SEMPITERNO

Capitulo 2

Isabella Lombardo

La vida nunca es justa, cuando crees que todo va bien llega y te patea dándote donde más te duele.

Tuve una infancia maravillosa, papá y mamá siempre estuvieron al pendiente de mí, vivíamos felices, a mis cinco años llego mi hermano a alegrarnos aún más, todo marchaba bien hasta que dos años después papá enfermo, fue diagnosticado con cáncer de páncreas y a pesar del tratamiento solo pudo estar con nosotros seis meses más.

A partir de ahí fueron empeorando las cosas. Mamá estaba destrozada y aunque intentaba ser fuerte por nosotros, cada vez estaba peor, ella pensaba que yo no lo notaba, pero me daba cuenta que no comía, dormía poco y solo se la pasada llorando. Luego de un tiempo logró superar un poco la muerte de mi padre, pero nada volvió a ser lo mismo.

La enfermedad de papá me inspiró a estudiar medicina, empecé en la facultad a mis 15 años ya que siempre fui una estudiante ejemplar y me adelantaron dos años, siempre evité darle problemas a mamá, suficiente tenía con mi hermano que era un poco revoltoso.

Durante mis años en la facultad viví muchas cosas, algunas buenas y otras no tanto realmente amaba mi carrera y disfrutaba demasiado cada experiencia que tenía la oportunidad de vivir como cuando examiné a mi primer paciente o entré a mi primera cirugía, cada conocimiento nuevo que adquiría me hacía feliz.

Pero no todo era color de rosa, mamá había dejado de estar tan pendiente de mi y cada vez me sentía más sola, por lo que decidí buscar un poco de cariño, el problema fue que di con la persona equivocada, conocí a un chico cuando estaba en segundo semestre, al comienzo todo era bueno, él era cariñoso y siempre me mostraba su apoyo pero meses después todo cambió y llegó al punto de golpearme pero yo por miedo a volver a sentir esa sensación desesperante de soledad lo dejé pasar hasta el día que por una paliza me mandó al hospital, ese día tome la decisión de denunciar.

Afortunadamente mis lesiones eran lo suficientemente graves para que lo judicializaran y enviaran a la cárcel por intento de homicidio. Ese día en el juzgado fue demasiado duro para mí y puedo decir que tantas emociones juntas acabaron con mi poca estabilidad mental, finalmente Leandro el hombre que llegué a amar y casi me mata fue condenado a diez años de prisión.

Luego de curarme al menos físicamente continué con mis estudios, la universidad era mi lugar seguro, era esa razón que me ayudaba a no caer en un abismo de tristeza. Allí estaba tranquila, dando lo mejor de mí para obtener los mejores resultados mientras que en casa lidiaba con la depresión de mi madre y con los problemas en los que siempre andaba metido mi hermano.

A medida que pasaba el tiempo pude ir superando el suceso con Leandro, aunque siempre estaba presente el miedo de que cuando saliera intentara buscar venganza, sin embargo, yo seguí adelante con mi vida dejando atrás el pasado y cuando finalmente sentía que todo se acomodaba a mi favor mamá decidió quitarse la vida el día de mi graduación.

Una nueva tragedia que debía superar, además de saber que debía hacerme cargo de mi hermano.

Supongo que para mamá fue imposible superar la pérdida de mi padre y a pesar de que intenté apoyarla y buscar ayuda para ella, nunca quiso aceptar el tratamiento con la excusa de que pronto estaría mejor, pero nunca fue así. Finalmente, ahí estaba yo siendo fuerte para que mis problemas internos no acabaran conmigo y lidiando con el mundo real en el que mis padres ya no existían y mi hermano solo me daba problemas.

Algunas personas solo hablan y hablan desde su privilegio y me piden que me acerque a Dios y que sea fuerte para superar todas las adversidades. Si tan solo supieran que para mí Dios me abandonó hace tanto tiempo que hoy en día realmente dudo de su existencia y que día a día me levanto preguntándome si este será el último o si la vida decidirá darme un nuevo golpe. Pero lo que nadie ve es que día a día a pesar de todo me levanto a seguir adelante e intentar ser cada vez mejor.