Mokochi, seis años después de la pelea contra Noroshi
A pesar del tiempo, la escuela secundaria Furin preserva su esencia; los grafitis, pequeños y cortos mensajes salpicaban cada rincón del recinto, nombres de viejos y nuevos alumnos quedaban grabados como viejos recuerdos en esas paredes.
Con un suave suspiro se paró frente a la puerta corrediza del salón, miro la placa que se ergia a un costado señalando el número "1-1" de forma pacífica, la placa estaba desgastada y los números ya estaban perdiendo el color negro característico. Con un pensamiento distante cruzando su mente, no pensó que darle un poco de mantenimiento le haría daño a los pequeños detalles.
Al colocar su mano en el espacio de la abertura para abrir la puerta esta presento un leve temblor casi imperceptible. Le tomo un rápido momento recuperar la compostura, inhaló y exhalo corriendo la puerta de forma suave.
Aunque ya hayan pasado seis años, bajo sus años posteriores de meticulosas prácticas, técnicas y métodos que empleo para suprimir cualquier gesto, para ocultar y mantener a raya sus emociones, había momentos donde su fachada flaqueaba y mostraba aberturas. Por mucho autocontrol que tenga y la disciplina sea otra forma de respirar para su cuerpo el aún era un humano; era tan humano y estaba tan vivo como cualquier otro ser.
Su rostro era tan sereno como el fluir de un río, su sonrisa pacífica y agradable, totalmente practicada por los años, daba la apariencia de un joven calmado y maduro.
El parloteo inscesante cesó mientras el entraba al aula. Camino hasta el escritorio dejando sobre la superficie lacada unos textos de inglés y japonés, su ojo borgoña conectó con algunos pares de ojos y su sonrisa se alzo un poco mas.
-Vaya, veo que ya han congeniado entre todos ustedes. Es agradable que ya se lleven bien, -Su mirada escaneo el salón, observó a cada uno detenidamente ofreciendo leves reconocimientos con la cabeza, -es bueno verlos con tanta jovialidad en su primer día de clases.
Tomando una tiza partida a la mitad de la esquina derecha de la pizarra, con una pulcra y elegante caligrafía trazo su nombre en ese mismo lugar del pizarrón.
-Les doy la bienvenida a Furin, pequeños jóvenes. A partir del día de hoy, seré su profesor de lenguas extranjeras.
Dejando la tiza en su lugar giró su cuerpo cruzando sus brazos tras su espalda. Su único ojo visible se arrugó en la esquina al sonreír de forma afable.
Allí en la pizarra se mostraba el nombre de Suo Hayato.
Los jadeos de asombro y admiración llenaron el silencio, unos pequeños murmullos se escuchaban en el fondo del aula sin disimular en lo absoluto.
Suo simplemente lo dejo pasar por alto por mera diversión. No le gustaba ser el centro de atención, pero solo por el día de hoy lo dejaría pasar. Eran jóvenes, además, suponía que se debía a su reputación en Bofurin que hizo que sus jóvenes se mostrarán tan entusiasmados.
Con una leve risita, el ojo de Suo se iluminó con un entusiamos poco apreciable.
-Saquen sus cuadernos y comencemos con un rápido repaso para evaluar su estado en la materia.- Expresó de manera agradable manteniéndose ergido en su mismo lugar.
El susurro de las páginas de los cuadernos al ser abiertos lleno por un momento el pacífico silencio, todos y cada uno obedientes al pedido de el de parche. Aprovechando que las miradas se apartaban de el por un momento, Suo miro por la ventana hasta el patio de la escuela, desde esta distancia varios árboles de Sakura le devolvían la vista.
Bajando la mirada al suelo su pestaña creaba una leve sombra en su ojo Borgoña.
El temblor de sus manos regreso levemente. Apretando los puños tras su espalda, su ojo se enfrió cubriéndolo con una fina capa de emociones indescriptibles e imperceptibles para los demás.
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Jardín de Gencianas
Fiksi PenggemarDonde Endo gana y logra llevarse a Sakura consigo a Noroshi. Sakura sacrifica su nueva vida, sus lazos, su felicidad y su libertad para proteger a todos en Furin y Mokochi. Suo intenta recuperar lo que le han arrebatado, intentado no caer en ese ab...