Madison Agreste sigue al amanecer para encontrar a su padre, pero en su lugar encuentra una nueva familia.
A través de un mundo donde seguir siendo buenos depende de nosotros, se ve obligada a entender que el mundo ya no cuenta con príncipes y prin...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
DARYL DIXON.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━━━━━━━━━
Una mirada incrédula le dirigió la mujer rubia, examinando su expresión. Madison achicó los ojos, sosteniendo la mirada, tratando de lucir intimidante.
Ahora tenía algo parecido a un hogar. Estaba en una granja, como la que su papá tenía, con un estable y caballos, gallinas y cerdos. El ambiente se sintió familiar. Supo que Jane se había sentido como en casa, porque ahora que se habían dado un baño y tenían ropa limpia, su hermana menor sonreía con frecuencia, corriendo por el pasto y aceptando los cariños de los adultos conmocionados.
Les tenían lastima, Madison sabía identificarlo. La veían como sus vecinos lo hacían en el pasado, lamentando su vida arruinada, lamentando la madre que le había tocado. Y la gente de ahí, de ese grupo, era igual, observándola con tristeza porque estaban solas.
Durante los últimos dos días comió un banquete que hace mucho no había probado. Jane había parado de masticar la carne y el pastelito hasta que sintió ganas de vomitar, pero ella no tenía apetito. Estaba sola, en eso todos tenían razón. Y cuando veía al otro niño, a Carl, abrazar a su madre, se sentía aún más deprimida de lo normal. Tenía un espacio en esa casa, pero no se sentía parte de ella.
Con su llegada al grupo también venía Randall, el muchacho más joven del campamento. Madison sabía que Rick lo había salvado por ella, porque cuando Randall suplicó por ayuda mientras intentaban huir de la horda de los come carne, ella había estado presente, mirando fijamente a la pierna atravesada por la varilla, escuchando las súplicas del muchacho. Rick había visto sus ojos fijos en él y, pensando en que no podía abandonar a un moribundo con una niña observando, decidió salvarle la vida.
Salió de la casa cuando la noche cayó, y caminó por la granja, alejándose de la falsa felicidad que había dentro de ella, dejando a Jane acurrucarse en los brazos de Patricia que le leía cuentos. Sabía que eran buenas personas, ellos no les harían daño. Tenía la confianza de dejar a Jane bajo su cuidado y, al mismo tiempo, quería también dejarse proteger, pero un escudo se lo impedía.
