su naturaleza dominante. La misma Minji, esa que se sonrojó apenas al verla, la tumbó en la cama mientras deshacía el nudo de la toalla que cubría su cuerpo, y apenas la abrió, tragó saliva.

Podría hacer todo un libro de la maravilla de cuerpo que tiene Danielle, esa piel suave, pálida, aterciopelada que se dejaba moldear cuando la apretaba, como lo hacía en ese momento con su cintura. Se acercó a besar su vientre, dejando un beso húmedo, y después comenzó a bajar poco a poco hasta su centro.

No iba a mentir, Danielle estaba más mojada que Jesús bautizado en el Río Jordán, la humedad de su coño haría un río que varios podrían nadar, que iba a combatir la sed del mundo e iba a eliminar la sequía de México.
Y justo, que Minji le esté haciendo el mejor oral de su vida, no ayudaba mucho a hacerlo seco.

Si la primera vez lo hizo excelente, ahora con práctica, Danielle enredó sus piernas en la cabeza de Minji y comenzó a gemir un poco más fuerte, casi felicitándola por el excelente trabajo que le estaba haciendo porque de verdad, esa lengua, estaba bendecida.

La forma en la que acariciaba el clítoris de una forma tersa, pero después suave, cómo lo chupaba, cómo llevaba esa lengua a sus labios, cómo, podía chupar casi todos sus fluidos. Esa boca hacía maravillas, demasiado.

Más caricias que aumentaban el calor, cómo sentía que poco a poco le faltaba el aire y se le apretaba el vientre, y justo, esos dedos que comenzaron a acariciar su clítoris fue lo que la hicieron gemir más alto, alzar su pecho, y dar pequeñas convulsiones mientras sus manos apretaban la cobija de una forma fuerte.

Había sido delicioso, exquisito, todo lo del mundo, de verdad, esa chica que ahora le sonreía tierna mientras acariciaba su cintura, le había dado ese orgasmo tan fuerte que se sintió levantar de la cama por un rato al recibirlo. Le sonrió, acariciando su cabeza.

—Te amo mucho, Minji— la otra se acercó a besarla, y sintiendo su propio sabor en su boca, la abrió más, comenzando a dejar que sus lenguas se acaricien al mismo tiempo que sus pieles.

Oh, si, su piel, esos centímetros ahora se estaban frotando contra su coño y estaba gimiendo, como si para entrar tuviera que sufrir un infierno.

Cuando el verdadero infierno era que aún no lo había metido, que todavía no lo estaba sintiendo.

Se separó un poco para verla a los ojos, después de quitarle su camisa y bralette, para besar sus pechos de forma suave, haciendo a la rubia gemir. Después habló.

—Lo voy a meter, ¿está bien?— Danielle asintió repetidas veces, pero la otra la vio —necesito que me lo digas, Dani

La otra sólo sonrió —puedes meterlo, Minmim— dijo, abriendo más sus piernas, pero no hubo necesidad porque la pelinegra ya las había separado, estaba apretando sus muslo y antes de entrar, llevó una pierna a su hombro, donde comenzó a lamer esa piel, besar.

La castaña se sonrojó, sonriendo, pero el sentir cómo poco a poco Minji iba entrando, achicó un ojo.

Esa polla, la que tenía dentro, era un 10 de 10. Danielle mordió su labio pero falló al sentir que la otra metió todo de una, y Dios, era todo, era todo lo que quería, lo que había pedido y lo que deseaba, a la chica y a su carga.

Las venas, palpitante, cálido, grueso, grande, que ocupaba espacio y podía apretarlo entre sus paredes, haciendo a la rubia gemir por el movimiento de la otra. Sí, era excelente, para ambas.

Porque Minji llevó su cabeza atrás, cerrando sus ojos y respirando con fuerza para aguantar más... no era tan fuerte, no era el soldado más fuerte de Dios, esas paredes cálidas, húmedas que la recibían eran demasiado, Danielle era demasiado para ella, pero ahí estaba. Minji sólo la miró fija, acercándose.

Pero sintió que volvió a temblar a ver a la otra a los ojos, tan preocupada. La mayor se acercó a ella.

—Minji, amor, sabes que si no te sientes cómoda podemos

—Danielle, ¿Quieres ser mi novia?— ahora la mayor abrió su boca, arqueó sus cejas, y sin dudarlo ningún segundo se acercó a besar a la otra, riendo.

—Claro que sí, Minji, si quiero, obvio que quiero, yo— fue interrumpida por un beso, uno lindo. Unos brazos se entrelazaron en la nuca de la menor, besos en su mejilla, y esta suspiró, aliviada. Ahora ella llevó sus labios a su frente, sonrió, pero volvió a tumbar a la mayor en la cama.

Ahora, venía la buena parte. Danielle relamió sus labios al saber eso, así que sólo entrelazó sus piernas en la cintura de la menor.

—Ahora fóllame, que tanto tú y yo hemos esperado esto por tanto tiempo... — La otra relamió sus labios, asintiendo, y Danielle se echó de nuevo, arqueando su espalda al sentir suaves estocadas

Ice Cream ' ʰᵘˢˢᵉʸᶻ ᵍⁱᵖ 'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora