La Marioneta perfecta

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A medida que pasaban los días, mis entrenamientos con Sam se intensificaban. Ella era una maestra dura pero justa, y aunque su origen y conocimientos sobre la magia me intrigaban, nunca parecía dispuesta a hablar de sí misma. Sus lecciones sobre la creación, destrucción y manipulación del ambiente eran difíciles, pero me sentía más poderosa y confiada con cada sesión.

Una tarde, mientras practicábamos en un claro del bosque, Sam detuvo de repente el entrenamiento. Sus ojos, habitualmente serenos, estaban llenos de preocupación.

—Casandra, siento una perturbación en el aire. Alguien se acerca.

Antes de que pudiera preguntar quién, Arisa apareció corriendo por el sendero, su rostro una mezcla de miedo y urgencia.

—¡El arlequín! —jadeó, apenas pudiendo respirar—. ¡Está aquí, y no está solo!

Nos preparamos para lo peor. Sam, Arisa y yo formamos un círculo defensivo, listas para enfrentar cualquier amenaza. No pasó mucho tiempo antes de que Ceniza y Mateo emergieran del bosque, acompañados por el arlequín, Ovelo. Sus presencias eran imponentes y aterradoras.

—Casandra —dijo Ovelo con su voz suave y peligrosa—. Ha llegado el momento de que te unas a nosotros, de la forma que siempre debiste.

Antes de que pudiera responder, Sam lanzó un ataque directo hacia Ovelo. Sus poderes se manifestaron en un rayo de energía pura que él apenas logró esquivar. La batalla comenzó con una intensidad que nunca había experimentado. Los poderes de teletransportación de Sam, combinados con las habilidades de manipulación de Arisa, parecían estar a la par con las de Ceniza y Mateo.

La lucha era feroz. Los ataques de Sam se encontraban con las defensas de Ceniza, mientras que Arisa y Mateo intercambiaban golpes mágicos que alteraban el mismo tejido del entorno. Yo intentaba mantenerme firme, usando todo lo que había aprendido para protegernos y atacar cuando veía una oportunidad.

Ovelo, sin embargo, se mantenía al margen, observando con una sonrisa inquietante. Finalmente, hizo un gesto con su mano y una esfera de oscuridad se formó a su alrededor. Antes de que pudiera reaccionar, la esfera me envolvió, aislándome del mundo exterior.

Dentro de la oscuridad, la voz de Ovelo resonaba como un eco en mi mente.

—Casandra, siempre fuiste especial. Ahora, te convertirás en lo que siempre debiste ser: mi marioneta perfecta.

Sentí cómo su magia comenzaba a envolver mi mente, luché con todas mis fuerzas, pero la oscuridad era abrumadora.

Mientras tanto, fuera de la esfera, Sam y Arisa continuaban luchando desesperadamente. A pesar de su valentía, Ceniza y Mateo lograron superarlas, atrapándolas en jaulas de energía mágica.

La última imagen que vi antes de que la oscuridad me consumiera por completo fue la de Sam y Arisa siendo llevadas al circo, sus expresiones de derrota grabadas en mi memoria.

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Observé con satisfacción cómo Casandra sucumbía a la oscuridad. Siempre supe que era especial, destinada a ser mi creación más grandiosa. Mientras reescribía su mente, eliminando toda resistencia y llenándola con lealtad absoluta, no podía evitar sentir una oscura alegría.

El circo estaba más animado que nunca con la llegada de nuestras nuevas prisioneras. Ceniza y Mateo hicieron un trabajo excelente al capturarlas. Las risas y los gritos de los espectadores se mezclaban en una sinfonía macabra mientras Sam y Arisa eran encerradas en sus nuevas jaulas.

La función estaba a punto de comenzar, y el espectáculo sería más grandioso que nunca.

La carpa del circo estaba iluminada por luces de colores que parpadeaban rítmicamente, creando un ambiente de misterio y emoción. Los espectadores, una mezcla de curiosos y seguidores leales, llenaban las gradas, esperando con ansias el espectáculo de esta noche. No tenían idea de que el verdadero show estaba a punto de comenzar, un espectáculo de manipulación y control que superaría cualquier acto que hubieran presenciado antes.

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