G I R A S O L

[ En-cadena-dos ]

Pasaron meses, Natalan había aceptado su destino a base de insultos y amenazas, no solo con su vida, sino, con la de todo el pueblo; el pelinegro había aceptado vivir con Roier

¿Qué podría salir mal en seguir un poco la locura de su amigo?

Septiembre 8:46 am

–Nos vamos a casar —Roier rompió el silencio que había gobernado la casa durante el último mes, donde únicamente intercambiaban palabras cuando se saludaban y despedían a la hora de dormir, que por su puesto Natalan había negado dormir en la misma cama

–¿Qué? —Pregunto Natalan dejando la cuchara del cereal en el plato casi vacío, sus ojos se clavaron en el rostro de Roier quien no quitaba la vista de su cereal —Me estas jodiendo ¿verdad?

–No —Enseguida dirigió su mano al bolsillo izquierdo de su pantalón para después dejar sobre la mesa el anillo que Natalan había botado más de 5 veces

–¿No? —Preguntó Natalan con rapidez

–Ya dije que no

–Entonces no –Declino rápidamente el pelinegro alejando el anillo de su mantel

–¿No que? —Repitió el castaño sin dejar ni si quiera que Natalan acompletara la oración

–No me voy a casar, no lo haré

–Piensa bien lo que dices

–¿Por qué? ¿Qué harás?

Roier tomo su teléfono de la esquina de la mesa, unos cuantos taps y de pronto estaba en llamada

—Hola!? Rode! Que gusto saber de ti hermano, quería saber si nos podriamos reu—El mayor se vio interrumpido por la acción imprevista de Natalan quien tomó el anillo y lo coloco en su dedo anular con disgusto —Si nos podríamos reunir todos en la casa para darles una noticia estupenda

–Claro que si Roier, ¿cuando?

–Mañana, ¿Te parece?

–Claro

Roier colgó la llamada con una sonrisa dibujada en su rostro.

La mayoría ya había dejado de sospechar de los abusos de Roier al ver que Natalan había hecho las pases con su amigo y que esta vez, curiosamente y por primera vez había aceptado ser su novio.

Por fin llegó la tarde que Roier tanto había estado planeando, Natalan estaba ansioso, no creyó qué Roier iba en serio pero en cuanto vio los arreglos al rededor de la casa se espanto

–Roier, qué es todo esto?

–El aviso de que nos vamos a casar, qué más podría ser?

Los amigos empezaron a llegar y a tomar asiento en el patio y algunos otros dentro de la sala. Despues de 25 minutos Rodezel observo a Natalan en la esquina con una actitud cansada y agobiada

–Nat... —Tomó su hombro —Dime que no es lo que creo que es...

–Rode... Perdóname

–Entonces esos moretones sin son su culpa, verdad?

Natalan guardo silencio y su mirada evitó la de su amigo

–Natalan, por favor dime la verdad...

–Hola Rode! Qué tal? Hmm? —Roier interrumpió la conversación entre ambos rodeando a Natalan de los hombros trayendolo hacía el con fuerza

–Ah... Roier, que gusto, ya puedo suponer que es todo esto —Hablo desanimado

–Si, tomamos la mejor decisión, para él, para mí e indirectamente para ti también —Sonrió de forma sarcástica

–Ya veo... que sean felices entonces —Dicho esto miró al pelinegro en busca de una mirada de auxilio, un suspiró, un grito, algo que le diera chance de sacarlo pero no recibió nada más que una sonrisa falsa

Después de otros minutos Roier empezó a hablar y a su lado estaba Natalan, sonriendo como si nada hubiera pasado, como si nada fuera forzado

–Hoy día nos encontramos aquí, mi novio Nat y yo para decirles que después de muchos malentendidos, este mes, por fin nos casaremos en la iglesia del pueblo que desde siempre nos vio crecer

Roier miro a Natalan, de nuevo sus miradas se clavaron en la del otro, un odio y una obsesión luchaba por ver cual era más fuerte. Con el aviso hecho ambos terminaron por darse un beso agrio enfrente de todos, rompiéndose así la esperanza de Rodezel y la desconfianza de los otros...