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Narumi nació para ser una hija más en una numerosa familia de una olvidada zona rural, rodeada de la naturaleza y el amor de los suyos.

Sin embargo, nació con lo que unos pocos llamarían "bendición", pero realmente fue el punto de giro en su historia, donde un don, una maldición, y un hombre oportunista fueron la combinación para cambiar la vida de la pequeña niña.

Era al día de hoy que Narumi sentía una fuerte nostalgia al recordar la vida que se le ofreció pero poco después le fue arrebatada. Pues ella tenía un deber que cumplir, o al menos eso repetían los altos mandos.

Empujó la pesada puerta de madera entrando al antiguo salón iluminado sólo por velas. El hilo de humo del incienso encendido la rodeó mientras avanzaba.

Se detuvo ante la imponente presencia. Se puso de rodillas e hizo una reverencia, dejando su frente pegada al piso.

—Puedes levantarte.—Habló la gélida voz del hombre.

Obedeció. Se reincorporó quedando de rodillas a unos metros del él. Lo miraba atenta pero sin cambiar su semblante neutro.

Frente a ella, un longevo hombre de cabello de barba largos fumaba de una antigua y vistosa pipa. Vestía ropas tradicionales, y permanecían sentado en lo que se asemejaba casi a un altar. Masushi rebalsaba el lugar con su imponente apariencia, pero era solo eso, una apariencia.

Miró atentamente a Narumi soltando humo por la nariz tras darle otra calada a la pipa.

—Me llegó la noticia de que entrenas a un grado especial ¿Es eso cierto?

Narumi asintió.—Así es.

Una maliciosa sonrisa se mostró en el avejentado rostro del hombre.

—Y no cualquiera, no es nada más que un usuario de maldiciones.—Habló mientras tomaba una postura más relajada pero no menos imponente.

Narumi no respondió. Solo se esforzó por no mostrar reacción.

—Tienes una gran oportunidad, niña, haz de ese cuerpo capaz de engullir y controlar maldiciones uno fuerte, será realmente útil.

Narumi mordió su labio y asintió. Presionó sus puños que descansaban sobre sus muslos mientras por su mente pasaba la imagen de Geto.

—Haré lo mejor que pueda, señor.

Repitió la reverencia del principio. Mantuvo su frente apoyada sobre el suelo de tatami.

Pronto escucho los pasos del hombre. Estos avanzaban duros y lentos acompañados del ruido de su bastón ser apoyado sobre el suelo.

La huesuda mano la tomó con considerable firmeza del mentón, dejándola erguida frente a él. Se miraron fijamente, los rojizos ojos de Narumi se mantenían atentos bajo la mirada del único ojo todavía funcional del hombre.

Un parche mantenía el ojo izquierdo de Masushi tapado, pero Narumi sabía bien lo que había abajo de este.

Sin soltar el rostro de la chica el viejo habló.

—No te lo tomes casual, Narumi-chan, sabes bien que tu técnica no me mantendrá vivo por siempre. Este celestial cuerpo podría padecer en cualquier momento, y tu más que nadie sabes que eso no puede pasar.

Narumi asintió como pudo con el firme agarre todavía en su rostro. Masushi acercó su rostro al de la menor y volvió a hablar.

—Recuerda que un solo pedido de mi parte con el resto del consejo puede devolverte de una patada al infierno donde deberías ir.

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⏰ Última actualización: Jul 08 ⏰

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Evermore;Suguru GetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora