IV

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Sukja se levantó temprano, mucho antes de que su padre lo hiciera

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Sukja se levantó temprano, mucho antes de que su padre lo hiciera. La lluvia no había menguado y la joven Min no sabía si su padre se quedaría en casa o iría a ordeñar las vacas a pesar del clima. Estaba en una situación muy complicada, no podía decirle a su padre que había tomado el atrevimiento de acoger a un desconocido herido y su hosepedaje era el establo. Jamás podría. Min Yoongi no era una mala persona, pero tenía bien puesto su papel de padre protector y escuchar que el desconocido misterioso del que hablaban en el pueblo había estado en contacto con su pequeña no lo haría sentir para nada tranquilo. Sukja decidió callar y hacer lo posible por mentener aquello para ella misma.

Su corazón por lo tanto no estaba tranquilo. Sentía que no podría ayudar al joven porque era muy mala siendo discreta y las probabilidades de que su padre sospechara algo eran verdaderamente altas.

No quiso pensar en ello cuando el olor a cigarrillo le llegó a la nariz. Estaba nerviosa y picaba las verduras con más rapidez; el cuchillo haciendo "Takh takh" consecutivamente.

La conversación no fue tan diferente a las demás, pero Min Yoongi notó un ligero cambio en su hija. Pensó que quizá se trataba de aquellos malos días en los que las hormonas femeninas no ayudaban, ya había pasado por eso meses anteriores y la verdad no era quién para discutir u opinar algo al respecto. Decidió entonces no fumar su cigarrillo en casa hasta que Sukja se sintiera mejor. Lo hacía así cuando el tabaco no lo toleraba ella durante el periodo; a Sukja no le agradaba que su padre fumara, pero no podía hacer que lo dejara, se decía que, si su madre  lo había amado incluso con esa imperfección, entonces ella no era quién para reprocharle algo que le gustaba.

Min Yoongi abandonó la casa después del desayuno y Sukja se acercó a la ventana, esperando que su padre no tuviera nada qué hacer o tomar del establo. Para su suerte, Min Yoongi solo siguió su camino hasta donde tenía las reses.

Aprovechó la ausencia de su padre aquella mañana para entonces ir corriendo al establo. Preparó algo de comida y la transportó en un canasto. De nuevo se enfrentó a la lluvia, pero a Sukja aquello no le importó.

Jungkook estaba ya despierto, no contaba con la mejor cama pero era mejor dormir encima de la paja que sobre el suelo duro. Realmente le había sentado de maravilla el medicamento que Sukja le había provisto en la noche, la fiebre había disminuido y, aunque le seguía ardiendo la pierna, al menos se había arropado con el manto que Sukja le había dejado para no pasar demasiado frío.

No pasó desapercibido el olor femenino que emanaba la tela, despertó con la aroma de la chica envolviéndolo. Era una buena mañana, más cuando se percató de que la joven cumplió su palabra al visitarlo.

No hablaron mucho, Jungkook no sabía cómo iniciar una conversación. Así que, mientras Sukja lo observaba devorarse un gran tazón de arroz, decidió ser la primera en preguntar.

—¿Quién te marcó de esa manera?

Jeon casi se atragantó con la comida. Era un hecho, claro que al permitir que lo ayudara, la chica  se daría cuenta de lo que le había sucedido y entonces tendría que contar su historia.

HAYLOFT | Jeon Jungkook ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora