Capítulo 2 - ✨Desconocido✨

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— Cuando lleguen los contratos, asegúrese de que han incluido las cláusulas de revisión — dijo Max Verstappen por el teléfono del coche —. Hemos tardado seis semanas en conseguir que las aceptaran y no quiero más retrasos. Que los examinen los abogados y, si todo está correcto, envíenmelos a mi casa.

— Sí, señor — repuso Logan Sargeant, su asistente —. ¿Algo más?

Max suspiró con cansancio.

— Espero que no. Después de estas últimas semanas, necesito descansar.

— Deduzco que todo va bien con los niños, pues.

Max frunció el ceño.

— ¿Y por qué no iba a ser así? —preguntó.

— Oh, es sólo que cuando Pato llamó...

— Un momento. ¿Cuándo llamó Pato?

— Antier — hizo una pausa — No me diga que Gasly no le dio el mensaje.

—¿Gasly? Su esposo se puso de parto hace dos días. Se desmayó en el trabajo. Cuando recuperó el conocimiento, apenas  recordaba su nombre, mucho menos mensajes.

— Oh, Cielos — dijo Logan.

— ¿Mencionó Pato por qué llamaba?

Hubo una pausa antes de que Logan hablara con tono de disculpa.

— Bueno, sí, y no. Dijo que tenía que decirle algo sobre el joven Daniil Kvyat.

Max tardó un momento en darse cuenta de que aquel era el nombre del niñero que había contratado justo antes de marcharse.

— ¿Dijo él qué?

— No, señor. Sólo dijo que lo llamara usted.

— No oyó usted sirenas ni gritos, ¿verdad?

Bromeaba sólo a medias y Logan lo sabía.

— Esta vez no — lo tranquilizó—. A decir verdad, ahora que lo pienso, parecía muy contento, así que estoy seguro de que no era nada grave. Le pregunté si la señora Susie se había ido de vacaciones y dijo que sí. Le pregunté si todo iba bien con su sustito de la agencia y me dijo que sí, y cuando le pregunté cómo iba todo lo demás, se echó a reír y me contestó que de maravilla.

— Estupendo — comentó Max, con aprensión.

La última vez que Pato dijo que todo iba de maravilla, fue justo antes de que alguien entregará en la casa un equipo de «Karting» completo, con tres karts, todo el equipo que necesitan para correr y por supuesto una pista.

Comprado mediante una de las tarjetas de crédito de Max, el juego había sido calificado como lo último en experiencia para niños.

El neerlandés, desde luego, sí había aprendido mucho. Había aprendido que, en Ámsterdam, tener un propio karting se considera un servicio exótico y que las multas por carecer de licencia para tenerlos eran astronómicas.

Había aprendido que estos karting pueden llegar a ser peligrosos sin tener experiencia al usarlos y, sobre todo, había aprendido a ponerse en guardia siempre que su hijo mayor utilizaba las palabras «de maravilla».

— ¿Es eso todo, señor?

— Sí. Si no se ha quemado la casa, estaré en la oficina la semana que viene antes de salir para Francia. Si surge algo, llámeme.

— Sí, señor. Y no se preocupe. Estoy seguro de que los niños están bien.

— Eso espero. Nos veremos la semana que viene.

"Operación papi"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora