Isabella Lombardo
Desde que murió papá he vivido con el miedo de despertar y encontrarme con una nueva tragedia y ese miedo se incrementó cuando ocurrió lo de Leandro y termino de empeorar cuando mamá murió, desde entonces a pesar de las pastillas no me es posible dormir bien, despierto a cada rato alarmada y mis noches siempre están llenas de pesadillas imaginando cualquier cosa mala que podría llegar a suceder.
Es por eso que en este momento mientras me dirijo al hospital mi ansiedad esta peor que nunca creando mil y un escenarios en mi cabeza, de los cuales ningún tiene un final feliz.
No tengo ni idea de quien puede ser ese señor, el nombre de Lorenzo no me suena de ningún lado y no puedo pensar en una buena razón de porque me esta buscando, normalmente personas de otros países llegan buscándome con el objetivo de tratar a sus hijos, sin embargo, siempre concretan las citas con mi secretaria y nunca me ha pasado que lleguen de la nada con tanta urgencia y sin cita previa.
Al llegar al hospital me encuentro con mi jefe y al lado un señor de unos cuarenta años aproximadamente, debo decir que me intimida un poco, después de lo de Leandro me cuesta relacionarme con los hombres, esa fue una de las razones por las que me convertí en pediatra, los niños no me molestan y normalmente siempre vienen acompañados por sus madres solamente. Fue difícil acostumbrarme a la presencia de otros hombres luego de eso, pero años de terapia han ayudado bastante, aunque aun me aterrorizan un poco.
-Supongo que usted es el señor Zanoli.
-Esta en lo correcto señorita Lombardo, mucho gusto mi nombre es Lorenzo Zanoli. – dice estirando su mano para que yo la estreche, pero como dije anteriormente se me dificulta esto así que por mas que parezca grosera evito su saludo.
-No quiero ser grosera, pero interrumpió mi día de descanso, supongo que la razón debe ser algo de urgencia.
-No se equivoca doctora, vera la Hermanita de mi jefe lleva enferma desde hace un par de días, el medico de la familia la reviso y a pesar de que le dio tratamiento no vio mejoría, por eso necesitamos que usted la revise.
-Existen muchos otros pediatras en el hospital que no están en su día de descanso, cualquiera pudo haberlo hecho.
-Usted tiene razón señorita Lombardo, pero según mi hombre de confianza usted es la mejor del país, así que quiero que sea usted quien evalué a mi hermana – dice un hombre apareciendo de la nada – me presento mi nombre es Alessandro de Santis y realmente no me gusta que me hagan esperar.
Si creía que el otro hombre era muy intimidante, definitivamente no había conocido al tal Alessandro, ese hombre irradia poder desde donde lo miren, es joven no aparenta más de treinta años, es un hombre de más de 1.90 con una mirada tan oscura que asusta, una cabellera abundante tan negra como la noche y unos rasgos que le dan un atractivo misterioso, este hombre parece un dios, pero no uno de los buenos y angelicales, más bien por su aura sombría se me parece al dios de la muerte.
-Agradezco que me consideren de esa forma, sin embargo, como lo mencione cualquiera de los pediatras de este hospital están capacitados para atender a su hermana, pero ya que estoy acá la revisare con todo el gusto.
Mi jefe nos lleva a la habitación donde ingresaron a la niña y al entrar nos encontramos con una hermosa princesa de unos cuatro cinco años acompañada de sus padres y debo decir que su padre es igual de intimidante que los dos anteriores mencionados.
Estar en un cuarto tan pequeño con tantos hombres presentes me esta llevando a un limite que no quiero conocer. Después de lo de Leandro fue diagnosticada con trastorno de estrés postraumático, al comienzo me era imposible salir de mi casa e interactuar con cualquier hombre, incluyendo mi hermano y cada vez que lo hacía me temblaba todo el cuerpo, las manos me sudaban, me daba taquicardia y la sensación de opresión en mi pecho era tan desesperante que solo quería acabar con mi vida para dejar de sentir esa horrible sensación.
Con el tiempo fui mejorando y gracias al tratamiento he podido desarrollar mi vida con normalidad excluyendo uno que otro ataque de pánico que me da en el año. Pero en este momento con tantos hombres a mi alrededor estoy empezando a sentir esa sensación de pánico y temo tener un ataque acá por lo que digo:
-Revisare a la niña con la condición de que todos menos su madre, salgan de la habitación.
-Imposible yo me quedo – dice el tal Alessandro.
-Si no es así, lamento informarles que no podre atenderla, cualquier otro pediatra estará encantado de hacerlo – digo decidida.
-No me gusta que me desafíen doctora y no sabe lo que puedo llegar a hacerle a quienes lo hacen - dice Alessandro acercándose a mí y el tono que usa me asusta un poco.
Antes de que pueda responder su madre me interrumpe diciendo – Hijo por favor Ali no esta para estas cosas, salgan todos por favor, yo me quedare con la doctora.
-Se lo agradezco señora, ahora veamos a la pequeña – me acerco a la niña quien me mira con ojos decaídos – hola princesa, mi nombre es Isabella, un pajarito me conto que te sientes un poco mal ¿Quieres decirte tu nombre?
-Me llamo Alissia – responde débilmente
-Que hermoso nombre tienes y cuéntame ¿Tienes algún dolor? – Pregunto sacando mi fonendoscopio para escuchar su corazón.
Mientras Alissia y su madre me hablan de todos los síntomas que ha tenido Alissia a lo largo de estos días yo hago un chequeo completo de la niña encontrándome con diferentes signos que llaman mi atención y me preocupan, al tomar sus signos vitales veo que tiene una temperatura de 40 °C indicándome que tiene fiebre, en su piel presenta un sarpullido que descama y que afecta todo su cuerpo, padece de conjuntivitis, al tocar su cuello encuentro un ganglio linfático inflamado, duro y doloroso y al revisar su cavidad bucal encuentro algunas alteraciones que solo me llevan a una conclusión.
-Puede informarle a su esposo e hijo que pueden pasar, ya tengo un diagnóstico – la madre de Alissia hace lo que le pido y cuando los dos hombres ingresan a la habitación, la sensación de incomodidad vuelve a mí, pero intento mantenerlas controladas.
- Alissia esta padeciendo de la enfermedad de Kawasaki, es una patología que afecta a todos los vasos sanguíneos del cuerpo, no se conoce del todo su causa y en ocasiones puede curarse sin necesidad de tratamiento – explico mientras escuchan atentamente – sin embargo como la niña lleva varios días empeorando la ingresare para hospitalización, hare algunos exámenes para determinar la gravedad e iniciare la aplicación de una inmunoglobulina que controlara los síntomas y regulara la enfermedad.
-¿Pero se pondrá mejor verdad? – pregunta la madre
-Hare todo lo que este en mis manos para que así sea, ¿alguna otra pregunta?
-Haga lo que mas pueda para que mi hermanita se ponga bien, por algo dicen que es la mejor no quiero ni un solo error o se atendrá a las consecuencias. – dice Alessandro
- Señor de Santis, soy muy profesional con mi trabajo y siempre doy lo mejor de mí, pero no me gusta que me amenacen o pongan en duda mis capacidades, si considera que no soy apta para tratar a Alissia le pido me lo informe y renunciare al caso - digo enfrentándolo tomando toda mi valentía aunque por dentro este temblando como una gallina.
Alessandro se queda en silencio solo observándome con furia y exasperación.
-Sin mas que decir, en un momento vendrán a tomar las muestras para los exámenes y a aplicar el medicamento, pasare a revisar a Alissia en la noche, cualquier novedad tienen mi número podrán llamarme.
Salgo de la habitación dispuesta a descansar un poco sintiendo la mirada de Alessandro en mi espalda, no sabia en lo que me estaba metiendo cuando decidí desafiarlo, quien iba a pensar que era un hombre tan importante...
._.
Nota de la autora:
Tratare de estar mas constante en esta historia, les pido que voten y comenten para que más personas la puedan conocer.
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SEMPITERNO
RomanceElla, una medica exitosa dispuesta a curar a quien lo necesite, él un mafioso despiadado dispuesto a acabar con la vida de cualquiera que lo traicione, será posible mezclar ambos mundos, la vida y la muerte juntos. Isabella, es una reconocida pedia...