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La espada de Percy se tambaleó, el metal frío y pesado se le cayó de las manos, haciendo un sonido metálico que resonó como un eco de su corazón. La imagen que se le presentaba era una traición, una herida abierta en su alma que le impedía respirar, le impedía pensar. Allí, a la sombra de los árboles, bajo la mirada impasible de Artemisa, se le desmoronaba el mundo.
Annabeth, la mujer que amaba con una pasión tan profunda que le quemaba las venas, estaba entre los brazos de un hijo de Hermes. No eran simples caricias o una mirada cómplice, era una intimidad visceral que le arrancó el corazón del pecho. Las risas que ahora le parecían burlas, el aroma de la primavera, que antes era un aroma de esperanza, se convirtieron en veneno en su nariz. Cada susurro de sus palabras, cada toque, era una punzada en el corazón de Percy.
Sus dedos, aún temblando por el impacto del golpe, se aferraron al mango de la espada, como si esta le diera algo de control, algo de seguridad en medio del caos. La sangre le latía en las orejas, el sonido de sus latidos un martillo que golpeaba sus sienes, un ritmo agonizante. La ira, como un volcán en erupción, comenzaba a arder en su pecho.
"¿Cómo?" la palabra salió de sus labios en un susurro gutural, una pregunta que se repetía una y otra vez en la cámara de su mente, sin encontrar respuesta. ¿Cómo había podido traicionarlo? ¿Cómo podía estar ahí, con otro, mientras él, Percy, había luchado por ella, había arriesgado su vida, su alma por ella?Las lágrimas, como una lluvia fría, comenzaron a deslizarse por sus mejillas. No eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de rabia, de furia contenida, de un dolor tan profundo que le hacía sentir que se estaba desmoronando.
"No...no puede ser..." Percy intentó repetírselo a sí mismo, pero la imagen se aferraba a su mente, se grabó en su cerebro con la misma fuerza que las cicatrices en su cuerpo.
Artemisa, la diosa de la caza, observaba la escena con una mirada fría, pero profunda. Ella conocía el dolor de la traición, el dolor que se adentra en el alma, dejando una herida que no puede cicatrizar fácilmente. Su corazón de diosa se encogió al ver la agonía de Percy, su propio dolor resonaba con el del semidiós."¿Por qué? ¿Por qué ella?" Percy se aferró al árbol como si se estuviera hundiendo en un abismo. La desconfianza, como una enfermedad, se apoderó de él. ¿Podía realmente confiar en alguien? ¿Podía realmente creer en el amor?
La traición de Annabeth, más que un golpe, fue un terremoto que había sacudido los cimientos de su vida. Percy, el héroe que había enfrentado a monstruos y dioses, se encontraba ahora vulnerable, roto por un dolor que no había experimentado antes.Y en ese instante de oscuridad, Percy no solo se enfrentaba a la traición de su novia, sino al despertar de una verdad que se escondía dentro de él: la verdadera naturaleza de su destino, la conexión con su alma gemela, la diosa Artemisa. Un destino que se revelaba en un mar de dolor, un destino que lo llevaría por un camino desconocido, un camino que lo pondría a prueba de una manera que nunca había imaginado.
Pov tercer
La escena, como un torbellino, se expandió más allá de los arbustos, arrastrando a los testigos silenciosos. Thalia, al frente de las cazadoras, sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Conocía a Percy como un hermano, un amigo cercano, y la imagen que sus ojos le revelaban le rompió el corazón.
“¿Cómo se atreve?” siseó, su voz, normalmente tranquila, ahora cargada de ira. Su mirada se clavó en el hijo de Hermes, un fulgor desprecio que congeló la sangre en las venas del joven. Thalia, había sido conocida por su aci encia, y la traición de Annabeth a Percy la llenó de un deseo profundo de venganza.
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El Despertar De la Leyenda 💙🔱
RandomEl héroe se ve enfrentado a un profundo dolor cuando descubre la traición. La revelación desencadena una montaña rusa de emociones: desde la conmoción inicial hasta la ira y la confusión, pasando por la duda y la desconfianza. A lo largo de su viaje...