Mal Entendido | Lauren Gip

718 16 0
                                    

Lauren POV

Juro que voy a matar a Verónica Iglesias. Juro por Dios que si Camila me deja por su culpa, voy a acabar con ella.

Salgo a toda prisa de mi oficina, viendo cómo se cierran las puertas del ascensor, con Camila dentro. Bajo por las escaleras para ganar tiempo y cuando llego a la recepción, veo a Camila salir a todo prisa directo a su auto. Corro lo más rápido que puedo, pero mi cuerpo de 80 kilogramos, de puro músculos abultados y 2 metros de altura no me está ayudando.

Para cuando salgo a la calle, Camila ya está en su auto acelerando y alejándose de mi. Corro al estacionamiento y entro en mi Mercedes Benz SUV negro, salgo del estacionamiento a toda velocidad siguiendo el mismo camino de Camila, a nuestra casa.

Camila y yo tenemos 2 años casadas y han sido los mejores dos años de mi vida. Amo a Camila más que a mi propia vida y no estoy dispuesta a perderla. Moriría sin ella, sin su toque, sin sus labios, sin sus caricias. A veces, cuando estoy en la oficina, Camila suele venir a visitarme y tenemos una larga seción de sexo acalorado y no me importa si nos escuchan mis empleado. Soy la jefa y dueña de toda esta empresa y hago lo que quiero en ella. Aveces siento celos de que alguno de mis empleados escuche gemir a Camila, ella es mía y solo yo puedo escuchar cada uno de sus gemidos y jadeos. Hoy fue uno de esos días donde Camila me visita, pero no termino muy bien. Camila fue a visitarme a la empresa y cuando entró a mi oficina, encontró a mi, ahora ex secretaria, Verónica Iglesias, besándome. Desde que la vi supe que sería un problema por la forma provocativa en la que meneaba sus caderas y enseñaba su escote cada que estaba cerca de mi, pero como cumplía con su trabajo, lo deje pasar. Hasta hoy. Hoy cruzó una línea muy frágil que pone en peligro mi relación con Camila, y eso es inaceptable. No puedo permitirme perder a Camila.

Sin Camila, mi mundo termina, se derrumba.

Cuando llego a casa veo el auto de Camila aparcado en el frente, lo que me hace sentir alivio, pero no por mucho. Entro a la casa y grito su nombre.

- ¡Camila! - llamo, pero no obtengo respuesta alguna. Empiezo a buscarla desesperadamente por toda la planta baja de la casa, sin encontrarla. Subo al segundo piso y la busco por todas las habitaciones, hasta llegar a la nuestra. Cuando entro, el olor de Camila me golpea como un camión e inmediatamente mi polla se pone dura como una barra de hierro. Trato de ignorarla por qué tengo que hablar con Camila ahora y solucionar este mal entendido. Escucho la ducha y el agua cayendo en el baño y me siento en nuestra cama, quitandome el saco negro de mi traje y aflojando mi corbata azul, esperándola.

- Camila. - Digo, de forma cautelosa, cuando la veo salir del baño con una toalla en su cabeza y otra alrededor de su hermoso cuerpo. Trato de ignorar el tirón de mi polla cuando pasa por mi lado hacia nuestro vestidor sin dirigirme la palabra y me quedo embobada viendo el movimiento de su trasero.

La sigo de cerca al vestidor y veo como deja caer la toalla de su cabeza, liberando su cabello negro ondulado mojado y luego deja caer la toalla alrededor de su cuerpo, ese que me tiene tan dura y embobada. - Camila, lo que viste en mi oficina es un mal entendido. - Digo empezando a acercarme lentamente a ella. Camila abre un cajón y saca un conjunto de lencería de encaje blanco y empieza a ponérselo lentamente, de una forma muy tortuosa para mi polla. - Sabes perfectamente que nunca te engañaría con nadie y qu... - Me veo interrumpida por el ardor en mi mejilla y mi cara girada hacia un lado, dandome cuenta de que Camila me acaba de abofetear.

- De verdad estas esperando que te crea luego de lo que vi en tu oficina. - Dice, arreglando su ropa interior y mirándome con enojo en los ojos. Noto que sus ojos están aguados y que está apunto de llorar y juro que si suelta una sola lágrima por mi culpa, voy a morir. - Vi perfectamente como besabas a tu secretaria, lo vi, Lauren. Te vi. - Dice enojada y empezando a ponerse unos pantalones de chándal sueltos y una camiseta blanca.

One Shots Camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora